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Distopía, Otro Final De La Utopía


Enviado por   •  18 de Junio de 2014  •  2.029 Palabras (9 Páginas)  •  519 Visitas

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Distopía:

Otro final de la Utopía

La utopía del siglo XX es fundamentalmente negativa; se la ha llamado distopía, antiutopía, contrautopía, utopía negra. Son varios los nombres equivalentes para designar esta forma de literatura política. El uso aún no es frecuente.

Cuando se habla de utopía nos referimos a una larga tradición de pensamiento sobre la sociedad perfecta, que identifica perfección y armonía. En este sentido, la utopía representa un sueño de perfección social, una sociedad en la que todo los hombres querrían vivir. Y en esta, la realización de la justicia y de feliz visión.

Otras definiciones:

Neususs la define como “sueño de orden de vida verdadero y justo”

Milton o Hartlib se referían a ella como “modelo de república ideal”

“No lugar” de Moro (adquirió un significado positivo)

“La descripción minuciosa de una organización social perfecta”

Sí se puede afirmar que para todos sería un modelo a imitar, pero mientras unos la hacen inaccesible, otros autores sostienen que son realizables. Sin embargo, una de las características del presente siglo es que la utopía se convierte en temible más que atrayente, y no solo las distopías, sino también la utopía optimista, cuyo modelo de vida no parece en absoluto deseable.

Si bien la utopía no explica la forma de llegar a esa sociedad perfecta, no se debe olvidar que la esencia de la utopía no es mostrar el camino, sino el fin: no trata de describir la vía para alcanzar el objetivo, sino el objetivo mismo.

Algunas características generales de la utopía: construcción racional, a veces, fantástica; son imaginativas, pero no irracionales ni mágicas; es planificada(nada al azar); forma narrativa; su fe en la ciencia.

Funciones de la utopía:

1. Denuncia: El utopismo ha criticado las deficiencias del mundo real y ha contribuido a una toma de conciencia por parte de la sociedad.

2. Análisis: Las obras utópicas, constituyen penetrantes estudios sociológicos de la sociedad en la que se producen.

3. Incentivo: Ha aumentado la confianza en las posibilidades humanas. Contribuye a resaltar las limitaciones de la sociedad al tiempo que muestra otras formas y modos de vida.

En el siglo XX se puede observar una inversión en esa corriente de pensamiento utópico que ha acompañado al mundo occidental desde sus orígenes. Esta inversión se manifiesta en un declive generalizado de la utopía que se revela de tres formas:

1. Rechazo de la utopía: Se ha generalizado en nuestro siglo una actitud crítica hacia las “visiones felices” y las elucubraciones sobre la sociedad perfecta, propias de la utopía. Aparece con mayor fuerza una descalificación global, como la que expresan Popper, Hayek, Talmon, entre otros. Por otro lado, los conservadores (doctrina cristiana) recuerdan el pecado original y, por tanto, la inutilidad de la búsqueda de un paraíso en la tierra. Es; sin embargo, la condena del totalitarismo la que flota en la mayoría de alegatos contra la utopía. Se podría debatir acerca del carácter totalitario, pero lo que no parece admitir discusión es su carácter estático.

2. Desaparición de la creación utópica(relacionado a su continua decadencia): Las “potentes imágenes de futuro” de épocas anteriores se están desvaneciendo. En la escasez que presenta el género utópico, han influido diversas circunstancias, pero no hay que descartar que una de ellas sea el hecho mismo de que desde el punto de vista científico y tecnológico, la utopía está casi al alcance de la mano. La ciencia ha avanzado más que la imaginación, y en cierto modo, le ha cortado las alas, además que no parece haber traído la felicidad prometida. En cuanto a la utopía como generadora de modelos de sociedad, este papel es desempeñado mucho más refinado por las ciencias sociales.

3. Surgimiento de la distopía: Partiendo de la definición de Neususs, ahora en la producción utópica que se analizará nos encontramos con su negativo, realidad en vez de sueño y una forma de vida injusta y falsa en vez de real y justa. Ya no es el ideal que se propone como modelo a alcanzar, sino la realidad indeseable que se ve como posible o incluso probable. El optimismo ha cedido el paso al pesimismo.

La aparición de una literatura utópica pesimista es el reflejo de una quiebra de la fe en el Progreso que parece apagarse en el siglo XX, a pesar que la idea de progreso sigue siendo popular en el sentido de que es aceptada por sectores de la población. Este pesimismo no es sinónimo de reacción como sostienen algunos autores. En esa corriente, se inserta la utopía del siglo XX, en la que predominan las elaboraciones desesperadas ante el posible e hipotético desarrollo de la sociedad. Horowitz acusa a la distopía de intención política conservadora y sostiene que el futuro de los horrores que describen las distopías sirve para revalidar el presente como un mal menor.

La distopía no es un conjunto de prejuicios, sentimientos o ideas frente a determinados aspectos de una sociedad utópica. Esta se caracteriza fundamentalmente por el aspecto de denuncia de los posibles o hipotéticos desarrollos perniciosos de la sociedad actual. En este sentido, esta mucho más anclada en el presente que las utopías clásicas, no parte de la razón o de los principios morales para elaborar un modelo ideal, sino que reduce un mundo futuro de pesadilla a partir de la extrapolación de realidades presentes.

Los temores que se detectan a través de las distopías no se relacionan tanto con la economía como con la política, y sobre todo con la utilización política de la ciencia, cuando no con la ciencia misma. Aquella confianza en los avances del conocimiento se convierte ahora en una profunda desazón ante los posibles desarrollos de la misma. Lo habitual, la “norma”, en la utopía clásica es que la ciencia va a aportar la mase material que permita el desarrollo feliz de los hombres acabando con la escasez, solucionando todo tipo de problema, proporcionando placeres, etc.

Algunas consideraciones de autores:

Finalizando ya el siglo XIX, aparecen las primeras obras que pueden considerarse distópicas de la pluma de H. G. Wells, con él se bifurca la utopía: tradicional visión optimista y la utopía pesimista que predominará a continuación. En este autor , la cronología es a la inversa: las utopías optimistas son las escritas en último lugar (El hombre dios”,

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