Critica De Una Estacion De Amor De Horacio Quiroga
Enviado por leslieflores • 27 de Marzo de 2012 • 376 Palabras (2 Páginas) • 1.627 Visitas
#LA MENINGITIS Y SU SOMBRA#
No vuelvo de mi sorpresa. ¿Qué diablos quieren decir la carta de
Funes, y luego la charla del médico? Confieso no entender una palabra
de todo esto.
He aquí las cosas. Hace cuatro horas, a las 7 de la mañana, recibo una
tarjeta de Funes, que dice así:
_Estimado amigo:
Si no tiene inconveniente, le ruego que pase esta noche
por casa. Si tengo tiempo iré a verlo antes. Muy suyo
Luis María Funes_.
Aquí ha comenzado mi sorpresa. No se invita a nadie, que yo sepa, a
las siete de la mañana para una presunta conversación en la noche, sin
un motivo serio. ¿Qué me puede querer Funes? Mi amistad con él es
bastante vaga, y en cuanto a su casa, he estado allí una sola vez. Por
cierto que tiene dos hermanas bastante monas.
Así, pues, he quedado intrigado. Esto en cuanto a Funes. Y he aquí que
una hora después, en el momento en que salía de casa, llega el doctor
Ayestarain, otro sujeto de quien he sido condiscípulo en el colegio
nacional, y con quien tengo en suma la misma relación a lo lejos que
con Funes.
Y el hombre me habla de a, b y c, para concluir:
-Veamos, Durán: Vd. comprende de sobra que no he venido a verlo a
esta hora para hablarle de pavadas; ¿no es cierto?
-Me parece que sí-no pude menos que responderle.
-Es claro. Así, pues, me va a permitir una pregunta, una sola. Todo
lo que tenga de indiscreta, se lo explicaré en seguida. ¿Me permite?
-Todo lo que quiera-le respondí francamente, aunque poniéndome al
mismo tiempo en guardia.
Ayestarain me miró entonces sonriendo, como se sonríen los hombres
entre ellos, y me hizo esta pregunta disparatada:
-¿Qué clase de inclinación siente Vd. hacia María Elvira Funes?
¡Ah, ah! ¡Por aquí andaba la cosa, entonces! ¡María Elvira Funes,
hermana de Luis María Funes, todos en María! ¡Pero si apenas conocía a
esa persona! Nada extraño, pues, que mirara al médico como quien mira
a un loco.
-¿María Elvira Funes?-repetí.-Ningún grado ni ninguna inclinación.
La conozco apenas. Y ahora...
-No, permítame-me interrumpió.-Le aseguro que es una cosa bastante
seria... ¿Me podría dar palabra de compañero de que no hay nada
...