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Desarrollo Socio emocional en la Primera Infancia


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2012  •  Trabajo  •  912 Palabras (4 Páginas)  •  927 Visitas

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El Desarrollo Socio emocional en la infancia

Capítulo I: Desarrollo Socio emocional en la Primera Infancia

El ser humano nace en un mundo social donde las características físicas y los patrones de comportamiento del bebé atraen el cuidado de la gente a su alrededor. Bolwby estudió el desarrollo del vínculo afectivo con los adultos e inspirándose en trabajos con primates propuso que tenía su origen en comportamientos heredados y propios de la especie conocidos como sistemas de respuesta innatos. De entre estos sistemas de respuesta innatos, la afectividad es esencial. El repertorio conductual del más joven de los niños ya incluye un componente emocional.

La afectividad es considerada por algunos autores como un factor fundamental facilitador de las primeras experiencias comunicativas en niños. El recién nacido dispone de una gama expresiva muy variada. Entre la madre y el niño se establece un sistema de interacción afectivo que da lugar al apego, establecido con las personas que interactúan con él de forma privilegiada. Conlleva determinadas conductas que tienen como fin mantener al cuidador cerca para garantizar la supervivencia. Las conductas motoras de aproximación y seguimiento son las más frecuentes. Además conlleva sentimientos por parte del niño de seguridad, bienestar y placer ante su proximidad y de la ansiedad ante situaciones de distanciamiento.

Las primeras manifestaciones afectivas (Los organizadores de la personalidad de Spitz).

Las emociones desempeñan un papel fundamental en el establecimiento de lazos afectivos entre el adulto y el niño. La expresión de estas emociones en edad temprana son “la sonrisa”, “la ansiedad ante el extraño” y “la negación”, considerados por Spitz como organizadores del desarrollo afectivo del niño y como hitos de su evolución emocional.

La sonrisa, que es el primer organizador, aparece alrededor del primer mes de vida en estado de vigilia y que se vuelve cada vez más selectiva con respecto a los estímulos que la provocan siempre en contextos sociales. Según Spitz los niños no aprenden a sonreír, sino a identificar rasgos de la cara de su cuidador. El estímulo más determinante es el rostro humano.

El segundo organizador, la ansiedad ante el extraño, tiene una manifestación variada en cada niño, tanto en la edad de aparición como en el grado. Spitz señala que es debido a que ha desarrollado memoria de evocación y por un proceso de inferencia rudimentaria compara la representación interna de su cuidador con el desconocido. Por otro lado, a raíz de los estudios realizados con niños institucionalizados, también se sabe que su manifestación depende de la calidad de la relación entre el niño y su cuidador. Otros apuntan que tiene un valor adaptativo como respuesta a ciertos indicadores de peligro de su entorno, ya que el fin es solicitar el auxilio de los padres. Desde

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