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Día gris


Enviado por   •  13 de Agosto de 2015  •  Ensayo  •  512 Palabras (3 Páginas)  •  93 Visitas

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Día gris

Rafaello – 16 años

Esta mañana me levanté tarde. Me gusta observar el amanecer con calma; el sol se ha convertido en un símbolo incesante de la melancolía, una escultura palpitante de vida. Aunque para mí, el sol se ya no es vida, es tan solo un consuelo. Hasta comer es un martirio, la mayoría de mis alimentos son sintéticos, incluso mis papilas encuentran más apetecible al tenedor que a la comida. En fin, me como mi “desayuno”. El teléfono suena. Contesto. Es mi hermano.

  • ¿Cómo estás?
  • Me encuentro mejor, gracias por preguntar.
  • ¿Vendrás a trabajar? –por su tono parece estar presionado-. Te has perdido de las horas extra.
  • Si, sólo me tomaba mi tiempo. Te veo allá, en unos minutos me voy.
  • Me alegra, parece que al fin recobraste la razón. No tardes porque tenemos todavía que replantar el lote de papa, la tierra donde la colocamos no logró soportarla y parece ser que empieza a secarse. Sin mencionar que el lote de… -escucho la línea muerta-.

Es curioso, ahora las llamadas solidarias solamente pueden durar hasta un minuto, pero las malas noticias, hasta la más pequeña, duran hasta toda la vida. Me pregunto si esta vez no nos decepcionaremos. Como sea, debo apurarme. Me visto. Estos harapos que visto huelen tan bien como mi ánimo. Antes de salir de mi casa paso a despedirme de mi hijo. Mi hijo parece dormir tranquilo, no quiero despertarlo. El que ahora alguien tenga un sueño tranquilo, incluso siendo un niño, merece que nada, absolutamente nada, perturbe su sueño. Dejo la pistola cargada al lado de su almohada, es triste como los niños deben de defender hasta la muerte lo poco que le podemos brindar. Ahora los niños inútiles e indefensos somos nosotros.

Un día de escuela perdido no le hará mal, al fin y al cabo, solamente aprenden a odiarnos cada vez más, “los adultos que arruinamos su futuro” ahora intentan hacer que luchen a muerte y hasta la última gota de sangre por seguir con vida. No necesitan las charlas motivacionales de los cuatro maestros que aún tienen el valor de darles la cara a los pocos niños que serán “el futuro” de la ciudad.

Cierro la casa con varias llaves y seguros. Me dirijo al trabajo. Paso por un centro comercial. Anuncios por todas partes. Algo sucede de nuevo

(Flashback)

Entro al supermercado del centro comercial, mientras sostengo una conversación con mi madre. Se nota que está muy preocupada, más de lo habitual.

  • Mamá, ¿Por qué no podemos comprar la medicina de papi?
  • Su medicina es muy cara, apenas nos alcanza para la comida.
  • Pero el doctor dijo que…
  • Arturo, ¿Quieres comer o quieres las medicinas?
  • ¡Quiero a mi papi! –miro sus ojos (¡Vaya! Igual de llorosos que los míos)-. Puedo intentar no comer nada mam…
  • ¡No! –me sujeta el hombro derecho-. Hijo, tu padre quiere que vivas. –Suspira y esboza una sonrisa (de esas sinceras pero tristes)- Quiere que vivas para convertirte en un hombre de bien y ayudes a convertir este mundo en lugar mejor. Debes comer, para crecer sano y fuerte

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