Cooperación regional en la preservación de los intereses marítimos nacionales.
Enviado por pablocabrio • 20 de Noviembre de 2016 • Trabajo • 5.141 Palabras (21 Páginas) • 255 Visitas
Cooperación regional en la preservación de los intereses marítimos nacionales.
Pablo Octavio Cabrio
Cátedra: Recursos Naturales, Geopolítica y desarrollo en América Latina.
Resumen: La vinculación natural de nuestro país con el mar y los espacios que lo componen, me ha llevado a hacer un repaso de los vastos recursos que nos proporciona, y la importancia que ellos tienen para el desarrollo nacional. Esto los configura en intereses marítimos nacionales cuya importancia estratégica implica la necesidad de su control para el usufructo propio y la negación de lo propio a otros actores que se lo propongan para sí mismos sin nuestro consentimiento. El propósito de este trabajo es analizar si tenemos el poder naval suficiente para hacerlo, y de no ser así, si deberíamos apelar a una estrategia de cooperación regional con quienes compartan nuestros intereses y limitaciones.
Palabras – clave: Cooperación – Intereses Marítimos – Capacidad de control.
Introducción.
Antes de introducirme de lleno en el objeto de este ensayo, creo conveniente centrar la mirada sobre nuestra vinculación innata con el mar. Para eso, observando un mapa del mundo es fácil advertir que la superficie de nuestro planeta está dominada por las aguas, que ocupan un 71 % de la extensión total del globo. Con un poco más de detenimiento, podemos notar que la distribución de este porcentaje no es uniforme, quedando en el Hemisferio Sur una porción aún mayor, llegando al 81%. Nuestro territorio se ubica así, en lo que bien podríamos describir como una verdadera cuña enclavada en un inmenso espacio marítimo.
Con más de 5.000 kilómetros de costas bañadas por el Océano Atlántico, Argentina resulta pues, un espacio geográfico de indudable carácter “marítimo”. Esta primera y simple observación, sería motivo suficiente para despertar nuestro interés por el conocimiento de las oportunidades, posibilidades y también desafíos, que dichos espacios dominantes plantean.
Del mar se obtienen productos pesqueros que además de proveer el consumo interno, proporcionan a través de su comercio a otros países, una importante fuente de ingresos. También se obtiene, en forma de petróleo y gas, parte de la energía necesaria para nuestro abastecimiento y desarrollo. A través del mar, llega y es despachada la mayor parte de las importaciones y exportaciones de materias primas y productos manufacturados.
Lo anteriormente expuesto conlleva un cúmulo de demandas y de oportunidades para el desarrollo de fuentes de trabajo y riqueza, en una cadena que incluye entre otras necesidades, las de disponer de buques mercantes apropiadamente tripulados, de facilidades y servicios portuarios, y de establecimientos industriales para el mantenimiento y construcción de naves.
Para explotar con amplitud las oportunidades que el mar provee, como vía de comunicación y como fuente de riquezas, se requiere el ejercicio de la soberanía en las zonas que por derecho nos corresponda y proyectar los intereses hasta donde nuestras capacidades lo permitan[1].
Y es en este punto que me quiero detener, para plantear el primer interrogante que me surge: ¿tenemos un poder naval suficiente, entendiendo por éste no solo al poder militar, sino también, como definiera el visionario Vicealmirante Segundo Storni, “producciones, transportes propios y mercados”, suficiente para gestionar, en el más amplio sentido de la palabra, los intereses marítimos nacionales?
Partiendo de este interrogante a la hipótesis, en caso de no poseerlo, ¿deberíamos fomentar el camino del cooperativismo regional para, a través de este mecanismo, aunar esfuerzos con aquellos Estados que se encuentran en el mismo dilema?
Intereses Marítimos en términos de “Recursos y Usos” de nuestro mar y ríos.
Para dar respuesta a la hipótesis planteada, es necesario en primer lugar definir nuestros intereses marítimos en términos de “recursos”, es decir aquellos bienes naturales disponibles para su explotación, y “usos”, o conjunto de actividades distintas a la extracción de recursos, apuntados al desarrollo económico y social de la población.
Uno de los criterios utilizados para clasificar los recursos naturales es por su capacidad de recuperación. De esta manera hablamos de recursos renovables y no renovables. Los primeros son los que admiten una explotación indefinidamente extendida en el tiempo, a condición de que se respeten determinadas normas de racionalidad en su extracción o aprovechamiento. Los recursos no renovables en cambio, son aquellos que por ser finitos, tienden a agotarse progresivamente con la explotación.
Entre los primeros, encontramos en el mar y los ríos el hábitat para una variada cantidad de especies animales y vegetales. La mayor parte de estas especies marinas habitan cerca de los límites del océano en su superficie, fondo y las áreas costeras.
Diversos tipos de peces, crustáceos, moluscos y otras especies aptas para la alimentación, constituyen el recurso básico que da vida y sustenta a nuestra industria pesquera.
La flora presente en el mar también proporciona una fuente de recursos destinados tanto a la alimentación, como a distintos usos terapéuticos e industriales.
Asimismo, el agua de mar en sí misma, nos provee de sales, bromo, magnesio por citar algunos minerales y metales, y a través de la desalinización, también de agua dulce. El movimiento de las aguas, proporciona la posibilidad de generación de energía a través de plantas hidroeléctricas instaladas en ríos, como así también por medio de métodos en desarrollo, de los cuales probablemente escucharemos en el futuro no muy lejano, a medida que la evolución tecnológica y condiciones económicas lo permitan, a través de las mareas, olas y diferencias térmicas del agua.
Entre los segundos, los minerales y combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) constituyen los ejemplos característicos. El lecho del mar y su subsuelo poseen un rico potencial de recursos minerales y orgánicos. En su mayoría, no son fácilmente accesibles, por lo que la explotación requiere superar desafíos tecnológicos y demanda altos costos. Sin embargo, estos recursos adquirirán importancia creciente, debido al progresivo agotamiento de los que se encuentra en tierra. Los hidrocarburos representan más del 95% del valor económico de toda la producción marina actual de recursos no renovables. De ellos depende la mayor parte de la industria y el transporte.
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