Cosas de la vida.

Tengo la necesidad ética de escribir sobre este tema porque en varias publicaciones de diversa índole como también en universidades vengo escuchando últimamente que la razón de ser de las empresas es producir utilidades económicas, es decir, hacer plata. Acepto que ese sea uno de los objetivos dignos de considerarse de manera importante, pero no es el objetivo central ni mucho menos la razón de ser de una empresa.
Si partimos del postulado de que la razón de ser de la empresa es hacer plata podemos caer en una situación que me parece peligrosa y hasta ausente de ética. Porque por hacer dinero pagamos malos salarios, presionamos la gente para que renuncie si nos conviene, abusamos de los proveedores comprándoles a un precio inferior al justo, negociamos la salida de personas con indemnizaciones poco ortodoxas. Inclusive, podemos caer en el peligro de aplicar la legalidad en los actos por encima de la justicia. Muchas empresas se amparan en decisiones legales sin preguntarse si son o no justas y esto es anti-ético. Dije que siento la responsabilidad ética porque es muy generalizada esa creencia, y si desde la universidad le estamos infundiendo ese concepto a los estudiantes a quienes les entregaremos el destino de las empresas, entonces esa manera de ver la vida empresarial me pone supremamente nervioso.
Con todo el rigor de la vehemencia tengo que decir que la razón de ser de una empresa no puede ser hacer plata. Ese es un ideal muy bajo porque por incompleto es peligroso. Además existir para hacer dinero no puede ser un ideal noble y quienes han creído en esa perspectiva terminan siendo monstruos con la humanidad. Creo que un empresario que se respete debería ofenderse ante semejante afirmación. A veces pienso que mucha culpa de esta crisis de valores de que tanto nos quejamos reside en buena parte en que somos complacientes y livianos con temas de fondo como los es la razón de ser hacer empresa.
Una empresa existe porque en sí misma es una bella contribución a la humanidad, porque desarrolla una sociedad, porque es el medio a través del cual una idea poderosa puede llevarse a cabo con nobleza.
Porque permite la supervivencia del género humano, porque es una fuente inagotable de oportunidades para que la inteligencia alcance sus máximos niveles. A estas horas de la lectura ya muchos me tratarán de ingenuo o soñador, pero para que seamos más de un los ingenuos quiero compartir con usted, amigo lector, las razones que impulsaron a empresarios de talla mundial.
David Packard fundador de Hewlett-Packard lo expresaba de este modo: “Nuestra tarea primordial es diseñar, desarrollar y manufacturar el mejor equipo electrónico para el avance de la ciencia y el bienestar de la humanidad”. Luego expresa “Maximizar la riqueza de los accionistas siempre ha estado muy abajo en la lista de nuestras prioridades”. En 1886 otro gran visionario, ingenuo y soñador como yo llamado Robert W. Johnson funda a esa espectacular empresa llamada Johnson & Johnson con el propósito de “aliviar el dolor y la enfermedad” según sus propias palabras. Y añadía “Cuando hayamos logrado ese propósito los accionistas deberán recibir un rendimiento equitativo”.
En uno de mis primeros artículos en este periódico hablé de la ideología de Sony, con la venia de usted amigo lector, permítame volverla a citar porque apoya mi argumento. Masaru Ibuka lo expresó así: “Sony será un lugar de trabajo en el que los ingenieros puedan experimentar el placer de la innovación tecnológica, tener consciencia de su misión en la sociedad, y trabajar sin restricción ninguna”. Quiero hacer especial énfasis en este propósito noble del señor Ibuka en un Japón destruido y en el que sobrevivir ya era casi una proeza.
Propósitos nobles para fundar empresas se encuentran también en Paul Galvin de Motorola, En el señor Marriot de la gran cadena hotelera quien decía que “el factor motivador de la empresa no es el dinero sino más bien el sentido de orgullo y realización que proviene de hacer el trabajo realmente bien”.
Para quienes creen que la razón de ser de una empresa es hacer dinero se les aplica muy bien la frase de Oscar Wilde quien decía “Hombre de negocios es una persona que sabe el precio de todo y el valor de nada”. En ese mismo contexto para ese tipo de empresarios, comerciantes, asesores o docentes, lo fundamental es velar por el crecimiento del mercado, por mantener la rentabilidad alta y aumentar el beneficio y el valor de las acciones. Estoy convencido de que cuando partimos del concepto miserable de hacer plata en la vida empresarial nos estamos exponiendo a desarrollar una sociedad donde los valores y principios se vuelven negociables y circunstanciales.
Creo que el vacío ético de nuestra sociedad obedece en gran parte a que en las empresas cuidamos y analizamos escrupulosamente los estados financieros y no somos iguales de exigentes con la responsabilidad ética que estamos llamados a cultivar si queremos sociedades prosperas para que los negocios crezcan fortalecidos y se vuelvan perennes. Tenemos que rebelarnos positivamente contra la mezquindad de fundamentar la razón de ser de la vida empresarial en plata porque de esa manera estamos anteponiendo los intereses particulares del negocio sobre los de la comunidad, lastimosamente este tipo de práctica nos está asfixiando y las consecuencias serán de empresas ricas y poderosas para una sociedad pobre, lo cual, necesariamente ocasionará la ruina empresarial. La razón de ser de una empresa debe basarse en fines nobles, de lo contrario la empresa terminará siendo víctima de la misma sociedad que ignoró y de la que quiso sacar provecho. Tom Morris un experto de desarrollo empresarial de clase mundial expresa “El arte de los negocios es crear estructuras en cuyo seno las asociaciones humanas puedan crecer y vivir bien”.

...