Conferencia Mitos Y Verdades
Enviado por skacho • 25 de Noviembre de 2013 • 431 Palabras (2 Páginas) • 527 Visitas
Kenji Orito Yokoi Díaz, el más acérrimo defensor de los principios y de los valores, dijo ayer que: "los colombianos son más inteligentes que los japoneses".
La afirmación, a decir verdad, sorprendió a muchos. ¡Y no es para menos! Sobre todo si se tiene en cuenta que el mundo entero admite que la mente de los japoneses funciona en dimensiones superiores en las ramas de la ciencia, la educación y la tecnología.
El argumento de este hombre, colombo-japonés, y quien ha emocionado a más de un latino al hablar de las riquezas de nuestra tierra.
Él se atreve a decir que el colombiano ha demostrado ser más brillante que muchas personas en el mundo: "es creativo, hábil para los negocios, tiene carisma, es feliz y espontáneo, es buena gente y, sobre todo, se le mide a cualquier tarea”.
Lo único que le hace falta a nuestra gente, según expresa, "es un ingrediente clave para explotar su sabiduría: la disciplina".
Argumenta que la disciplina de los japoneses, y no la inteligencia, es la que ha convertido al país japón en el más desarrollado y seguro del mundo. De hecho, esa es una tierra en donde no existen robos; porque allá el hurto es inconcebible en su mentalidad.
El japonés no es inteligente, es disciplinado; ese es su secreto. El colombiano sí es brillante de verdad: lo que no sabe se lo inventa, pero no es disciplinado. Es un sencillo juego de palabras que tiene mucho sentido. Japón es un país pobre, pero descubrió después de una guerra que si valoraba el recurso más grande que tiene un país, que no es su oro, ni su petróleo, ni sus esmeraldas, ni sus flores, sino la gente; entonces llega el éxito y el progreso. Colombia sí es rica, Japón es un país que vive en la riqueza.
No creo en la pobreza de Colombia, creo que hay mentalidad de pobreza. La verdad es que Colombia es un país rico que se da las mañas de vivir en la miseria. Dicho en otras palabras, sufrimos de pobreza mental, nos creemos pobres, creemos que no tenemos, y esto es alimentado por donaciones, limosnas y pesares.
Hay formas de enfrentar nuestra realidad: una es con mucho resentimiento social y la otra es dándonos cuenta de que si estamos vivos podemos sonreír y enfrentarlo con alegría. Me parece que esto último es lo que importa en muchos países latinos. Creo que el colombiano, aprendió a enfrentar sus dificultades. Y a pesar de lo que padece día a día, aprendió a transmitirles a sus hijos lo importante de estar vivo.
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