Clase No Directiva

La pedagogía está fundada en esta base: La superioridad del aprendizaje sobre la enseñanza. El maestro es el agente principal de la información. Sabe cosas que los alumnos no saben y recibe el estatus de “experto”.

La actitud no-directiva excluye una cierta forma de didactismo. Pero en condiciones sanas que no conducen a la alineación del grupo, esta actitud conduce al profesor a proporcionar de la mejor forma, las informaciones de las cuales, en el grupo, es el principal experto.

La eficacia de las aportaciones del profesor dependerán de que él se niegue a sacar provecho de su condición de experto, la cual le da cierto prestigio. Los estudios psicológicos demuestran que en los grupos, junto a los líderes existe otra categoría de personajes, cuya presencia tiene un peso considerable en la evolución de las relaciones dentro del grupo: los “expertos”.

En cualquier grupo humano dedicado a una tarea particular quien está informado sobre los datos del problema o sobre las posibles soluciones, se convierte en objeto de atracción para los otros miembros. En psicología social se dirá que este personaje goza de un estatus de prestigio. Pero puede manifestarse una ambivalencia respecto al “experto”: el resentimiento.

En la relación maestro-alumno, ningún profesor debe olvidar la ambigüedad de su estatus dentro de la clase. Debido a que el profesor debe hacer honor a su estatus de experto en el aula.

El profesor es el profesor. No tiene por qué desempeñar otro papel que esté. La solución de las dificultades psicológicos derivadas de su superioridad en el plano del saber dependerá de esta congruencia de la persona con el personaje que mantendrá al profesor a igual distancia de la voluntad de poder, la farsa y el “complejo de inferioridad”

El profesor dispone de muchos medios para poner a disposición del grupo que lo solicita. En el régimen no-directivo, la confección de los programas y la elección de los temas dependen de la decisión de los alumnos.

El maestro puede solicitar al grupo el plazo necesario para verificar un hecho histórico o para la preparación de una cuestión muy especial. Sin que los alumnos traten sacar provecho de que el profesor no sea una máquina automática de responder preguntas. Esta forma de trabajar podrá ser incoherente y arriesgada, pero es la mejor manera de llevar a cabo el ideal de su función pedagógica: pensar en voz alta para los demás, improvisar manteniendo el rigor de la argumentación y hacer un uso inteligente, ingenioso y coordenado del saber; a esto se le llama “ser maestro”.

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