El doctor Fausto.
Enviado por DharianHirsch • 15 de Octubre de 2012 • Informe • 1.822 Palabras (8 Páginas) • 381 Visitas
El doctor Fausto.
A lo largo de milenios, la búsqueda espiritual ha proporcionado uno de los más temas importantes para la literatura y el arte, porque dentro del alma humana existe un movimiento irreprimible que no cesa de aspirar a algo superior a sí misma, ni abandona nunca su creencia de que algo eterno sobrevive más allá de la muerte de! Cuerpo.
Quizá esta sea la mayor diferencia entre los seres humanos y los demás ¡animales con los que compartimos el planeta. Pero semejante búsqueda no es un simple deseo de servir a Dios. Puede implicar también una búsqueda de conocimiento, no solo de conocimiento de lo divino expresado en términos religiosos convencionales, sino también de la clase de conocimiento de las leyes que subyacen en la realidad, que los más grandes científicos y psicólogos del mundo persiguen.
La búsqueda del conocimiento puede llevarnos por caminos oscuros o bien por caminos iluminados por la luz solar, y puede revelarnos tanto el mal como el bien que subyace en nuestro interior. Este mito trata de esa búsqueda espiritual, e implica una autoconfrontación que pone muy de manifiesto la profunda paradoja de luz y oscuridad que se oculta cu el núcleo del alma humana.
El bien es incomprensible sin el mal. Dentro del mito, no hay mejor lugar donde quede representada la misteriosa batalla entre el bien y el mal en el interior del alma humana que en la historia del doctor Fausto. La gran tragedia de Marlowe, la trágica historia del doctor Fausto, y el sublime poema épico de Goethe, Fausto, están basados en el relato medieval de un hombre cuya búsqueda espiritual lo condujo
finalmente a vender su alma al diablo. Su reconocimiento final de la aridez de los placeres terrenales y su redención última por medio del remordimiento y de la compasión siguen siendo una poderosa imagen de la necesidad de comprender tanto la oscuridad como la luz a fin de hallar la paz interior.
Había una vez, un destacado filósofo y estudiante de teología conocido como el doctor Fausto. Pero las enseñanzas que filósofos y teólogos ofrecían sobre la naturaleza de Dios y sobre el significado de la vida no eran suficientes para satisfacer su intelecto inquisitivo. Y lo que es más, su orgullo era tan grande como su conocimiento, y deseaba descubrir las repuestas a los grandes misterios de la vida mediante su propio esfuerzo, en lugar de recibirlo de quienes secretamente despreciaba.
Así podía atribuirse todo el mérito. De modo que, al cabo del tiempo, el doctor Fausto abandonó su teología y se hizo estudiante de magia hermética, pues tenía la esperanza de hallar el secreto de la vida en los experimentos alquímicos y en el conocimiento prohibido de la magia y de la brujería transmitido desde los antiguos egipcios.
Sin embargo, incluso estas investigaciones prohibidas no pudieron enseñarle todo lo que deseaba saber, por lo que quedó sumido en una profunda melancolía entonces invocó en su desesperación a los espíritus infernales. En respuesta a su llamada apareció misteriosamente un perro negro en el estudio del erudito que después se metamorfoseó en una extraña figura que se presentó como Mefistófeles, el espíritu del mal y de la negación. Este personaje estaba siempre al acecho de las almas humanas que pudiera ganar para las tinieblas, engañando así a Dios; y Fausto deseaba el conocimiento de Mefistófeles respecto a los secretos de la vida y la naturaleza de lo divino.
De modo que establecieron un pacto entre ambos, sellado con sangre, en el que Mefistófeles convenía en servir a fausto en este mundo, en tanto que Fausto accedía a servir a Mefistófeles en el otro. Mefistófeles sabía muy bien cuál seria el precio que Fausto pagaría, pero el filósofo todavía no había comprendido que lo que estaba empeñando para toda la eternidad era su alma mortal.
Durante algún tiempo, Fausto se sintió emocionado por la magia y los misterios que Mefistófeles le mostraba, y creía que por fin estaba acercándose al conocimiento de los secretos de Dios, pero el oscuro espíritu de la negación erosionó gradualmente la voluntad del erudito y lo embaucó para que desarrollara una sensualidad y un orgullo cada vez mayores, hasta llegar a perder todo sentido de búsqueda espiritual. Fausto deseaba a una joven llamada Gretchen, a quien Mefistófeles incitó a caer en manos del filósofo.
Fausto la dejó embarazada y, cuando la abandonó, ella se volvió loca y, desesperada, mató a su hijo, siendo ejecutada por su crimen. Dándose cuenta de la terrible destrucción que había causado en una vida humana inocente, Fausto sintió un profundo y amargo remordimiento. Pues, aunque estaba en las manos de Mefistófeles, había comenzado a amar a la joven sinceramente, prueba de que en su alma había una parte que se había mantenido libre de corrupción. Y esto no lo había anticipado Mefistófeles, ya que el poder de redención del amor no era algo conocido para el espíritu de negación.
Pero era tanto el poder que Mefistófeles ejercía sobre Fausto que, durante muchos años, el filósofo se sumió en el placer sensual y penetró en todo los misterios secretos. Aprendió todo lo que deseaba saber. Y comprendió las gloriosas alturas del cielo y las tenebrosas entrañas del inframundo. Sin embargo, el remordimiento que sentía por la muerte de Gretchen crecía dentro de él como un cáncer y, a pesar de su corrupción, algo en su interior continuaba anhelando la luz.
Mientras Fausto iba haciéndose viejo, Mefistófeles esperaba con paciencia y satisfacción, pues pronto llegaría
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