Comentario: La trágica historia de la vida y muerte del doctor Fausto
Enviado por Matthias Gszcz • 23 de Febrero de 2017 • Trabajo • 1.394 Palabras (6 Páginas) • 432 Visitas
Comentario: La trágica historia de la vida y muerte del doctor Fausto
Asignatura: Literatura del Siglo de Oro y literatura europea
De Matthias Gonszcz
Oviedo, 2.12.2009
La leyenda del personaje de Fausto, un nigromante alemán del siglo XVI, sirvió como base para muchas obras de grandes nombres como Goethe, Liszt, Mann o Hesse. Una de las primeras y más destacables es “La trágica historia de la vida y muerte del doctor Fausto” de Christopher Marlowe, la cual fue publicada en 1604, once años después de su muerte y por lo menos doce de su primera representación. El drama trata de Fausto, un doctor en teología, que en su búsqueda de conocimiento y poder vende su alma al Diablo.
El fragmento que aquí se nos presenta es la primera escena del segundo acto. Rechazando la teología Fausto, se ha dedicado a la magia y provocó la aparición del demonio Mefistófeles, ofreciéndole a éste su alma si éste accede de ser su siervo durante veinticuatro años dándole todo los placeres, repuestas y servicios que él solicitara. Puesto que Mefistófeles tan sólo es un siervo del gran Lucifer y lo obedece a él, tiene que volver al infierno para informar a su maestro. Entonces, Fausto le avisa para volver a medianoche a su cámara con la decisión de su señor.
En la escena mencionado, nos encontramos en la cámara de Fausto, quién refleja todo lo que ha occurido, cuando el ángel bueno y el ángel malo aparecen. Mientras el ángel malo le anima de seguir el camino oscuro que Fausto empezó a tomar, el ángel bueno intenta convencerlo de que se fije en el cielo y abandone sus planes. Pensando en la riqueza y el poder que pudiera obtener, llama a Mefistófeles quién le dice que Lucifer ha aceptado su oferta. A continuación Fausto se condena firmando el contrato con su sangre pese a avisos sobrenaturales.
FAUSTO:
Por fuerza, Fausto, has de condenarte ahora.
Ya no puedes salvarte.
¿De qué sirve, entonces, pensar en Dios o en el Cielo?
Aparta de esas vanas fantasías y desespera...
¡Desespera de Dios y confía en Belcebú!
No retrocedas ahora. ¡Ánimo, Fausto!
¿Por qué esos titubeos?
¡Oh, algo me resuena en los oídos!
"Abjura de esta magia, vuelve a Dios de nuevo".
¿A Dios? Él no te ama:
El dios al que sirves es tu propio apetito
y en él está trabado tu amor a Belcebú.
A él erigiré altares y un templos
y ofrendaré la tibia sangre de los recién nacidos.
ÁNGEL BUENO:
¡Adelante, Fausto, con esta ciencia afamada!
ÁNGEL MALO:
Mi buen Fausto, abandona este arte execrable.
FAUSTO:
Contrición, oración, arrepentimiento, ¿qué es todo eso?
ÁNGEL BUENO:
Medios que te llevan al cielo.
ÁNGEL MALO:
Más bien ilusiones, frutos del desvarío,
que alelan a quienes a ellos se entregan.
ÁNGEL BUENO:
Fausto, piensa en el cielo y en lo que a él lleva.
ÁNGEL MALO:
No, Fausto, piensa en el honor y la riqueza.
FAUSTO:
¡Riquezas!
¡Mío será el señorío de Emdem!
Cuando tenga a Mefistófeles a mi lado,
¿qué poder prevalecerá contra mí?
Estás a salvo, Fausto. ¡No albergues más dudas!
Ven, Mefistófeles, y tráeme buenas nuevas
del gran Lucifer.
¿No es ya medianoche? ¡Acude, Mefistófeles!
Veni, veni, Mephistophile!
Habla ya, ¿qué dice tu señor Lucifer?
Lo primero que llama atención en este fragmento es el monólogo de Fausto, solo en su cámara, al inicio de la escena. Aunque es un monólogo, da la impresión de ser un diálogo que se deja dividir en partes. Las primeras seis líneas con la anotación de que ya es demasiado tarde y por ende en vano seguir pensando en Dios, aparecen en la segunda persona del singular. Esto advierte que Fausto, o mejor dicho, una parte de él intenta convencerse a si mismo de un asunto del cual todavía no está seguro. Ésto indica la elección de palabras tales como “Por fuerza” o “!Ánimo!” además de la cantidad de imperativos como “Aparta de esas vanas fantasías”, “desespera de Dios”, “confía en Belcebú”, “No retrocedas” e incluso una pregunta retórica pretendiendo que es insensato pensar en Dios, ya que es demasiado tarde para salvarse.
En las próximas líneas siete y ocho, parece hablar otra parte de Fausto la cual usa la primera persona del singular, cuando él mismo se da cuenta de los titubeos y oye una voz avisándole volver a Dios. Pero entonces reaparece en el acto la primera parte de Fausto otra vez rompiendo la exhortación replicando casi con aire de reproche : “¿A dios? Él no te ama”. Recordando sus deseos inherentes por esa misma voz, Fausto toma una conclusión de este “discurso” precedido y elige el camino del Belcebú pintando una imagen alegórica extremo en las últimas líneas doce y trece, usando esta vez la primera persona del singular .
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