Cultura En El Peru
Enviado por mary2685 • 14 de Febrero de 2014 • 4.249 Palabras (17 Páginas) • 355 Visitas
¿Cómo lograr la identidad cultural frente al avasallamiento de los medios masivos de comunicación? ¿Cuál es la perspectiva de la cultura andina, ésta constituye realmente la esencia de la construcción de nuestra nacionalidad? ¿Cómo contrarrestar la influencia de estilos y modos de vida que nos vienen ahora de la metrópoli norteamericana? ¿Cómo vencer las modernas técnicas de modelación de la conducta y de manipulación que proporciona la psicología en boga? El presente artículo trata de dar algunas pistas de trabajo que permitan una respuesta amplia a las acuciantes interrogantes que se acaban de plantear.
INTRODUCCION
Conforme muchos lo señalan, la fisonomía cultural de nuestro país ha cambiado rápidamente como consecuencia de profundos procesos de migración y de urbanización que se han venido produciendo especialmente desde estas cinco últimas décadas. Procesos de intensa movilización geográfica, social y política que han dado lugar, necesariamente, a cambios en los valores y en la manera de interpretar el mundo. En el Perú, las ciudades son, cada vez más y como muchos lo han advertido, escenarios del encuentro de expresiones cultu-rales de todas las regiones, de la andina y amazónica en particular. A la par, se observa en el campo, debido principalmente a la influencia de los medios de comunicación masivos, la práctica de estilos de vida propios de la ciudad, lo que conlleva a cambios en los esquemas de pensamiento y de orientación valórica de las personas. Hoy en día, se habla insistentemente del Perú como un país de “todas las sangres”-para usar la expresión de José María Arguedas- un país en tránsito de su definición cultural mediante la fusión de múltiples perspectivas culturales.
Aunque esto significaría postular la existencia de un país pluricultural donde habría si no la libre expresión, por lo menos el reconocimiento o la convivencia entre varias culturas, el futuro se presenta incierto.
Estamos, evidentemente, ante una situación producto de la globalización, entendida ésta como un proceso de redefinición de la estructura y carácter de las relaciones sociales y de sus modos de interpretarlas y de organizarlas, redefinición comandada por las exigencias de competitividad y de reorganización hasta límites nunca antes vistos, de los grandes consorcios de capital financiero. Este proceso de redefinición no tiene un carácter solamente local, provincial o nacional, sino mundial, esto es, afecta a todos los países en su totalidad. La globalización requiere necesariamente como vehículo material, la modernización, lo que significa en nuestra época actual la expansión y uso de especialmente las modernas tecnologías electrónicas de información y comunicación (NTICs). Es en base a estas nuevas tecnologías y a su generalización a todos los rincones del mundo, como la globalización puede llevarse a cabo.
En un país como el nuestro, al que se puede denominar con toda propiedad, postcolonial, como lo postulan las teorías de la postcolonialidad y la propuesta del pedagogo canadiense Peter Mc Laren1 , la tarea histórica consiste en cómo construir, como lo afirma Quijano (op. cit.) un proceso de “reoriginalización cultural”: la crea-ción de una nueva cultura que nazca de nuestra propia realidad, una cultura propia, soberana y autónoma y no una que asuma mecánicamente todo lo que viene de fuera. Esto significa que el problema fundamental de países como el nuestro sigue siendo el problema nacional, en nuestro caso, cómo construir la nación peruana. No a la manera de los Estados-Nación de Europa del siglo antepasado, sino a la luz de los tiempos actuales de la globalización y de su cara aparentemente contradictoria: el neoliberalismo.
En este sentido, creemos que la escuela y la educación en nuestro país tienen todavía un largo papel que cumplir. Su potencialidad como elementos que concurren a la construcción de la nacionalidad, aún no está agotada. Ello significa la necesidad de desarrollar una educación y una escuela alternativas que puedan darse como parte del proceso de construcción de un Proyecto Histórico Nacional verdaderamente democrático en nuestro país.
EL CONCEPTO DE IDENTIDAD
Desde un punto de vista psicológico, el concepto de identidad apela al sujeto viviente y concreto, es decir, para que haya identidad es necesario que haya personas que la experimenten y la vivencien. Desde este punto de vista, la identidad en tanto fenómeno psicológico, aparece con dos dimensiones: 1º El conjunto de expe-riencias que conforman la vida de cada cual o biografía personal o proceso de construcción del yo, A esto se le puede denominar la “sustancia” de la identidad: aquello de lo cual está constituida. La segunda dimensión se refiere a que todo ello implica un componente afectivo, pues se ama lo que se vive, aquello que constituye nuestra querencia. Implica la aceptación de sí mismo y su correspondiente valoración y revalorización. El componente afectivo significa amarse a sí mismo, autoestimarse y respetarse. Esta dimensión afectiva es indispensable para cada persona, sin ella no es posible vivir. Precisamente los enfermos mentales han perdido su identidad original y su propia estimación; son alienados, es decir, no se encuentran a sí mismos sino fuera de ellos, en el Otro. Por eso, los campesinos migrantes a la urbe capitalina, al sentirse desarraigados de su mundo, se esfuerzan por construir una nueva identidad, y lo hacen recogiendo los nuevos patrones culturales pero conservando los antiguos. El resultado es una nueva identidad, en la que se han redefinido los elementos culturales tanto de los lugares de origen como los del nuevo escenario urbano en el cual comienzan a vivir. A esto Quijano le llamó “proceso de cholificación”, expresión que por supuesto no tiene nada de peyorativa.
Pero la identidad no es un fenómeno únicamente psicológico o personal. La identidad rebasa los límites de lo puramente psicológico. Hay que comprenderla como un fenómeno histórico, que se da en el plano de lo socio-político-cultural así como en el plano de lo nacional, regional o subregional.
La identidad cultural por ejemplo, quiere decir un conjunto de creencias, modos de pensar, fines, valores, modo de percibir las cosas e inclusos concepciones del mundo, que son comunes o compartidas por un conjunto de personas en un determinado lugar. El problema metodológico consiste entonces en cómo llegar a saber las múltiples y complejas relaciones entre la interioridad individual y los planos social político y cultural. Sabemos hasta hoy que lo psicológico es la base sin la cual no puede existir identidad. Pero otra cosa es pretender explicar lo social por lo psicológico. Otra cosa muy distinta es pretender que la identidad en tanto fenómeno socio-cultural es el resultado
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