Ceguera transfronteriza.

México, a pesar de que su papel como potencia regional se ha visto disminuido desde mediados de los noventa, sigue siendo un punto de referencia para lo que respecta a América Latina. Sin embargo, el Estado mexicano, en lugar de adaptarse a la nueva era de los medios y expandir sus opciones, ha continuado su intento por promover sus fuentes de poder blando clásicas: cultura y política exterior.

Si bien esto es error de la diplomacia mexicana, es cierto que no todos los caminos del soft power son posibles para México. Dentro de las posibilidades ofrecidas por los medios, las insuficiencias del sistema periodístico nacional vuelven la aplicación del mismo a la esfera global, un imposible. Los problemas del periodismo dentro de cada país no se traducen necesariamente en ineficacia como poder blando, como lo demuestra la cadena Televisión Central de China (CCTV por sus siglas en inglés), ^[1] pero las deficiencias que presenta el sistema mexicano lo descalifican como posible fuente de influencia exterior.

El objetivo de este ensayo es analizar las fallas del periodismo mexicano con el objetivo de demostrar su inviabilidad como fuente de poder blando para el Estado mexicano. Se analizaran como los principales problemas la corrupción, la violencia, la falta de ética y formación profesional. Se espera que al final de este trabajo, no solo se puedan ver las deficiencias del periodismo mexicano para el ámbito internacional, sino que se vislumbre la posibilidad de cambio de las mismas.

SOFT POWER Y MEDIOS

Joseph Nye definió soft power como la habilidad de conseguir lo que uno quiere a través de la atracción en lugar de coerción. Los recursos del poder blando suelen asociarse con comportamientos cooptados, contrarios al comportamiento de comando que es característico del poder duro.^[2] Y en el ámbito de los medios de comunicación esto se traduce a quién es escuchado. Actualmente no solo importa ganar la guerra, sino que sea tu historia la que prevalezca.

Esta lección ha sido muy bien aprendida por la mayoría de las potencias regionales y mundiales, por lo que en los últimos años se ha apreciado un aumento en el uso y expansión de medios de comunicación de consumo internacional. Países como China, Rusia, Irán, Corea del Sur, Sudáfrica y Brasil han creado canales televisivos, estaciones de radio, y canales digitales, con el propósito de proporcionar noticias no sólo a sus nacionales, sino a países africanos, del sudeste asiático y Latinoamérica. Estas fuentes de noticias son facilitadas ya sea en inglés o en las lenguas maternas de los países receptores, sin negar por ello su procedencia extranjera. ^[3]

Los medios de comunicación vistos como fuente de soft power, en particular cuando relacionados al periodismo, fungen una labor esencial. Promueven el punto de vista de una sociedad respecto a los diversos temas que conciernen al mundo.  Esto lleva a la articulación de los intereses nacionales en la esfera internacional.

En México, sin embargo, el periodismo falla periódicamente en cumplir su misión política nacional. Tropiezan en lo que debería ser el desarrollo de la “esfera pública”, en la búsqueda de la verdad y en la construcción de una estructura de comunicación libre y pluralidad de hechos, posturas y valores. Estos errores no son únicos del periodismo mexicano, pues como menciona Donsbach, el periodista cada vez se ve más motivado por la necesidad de llegar al mayor público posible. El “menguante público destinatario de noticias”, las “presiones del mercado”; y su “menguante reputación profesional” son cuestiones a las que el periodista debe enfrentarse día a día al redactar sus noticias.^[4]

Se podría pensar una obviedad, que si el periodismo lleva fallos desde su práctica nacional, es imposible que este tenga utilidad alguna dentro del sistema internacional. Sin embargo, y a pesar de que los retos del periodismo comparten similitudes a lo largo del globo, muchos países  logran utilizar sus medios periodísticos con éxito para ejercer influencia. BBC News, El País, Le Figaro, New York Times, Washington Post, entre otros, son medios de referencia global que aunque realicen la tarea de manera inconsciente, llevan los intereses de sus respectivos países a oídos de todos.

 Pero los errores acumulados por la prensa mexicana crean un problema, que aunque lejos de ser único, evita que los medios del país tengan relevancia fuera del territorio nacional.

FALLAS

Entre las deficiencias de los medios, la más importante es sin lugar a dudas, la corrupción. Fenómeno que raya en característica de todo sistema mexicano, el origen de la corrupción no puede ser encontrado en una sola causa. Es multifactorial. La coacción ilegal –por parte del crimen organizado –y la semilegal –a manos del Estado –la deuda de favores, la falta de códigos de conducta y la tentación del “chayote” –remuneración, usualmente económica, para los reporteros o columnistas que se expresen bien de algún interesado –, sea este “casi” legal o no, facilitan la corrupción de aquellos periodistas y medios que se encuentran dispuestos a ello. ^[5]

Esto resulta en la creación artificial de noticias, la manipulación informativa, declaraciones pagadas, censura de contenidos, uso arbitrario de la ley de prensa, la relación altamente corrosiva entre periodismo y publirelacionismo, y otros productos noticiosos que tienen como consecuencia la desinformación y la pérdida de credibilidad.

La pérdida de credibilidad es un problema clave en la conversión de medios a fuentes de soft power. La narrativa de una historia es importante, pero esta depende de la credibilidad. Si no eres creíble, nadie compra tu narrativa. La propaganda, como instrumento, ya no funciona por lo que la habilidad de establecer credibilidad es fundamental para cualquier herramienta de influencia.

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