DIRECCIÓN PARTICIPATIVA

DIRECCIÓN PARTICIPATIVA

Referirse a la participación resulta más fácil que ponerla en acción, dado lo confuso que resulta desarrollar procesos participativos, porque existen rasgos de cultura organizacional muy arraigados y faltan habilidades en el uso de las técnicas de dirección que tengan como propósito garantizar la participación, lo que no se logra sólo al adquirir conocimientos, sino a practicarlos para alcanzar habilidades en los directivos y que estos en su actuar logren transferirlas a sus subordinados para aumentar el grado de participación.

La dirección participativa debe constituirse en una política empresarial y su instrumentación puede ser más o menos rápida en dependencia de cómo los colectivos aprendan las habilidades necesarias para utilizarla, siempre que se desarrollen actividades grupales, habilidades en los procesos de comunicación interpersonal, que se apliquen las reglas para trabajar en grupo y, entre ellas, que aprendan a evaluar su comportamiento colectivo o, lo que es lo mismo, saber retroalimentarse, tanto el grupo en su conjunto como cada uno de sus miembros.

Lo cierto es que, la complejidad del trabajo del directivo exige un alto grado de organización, pues resulta incapaz de realizar eficientemente las tareas que le están encomendadas, además se convierte en un elemento perturbador del trabajo de sus superiores y subordinados.

En la actualidad, son diversos los instrumentos que en cada circunstancia pueden ser empleados para ajustarse a las necesidades en las condiciones en que tiene lugar el problema y su posible solución al someterlo al criterio del equipo. Lo cierto es que, cualquier instrumento que se utilice como soporte de esta técnica debe encontrar la participación colectiva, para que se aborde con interés y entusiasmo el cumplimiento de las decisiones.

El trabajo en equipo, la toma de decisiones y el proceso de identificación y solución de problemas resultan vitales en su utilización para el desarrollo de los procesos de dirección en las organizaciones, por las posibilidades que brindan a los directivos de aprovechar las fortalezas propias de cada una o de manera integrada para hacer efectiva una dirección participativa .

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