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DISLALIA DISCALCULIA DISLEXIA


Enviado por   •  15 de Junio de 2015  •  2.557 Palabras (11 Páginas)  •  428 Visitas

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RESUMEN DISCALCULIA, DISGRAFIA Y DISLEXIA.

Estudios del Lenguaje y sus trastornos

Profesora, Rosa SANDOVAL

Alumna, Natalia Romina FRANCO

DNI: 33339398

PROBLEMAS ASOCIADOS A LA DISLEXIA

CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS DEL DESARROLLO QUE REPERCUTEN EN EL APRENDIZAJE.

Trastorno déficit de de atención/hiperactividad (TDAH)

Es el trastorno que se asocia con más frecuencia a la dislexia.

Se ha podido destacar que los niños con hiperactividad, difieren en algunos aspectos de los niños sin hiperactividad, más allá de los propios criterios utilizados para ubicarlos en uno u otro grupo. Los niños más hiperactivos se han mostrado más oposicionistas y rechazados por sus compañeros, con más baja autoestima, más depresivos y más afectados en los tests cognitivos y motores que los niños menos hiperactivos. Además, en los niños más hiperactivos se han identificado más problemas de lenguaje y problemas matrimoniales entre sus padres. Por el contrario, los niños menos hiperactivos se han mostrado más ansiosos, soñadores, letárgicos y perezosos que los otros niños. Por lo que respecta al rendimiento escolar, el grupo menos hiperactivo presenta mayor fracaso escolar, especialmente en matemáticas, y un mayor porcentaje de trastornos del aprendizaje Las diferencias observados en el tipo de atención afectada en uno u otro grupo podrían relacionarse con un locus anatómico distinto. El TDAH podría ser un problema de las vías prefrontales límbicas, especialmente en el estriado, mientras que el TDA sin hiperactividad podría afectar áreas más posteriores de asociación cortical y subcortical, y el sistema del hipocampo. Esto podría implicar a la dopamina en el grupo más hiperactivos, mientras que en el caso de los niños menos hiperactivos se implicarían la norepinefrina. Según esto, los patrones de comorbilidad psiquiátrica deberían ser distintos entre ambos grupos. Basándose en los estudios aportados hasta la actualidad es posible que ambos subtipos correspondan a trastornos distintos, y no a distintas formas de un mismo trastorno atencional.

DISGRAFIA.

La disgrafía se define, de acuerdo con el DSM-IV, como la discrepancia entre las capacidades de escribir y la edad, que causa una interferencia con las actividades de la vida cotidiana para las que se requiere la escritura. De acuerdo con esta definición, no se hace referencia a que la falta de capacidades para escribir venga determinada por una baja calidad gráfica de los escritos o por deficiencias en la ortografía natural y arbitraria. La disgrafía puede agruparse en tres subtipos, según los mecanismos neurológicos implicados. La disgrafía basada en el lenguaje consiste en la dificultad para construir correctamente las palabras escritas. Para escribir se requiere que, a partir de un fonema, se construya el grafema mediante la escritura. Se trata, por tanto, del mismo proceso que se realiza para la lectura, pero a la inversa. Por este motivo, conecta muy directamente con la dislexia. Los errores de ortografía son más frecuentes en palabras que contienen grafemas ambiguos o poco diferenciados, puesto que ofrecen una mayor dificultad para su discriminación. Los grafemas que se corresponden con fonemas similares también constituyen una fuente fácil de errores. En la práctica, casi todos los niños disléxicos tienen dificultades ortográficas, de forma que la escritura al dictado es un buen parámetro para valorar la dislexia. Sin embargo, existen niños con dificultades ortográficas que leen perfectamente, dando a entender que ambos problemas –el disléxico y el disgráfico–, si bien tienen mucho en común, no son superponibles. Por ello, el término ‘disgrafía’ debería reservarse, de forma exclusiva, para este último grupo que muestra disortografía, pero sin dislexia asociada. La disgrafía de ejecución motora se refiere a la capacidad de precisión en la motricidad requerida para escribir manualmente. Se trata, por tanto, de un problema puramente motor y, por ello, no relacionado directamente con los mecanismos lectores. Como pueden haber dificultades práxicas que afectan a la planificación y programación, además de mala letra, estos niños puede mostrar errores ortográficos. Paradójicamente, en ocasiones, pueden ser capaces de escribir correctamente las letras aisladas, pero cometen errores cuando tienen que ubicarlas correctamente en las palabras. La disgrafía visuoespacial se relaciona con una baja capacidad visuoespacial. Se traduce por una deficiente ubicación y distribución de la escritura en el papel y por la dificultad para acertar correctamente las separaciones entre las palabras. Los niños afectados también omiten letras y tienen especial dificultad en prever el final de la línea. Estos niños, además de mala letra, tienen poca aptitud para el dibujo.

DISCALCULIA

La discalculia consiste en un trastorno específico de las capacidades aritméticas en un niño con un nivel de inteligencia que no le impide el aprendizaje de la aritmética. También existe una importante comorbilidad con la dislexia, por lo menos en alguno de los tipos de discalculia. Ello se explica porque se implican mecanismos genéticos relacionados y porque mecanismos cognitivos comunes contribuyen al aprendizaje de la lectura y de la aritmética.

Según los procesos implicados, pueden distinguirse distintos tipos de discalculia:

Anarritmia: dificultad para suma, resta y multiplicación.

Discalculia atencional-secuencial: dificultad para el aprendizaje y evocación de las tablas.

Discalculia espacial: manejo de los problemas aritméticos con múltiples columnas.

Trastorno del desarrollo de la coordinación.

El trastorno del desarrollo de la coordinación (TDC) se define en el DSM-IV como una marcada alteración en el desarrollo de la coordinación motora que interfiere significativamente con el aprendizaje escolar o las actividades de la vida diaria, y no se debe a una enfermedad médica general.

En realidad, el TDC podría asimilarse a los llamados signos blandos, en contraposición a los signos duros, detrás de los cuales siempre subyace una lesión neurológica anatómicamente demostrable. Los signos blandos representan una evidencia sutil de alteración del sistema nervioso. Con la denominación de signos blandos se incluyen diversas disfunciones motoras: movimientos anormales, alteraciones de los reflejos, movimientos asociados, retraso en las adquisiciones motoras, mala coordinación y torpeza general. Sin embargo, estos signos pueden estar presentes en el niño, sin que ello represente ningún problema. El TDC puede formar parte de la expresión sintomática

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