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DESARROLLO Y POLITICAS SOCIALES


Enviado por   •  18 de Abril de 2014  •  Tesis  •  2.646 Palabras (11 Páginas)  •  531 Visitas

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DESARROLLO Y POLITICAS SOCIALES

INTRODUCCION.

Este ensayo examina la idea de “desarrollo” y su relación con políticas públicas que se han realizado en la segunda parte del siglo XX, a objeto de ofrecer miradas alternativas que superen las contradicciones que han operado en esta relación. Para ello, en la primera parte se revisa críticamente la noción de desarrollo como indicador de bienestar social, noción que ha orientado las políticas públicas implementadas en el período.

En los últimos años, ha surgido en América Latina un nuevo modelo de desarrollo, cuya difusión fue facilitado por los cambios acaecidos en la economía mundial (globalización, innovación tecnológica) y sus repercusiones en la región. A su respecto se ha generado un consenso en torno a los postulados económicos

y también hay acuerdos -que se traducen lentamente en medidas concretas- respecto a los roles asignados al Estado. En cuanto a las políticas sociales con dificultad se va tomando conciencia de las limitaciones de la manera tradicional de llevarlas a cabo y de la necesidad de renovar los criterios para su diseño e implementación.

La palabra desarrollo es un término que se usa en diferentes esferas, como verbo y/o sustantivo: desarrollar alguna actividad, el desarrollo de las personas, el desarrollo artístico. Pero no es un concepto que solo se refiera a la acción, sino que implica un aumento, una evolución, un progreso. El desarrollo es un concepto que se ha utilizado en la teoría económica, para indicar una medida de progreso de las sociedades occidentales en la organización de sus recursos y en las relaciones de intercambio de objetos materiales e inmateriales entre los sujetos que constituyen dichas sociedades.

“un bienestar material, normalmente reflejado en el alza del ingreso real por habitante, y condicionado por la productividad del trabajo lo que a su vez conlleva el aumento del capital por hombre ocupado. La mayor densidad de capital se va logrando a medida que la acumulación se lleva a cabo bajo el impulso del avance tecnológico, necesario para preservar márgenes de ganancia que aseguren la continuidad de la misma. Así pues, consideradas en el mayor nivel de abstracción las ideas de desarrollo económico coinciden con las contenidas en líneas generales en las teorías del crecimiento de origen neoclásico y keynesiano”

Luego de la segunda guerra mundial, se crea el sistema de Naciones Unidas, como mecanismo internacional para resguardar la paz mundial y promover el desarrollo; desde allí, específicamente la CEPAL (Comisión económica para América Latina), creada en 1948, se haría cargo de promover políticas públicas de desarrollo económico para la región1. Los coletazos económicos generados por la guerra, la emergencia de la industrialización en América Latina y las concepciones keynesianas tendientes a fortalecer el papel del estado en las economías nacionales, son ingredientes adicionales para la expansión económica en la región.

El diagnóstico que hacían cientistas sociales latinoamericanos en los años 50 y que fundamentaba a la vez tal expansión, estaba construido en torno a las relaciones de dependencia que las economías de la región tenían con las economías del norte, lo que se denominó el sistema centro – periferia (Rodríguez, 2006). A juicio de los estructuralistas, estas relaciones eran una de las causas principales del subdesarrollo. Para revertirlo, era necesario impulsar una estrategia de crecimiento económico por medio de la industrialización por sustitución de importaciones (Muñoz, 1986). Entonces, el crecimiento económico se constituyó en una reducción práctica del concepto de desarrollo, formando parte de la base ideológica de las políticas públicas de desarrollo durante la segunda mitad del siglo XX.

En coherencia con lo anterior, de acuerdo al análisis centro – periferia, el desarrollo logrado por las economías del centro (los países desarrollados), el progreso técnico y la acumulación de capital, se debía principalmente a un retraso inicial de las economías de la periferia, las cuales exhibían un modelo económico centrado en el desarrollo hacia afuera, es decir, en la exportación de bienes primarios, que no requerían grandes avances técnicos o de capital;

mientras que el mercado interno de productos más elaborados era abastecido mediante las importaciones desde el centro. Un círculo vicioso, que mantenía una dinámica de desarrollo

El desarrollo y las políticas públicas desiguales, basada en relaciones de dependencia tecnológica, que se expresa en niveles de ingreso ostensiblemente inferiores.

Entonces, la superación de tal círculo vicioso debería enfocarse a las causas del sub-desarrollo, sobre todo en su componente “dependencia”, lo que fundamentaba los esfuerzos para favorecer el modelo de industrialización por sustitución de importaciones. Este modelo se constituía en “una opción privilegiada de cambio estructural, como el camino que permitiría transformar una estructura arcaica (el modelo de desarrollo hacia afuera) en una estructura moderna” (Muñoz 1986:97).

No obstante, las políticas impulsadas en torno a la industrialización, exhibirían síntomas de agotamiento a finales de la década del 60: “La tecnología que América Latina tuvo que asimilar en la mitad del siglo XX es altamente ahorrativa de mano de obra y extremadamente exigente en lo que respecta a las dimensiones del mercado. Dentro de las condiciones presentes de América Latina la regla tiende a ser el monopolio o el oligopolio y una progresiva concentración del ingreso, la cual, a su vez, al condicionar la composición de la demanda, orienta las inversiones hacia ciertas industrias que son exactamente las de elevado coeficiente de capital y más exigentes en lo que respecta a las condiciones de mercado. La experiencia en América Latina ha demostrado que ese tipo de industrialización sustitutiva tiende a perder impulso al agotarse la fase de las sustituciones “fáciles” y provoca eventualmente el estancamiento”. De este modo, las políticas económicas impulsadas hasta la fecha no habían logrado su objetivo en torno a reducir la dependencia económica, produciéndose un giro inesperado. El modelo de desarrollo hacia adentro había entrado en crisis y era necesario reconfigurar las economías de la región hacia un nuevo estilo de crecimiento económico que considerara la intensificación de las exportaciones. Las crisis políticas y la polarización ideológica de principios de la década del 70, derivaron en un cambio estructural

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