EL AMERICANO FEO Y UN ENSAYO LITERARIO : AMERICANO "LINDO" POR DOEL LÓPEZ VELÁZQUEZ
Enviado por lucia230201 • 6 de Febrero de 2015 • 11.237 Palabras (45 Páginas) • 491 Visitas
AGUILA BLANCA
ENSAYO
MENCION HONORIFICA EN CERTAMEN DE ENSAYO DEL ATENEO
PUERTORRIQUEÑO EL 28 DE ENERO DE 1997
ALGUNOS DATOS SOBRE EL AUTOR
Doel López Velázquez ha participado en otros certámenes de ensayo donde
han sido premiados sus temas. En el año 1976 mereció el primer premio
del Ateneo Puertorriqueño por su ensayo El erotismo en la poesía de Luis
Llorens Torres; en el año 1982, La Casa del Autor Puertorriqueño le
otorga el segundo premio por su ensayo El erotismo en la poesía de Julia
de Burgos; en el año 1990 su ensayo Patria, amor y dolor en el Cerro
obtiene el primer premio del Ateneo Puertorriqueño. Este año(1997), el
Ateneo Puertorriqueño vuelve a premiarlo por su ensayo
¿Partidas Sediciosas o Liminalidad Milenarista? ¿Águila Blanca, ¿Héroe o Villano?
Con estos breves antecedentes podemos afirmar que la labor de creación literaria de Doel
continúa vigente, presente y excelente.. .
Profesor Enrique Díaz González
Universidad Interamericana - Recinto de Ponce 2
EL AMERICANO FEO Y UN AMERICANO “LINDO”
POR DOEL LÓPEZ VELÁZQUEZ
Ensayo literario premiado con mención honorífica por el Círculo
de Recreo de San Germán.
Los autores del libro El americano feo, William J. Lederer y Eugene Burdic,
quisieron explicar, adrede, la conducta moral de su nación norteamericana con los
atributos de la estética. Gracias a la sinestesia consiguieron el interés inmediato de sus
conciudadanos y su libro se convirtió en un “best seller” en aquella época: 1959 cuando
salió la primera edición del libro. Conocían los autores la estrecha relación de la moral
con la estética.
“Yo creo indudable que el que ha aprendido a distinguir lo delicado de lo vulgar, lo feo
de lo hermoso, lleva hecha media jornada para distinguir lo malo de lo bueno”.1
Esta hábil transposición de atributos morales en la categorización de la estética ayudó a la
nación norteamericana a una introspección para reordenar valores ¿ordenaron la casa?
Hablamos.
Estados Unidos de Norteamérica se ha alineado a las tres corrientes ideales de la
civilización moderna: la democracia, la ciencia y la economía de mercado. La
democracia, por lo de niveladora social, apasiona a la multitud, a la masa indiferente del
compromiso social individual, y la hace plasticina maleable para las encuestas de
aceptación popular y para el número electoral.
“La multitud, la masa anónima, no es nada por sí misma…será un instrumento de
barbarie o civilización, según carezca o no del coeficiente de una alta dirección moral”(2)
La ciencia adelanta la técnica para el progreso mecanicista que es el pivote para la
fuerza y el poder, y el mercado promociona la plusvalía que compra productos y
conciencias. Las tres fuerzas son hitos de esperanza en espacios de moral social. La
democracia porque dentro de su teoría funcional tiene la capacidad para promover la
inteligencia y la virtud por el mérito individual; la ciencia porque por su estudio metódico
y organizado pone a disposición de la masa los misterios del saber al alcance del progreso
para la vida sana, útil y feliz y el mercado pone, en cada mano individual, la posibilidad
real de disfrutar la funcionabilidad de la democracia y los avances de la ciencia en la
salud y el confort. Proyección en el enfoque utópico de la teoría. El reverso de ese
enfoque ideal, en el uso de esas tres fuerzas, sería la admonición de Dante que se
encuentra como advertencia fatídica en la entrada del infierno: “Perded toda esperanza
los que entren por aquí”. Del dueño y señor de esa fuerza acumulada depende la
1
Rodó José E.,Ariel,Editorial D.I.P.R.,San Juan, P.R. 1971,Pag. 29. 2
Idem Pag., 423
humanidad para cortejar la colindancia de los dos espacios de La Divina Comedia. Hay
tiempo para acuartelarnos en un espacio protegido con la esperanza del triunfo de Ariel
sobre Calibán si cortejamos y nos alineamos al americano “lindo” ( Washington,
Lincoln, Martin Luther King, Walter Mck. Jones…) como un detente al americano “feo”.
La democracia utilitaria norteamericana, que ha asombrado al mundo y que gira
todo su universo de poder en la pasión por el trabajo remunerado, en la rentabilidad del
dólar y en la confianza en un poder parlamentario, firme y arraigado, empieza a cortejar
la ley universal del desgaste al inventarse una nueva pasión para un viejo vicio
imperialista: el padrinazgo; el mesianismo del hermano mayor. No se puede ser padrino
sin que lo desee el compadre. La hermandad es superior al padrinazgo. La hermandad ha
sido, es y será la agenda social niveladora de la armonía a disposición de los grupos
marginados y dispersos. Se les llama fraternidades porque fraternizan sin gradaciones.
Todos son hermanos sin jerarquías . Alguien dirige sin intenciones hegemónicas. Cuando
se hegemoniza se camina inexorablemente al desfase de la armonía. Hegemoniza el que
detenta la fuerza y el poder y los usa contranatura.
El poder y la fuerza son valores genéricos: están a la disposición de la disciplina
del mejor organizado. Son fuerzas que podrían ser virtudes de acuerdo con su utilidad. Se
admira y se desea el poder y la fuerza cuando se asocian con la esperanza del rescate de
la debilidad y la desesperanza, pero se odia con mayor intensidad que al vicio más odiado
cuando promueve la indiferencia y permite la humillación. Nadie espere la nivelación
social graciosa y automática del que los posee. El acaparamiento del poder y la fuerza
en una persona, grupo o nación, será siempre anatema. La moral, como la salvación, es
siempre individual e intransferible. De la convivencia social del uno individual nace la
conducta del grupo. No habrá moral colectiva sin la suma de la moral individual. El
sátrapa es la hechura de la indolencia del pueblo. Aunque uno o dos hombres puedan
decidir, en algún momento, el destino de un grupo o de un pueblo, ningún pueblo llevará
eternamente la marca de un solo individuo. No puede el pueblo hebreo cargar
eternamente con el estigma de Herodes. Desea ardientemente el pueblo alemán el
borrador del tiempo o la amnesia colectiva, si fuera posible, para erradicar del
pensamiento humano la figura
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