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EL DESARROLLO SOCIAL DEL SICARIO, FENÓMENO ESTERIOTIPADO POR LOS MEDIOS VISUALES


Enviado por   •  15 de Mayo de 2017  •  Ensayo  •  2.747 Palabras (11 Páginas)  •  502 Visitas

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EL DESARROLLO SOCIAL DEL SICARIO, FENÓMENO ESTERIOTIPADO POR LOS MEDIOS VISUALES

Este análisis tendrá como eje central la figura del sicario[1] como fenómeno representativo de una complejidad estructural, fundada a partir de una carencia colectiva: la familia y la sociedad. Se tendrá en cuenta el papel del sicario en las adaptaciones cinematográficas en Colombia, las cuales solo se han enfocado en el desarrollo del personaje perteneciente a Medellín. Este modo de trabajo se encuentra estereotipado por unas características que el consumo mediático ha considerado aceptables para el comercio masivo. Trayendo como consecuencia la falta de una mirada colectiva en el contexto socio cultural del resto del país.

La palabra sicario, refiere a una persona que asesina a sueldo o bajo alguna motivación personal. Es considerado como un oficio generador de violencia, la cual adapta el entorno social donde se esté promoviendo. Esta figura ha sido explotada literariamente desde hace varios años, pero en este análisis abordaremos este fenómeno a partir de La virgen de los sicarios[2]  y Nadie es eterno[3]. Lo anterior, con el fin de estudiar la visión de mundo que se desarrolla de acuerdo a unos parámetros que involucra la violencia, la cual, al cambiar de escenario, genera un perfil diferente que no suele ser abordado por los medios de comunicación.

En La virgen de los sicarios encontramos un relato en primera persona; el ambiente se desarrolla en Medellín, el narrador Fernando, un hombre que se entiende a sí mismo como un ser superior, determina a través de su historia las características de un sicario: “Abuelo, si por si acaso me puedes oír del otro lado de la eternidad, te voy a decir que es un sicario: un muchachito, a veces un niño, que mata por encargo. ¿Y los hombres? Los hombres por lo general no, aquí los sicarios son niños o muchachitos, de doce, quince, diecisiete años…”[4]. Fernando, conoce a Alexis –un sicario- en la casa de un amigo, le paga por su encuentro sexual, dando a entender que el joven se dedica a la prostitución. Este rasgo equivale a que en la época donde se desarrolla la historia, estos “muchachitos” ya no son contratados por el narcotráfico, pues el capo ha muerto[5]: ya no hay trabajo.

A partir de este encuentro, Fernando sostiene una relación afectiva con Alexis, retratándonos poco a poco, las características de este; primero menciona que “la devoción repentina de la juventud me causa asombro”[6], esto se debe a que en su primer encuentro Fernando nota que Alexis lleva tres escapularios: “que son los que llevan los sicarios: uno en el cuello, otro en el antebrazo, otro en el tobillo y son: para que les den el negocio, para que no les falle la puntería y para que les paguen”[7]; también critica regularmente la manera de hablar o expresarse de su amado:

“‘El pelao debió de entregarle las llaves a la pinta esa’, comentó Alexis, mi niño, cuando le conté el suceso. O mejor dicho no comentó: diagnosticó, como un conocedor, al que hay que creerle. Y yo me quedé enredado en su frase soñando, divagando, pensando en don Rufino José Cuervo y lo mucho de agua que desde entonces había arrastrado el rio. Con “el pelao” mi niño significaba el muchacho; con “la pinta esa” el atracador; y con debió de” significa “debió” a secas: tenía que entregarle las llaves.[8]

Más adelante, Alexis presenta un gusto por la música que Fernando califica como “ruido”. Hasta ese momento su “niño” no había efectuado su papel de sicario: asesinar. La acción se presenta cuando Fernando menciona que quisiera matar a un punkero, y Alexis complaciente a cumplir sus caprichos lo asesina. Pero si tenemos en cuenta la característica principal de un sicario: persona que asesina a sueldo, Alexis no lo mata por dinero y Fernando aclara que “Lo matamos por chichipato, por bazofia, por basura, por existir. Porque contaminaba el aire y el agua del rio.[9]” Este pensamiento se convierte en un modus operandi, pues no hay una motivación monetaria por la cual Alexis deba ser el actor material de estos asesinatos.

En este relato no se indaga a profundidad el narcotráfico aunque hace alguna referencia. Tenemos presente que al ser contada en primera persona, la relación del narrador con su entorno pasa a ser el centro de la historia, llenándola de los improperios de Fernando frente al mundo que habita, la cual subordina la historia. Puesto que se advierte la falta de profundidad referente a las causas que expliquen por qué Alexis pasa a ser un sicario, no hay mención de algún suceso trascendental por la cual él se dedica al sicariato. Si bien el denuncia a modo de crítica las condiciones de pobreza extrema, y hace alusión al interés por muchachos de ayudar a sus familias; la cual es fragmentada: ausencia del padre.

Por otro lado acusa al Estado y la Iglesia[10] por ser factores carentes en el desarrollo social para con estos jóvenes pertenecientes a las comunas. Se sobrentiende que no hay nivel educativo; viven en la ignorancia, el consumismo es excesivo y padecen de un vacío existencial. Esta descomposición social se adjudica a los pobres: “Los fundadores, ya se sabe, eran campesinos: gentecita humilde que traía del campo sus costumbres, como rezar el rosario, beber aguardiente, robarle al vecino y matarse por chichiguas con el prójimo en peleas a machete[11]”. Por último al no tener visión de futuro, estos jóvenes viven con la frase: “para morir nacimos[12]”. No tienen nada que perder.

En Nadie es eterno, encontramos varias voces narrativas que van construyendo la figura del sicario. Tiene como trasfondo la masacre de Trujillo[13], ambientado en Tuluá. La visión de mundo de Pacho Tiro, difiere mucho de Alexis. Nos encontramos con una voz narrativa que nos relata el inicio del cambio violento que sufre este personaje; primero al ver como la avispa hiere a su hermano provocando una ira que desborda la venganza, y luego al ver morir a su padre, para después cobrar venganza sin ningún tipo de resentimiento:

“despacio, con maña, se les fue acercando a esos dos tipos que según cuentan, eran peligrosísimos. No les dio chance de nada porque le metió a cada uno el pico de la botella hasta el fondo del cuello, en un santiamén; cuando quisieron reaccionar, ya se estaban desangrando. ¿Y vos sabes que fue lo más horrible? Que a Pacho Tiro ni se le ocurrió salir huyendo, no, qué va, tan pronto como los vio tirados en el suelo, se les volvió a ir encima, con el vidrio en la mano, dele que dele, hasta que otros clientes del sitio lo cogieron para inmovilizarlo a la fuerza mientras llegaba el carro de la policía[14]”.

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