EL DEPORTE Y EL ESTADO
Enviado por bebasachibis • 4 de Mayo de 2014 • 2.007 Palabras (9 Páginas) • 199 Visitas
INTRODUCCIÓN
El DEPORTE, es un fenómeno cultural (superestructural) que se originó en los primeros agrupamientos humanos como expresión mística y modo de perfeccionar la lucha por la supervivencia en un medio hostil; y que evolucionó hasta alcanzar en nuestros días la enorme importancia económica (infraestructura) que se evidencia en los balances de las fábricas multinacionales de indumentaria deportiva, en estadios y gimnasios, en los costos de la publicidad en transmisiones de espectáculos deportivos, etc.; hasta tener un trascendente peso político (estructural) que se inició orgánicamente en Inglaterra cuando a partir de Thomas Arnold, (célebre pedagogo, humanista e historiador inglés, director de la Escuela de Rugby entre 1828 y 1841, y padre del escritor y ensayista, quiso fomentar en sus alumnos la afición por los juegos reglamentados con el fin de desarrollar en ellos cualidades de iniciativa, de solidaridad, de competitividad y de juego limpio ("fair play"), basándose en la estrecha relación profesor y alumno, sin menospreciar el aspecto intelectual y el moralismo) el deporte fue instrumento esencial en la formación de los futuros funcionarios de la corona, tanto en la metrópoli como en las colonias, y que hoy es sustento efectivo de políticas internas (educativas, sanitarias, sociales, etc.) o internacionales (Cuba, U.S.A., etc.); la facilidad que como fenómeno cultural tiene el DEPORTE para traspasar sin problemas fronteras geográficas, idiomáticas y sociales, lo han llevado a constituirse en un instrumento de interpenetración cultural tremendo, a la par paradójicamente, de ser herramienta de cohesión comunitaria gracias a ese fenómeno aún poco investigado científicamente de la "identificación".
Se hace evidente entonces que la POLÍTICA DEPORTIVA es una responsabilidad ineludible del ESTADO, que actuará por acción u omisión, según la ideología de quienes lo conduzcan, pero nunca ignorando el tremendo poder que el DEPORTE detenta.
ESTADO Y POLÍTICA DEPORTIVA
Si la POLÍTICA DEPORTIVA es responsabilidad del ESTADO, la primer obligación de un "Estado activo" en colaboración y complementación con los sectores público y privado (organizaciones deportivas libres), es elaborar un MODELO DEPORTIVO abarcativo, que incluya al Deporte para Todos, al Deporte Escolar y al Deporte de Alta Competición; y que determine los modos de realizar la Formación Deportiva de Base, la Detección de Talentos, la Formación de Recursos Humanos (dirigentes, técnicos, árbitros y jueces, voluntarios, etc.,). La creación de un Centro Nacional de Información y Documentación con filiales regionales, que permita a todos estar actualizados con los últimos desarrollos mundiales, y del mismo modo un Centro Nacional de Infraestructura e Implementos con sus filiales regionales, que abarate costos, que asesore, que certifique calidad y encuadre reglamentario de escenarios e implementos deportivas, y que enseñe modos y técnicas de mantenimiento (hoy sin excepción sub mantenidos en nuestro país).
En el pensamiento opuesto, tenemos lo que se ha dado en llamar el "Estado liberal" (neo o arqui), que parte de la concepción de la necesidad del desarrollo espontáneo y libre del DEPORTE en lo declarativo, pero que en los hechos es dirigido y condicionado. A modo de ejemplo anecdótico recordemos que durante el gobierno del Sr. Martínez de Hoz, los atletas (pertenecientes mayoritariamente a la clase media baja) tenían que pagar con un recargo del 300% los implementos de su especialidad en gran parte importados, en tanto que el mencionado jefe de ese sangriento golpe de estado, liberó de derechos de importación a 300.000 pelotitas de golf (deporte practicado por los sectores de altos ingresos).
Es obvio para nosotros, que el DEPORTE, como todos los otros componentes de la Cultura, exige una activa política estatal de promoción y desarrollo, dirigida fundamentalmente a su difusión masiva con objetivos sanitarios, educativos y sociales explícitos, y permanente supervisión del cumplimiento de los mismos; con una efectiva y real federalización del desarrollo deportivo (en nuestro fuero interno estamos convencidos que los secretarios de Cultura y de Deportes debieran recorrer el país por lo menos dos veces por año, y no precisamente como turistas).
Las Universidades Nacionales deberían asumir, tal como ya lo hizo la de Tucumán, la función formadora de docentes, técnicos, dirigentes e investigadores que la sociedad está demandando. Universidades Nacionales y Estado Nacional debieran trazarse un programa de desarrollo deportivo en las comunidades marginadas, con participación de las provincias y municipios.
Pero existen dificultades, señalemos por ejemplo, que a nivel de referentes de los partidos políticos democráticos, no hay todavía una clara conciencia sobre el carácter masivo y el alto contenido de espontaneidad propia del deporte cualquiera sea la especialidad de la que hablemos, lo que le da una profunda influencia sobre la comunidad. Solo visualizan el deporte comercial que difunden mayoritariamente los medios de comunicación
Todavía hay quien piensa que sacarse una foto con un futbolista con mucha prensa (que no siempre coincide con méritos técnicos reales) es hacer política deportiva, o que lo es regalar 11 camisetas de fútbol a un equipo de barrio.
Y para mencionar a los dos extremos de las ideologías políticas, tanto Cuba como los Estados Unidos de América del Norte tienen absolutamente en claro el valor sociopolítico y económico del deporte.
Alguna vez habrá que hacer el balance de las divisas que ingresan al país centroamericano como consecuencia de los logros de sus deportistas, entrenadores, médicos deportólogos y dirigentes distribuidos por muchísimos países del mundo; y esto sin mencionar la cohesión política interna que significan esos éxitos. Agreguemos además las divisas que dejan entrenadores y deportistas que van a perfeccionarse a ese país, y en los que en muchos casos se despierta adhesión política.
Si bien la concepción neoliberal del Estado, reinante en la nación norteamericana, hace que no tenga un ministerio de deportes, esa función la cumple (como en Italia) su Comité Olímpico Nacional, subvencionado indirectamente con cifras fabulosas mediante la desgravación impositiva a los aportes empresariales. A modo de ejemplo, una poderosa terminal automotriz paga anualmente una cifra que quintuplica (ese solo soportador) el presupuesto de nuestra Secretaria Nacional de Deportes, para que los dirigentes del Comité usen sus automóviles, y para que camiones y ómnibus que usa ese
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