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EL ENSAYO Y EL TEATRO.


Enviado por   •  9 de Enero de 2016  •  Apuntes  •  7.994 Palabras (32 Páginas)  •  285 Visitas

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EL ENSAYO Y EL TEATRO.

Se suele afirmar que el siglo XVIII no fue el de mayor esplendor de nuestras letras pero tampoco es cierto que sea un siglo monolítico, donde el Neoclasicismo lo ocupara todo, sino que hubo una evolución que ha merecido la atención de la crítica.

A lo largo del siglo, tanto en Europa como en España se dejaron sentir las conquistas de la Ilustración en ciencia, economía y sobre todo política. El ascenso al poder de la clase burguesa a costa de la nobleza, de la Iglesia e incluso de la Monarquía terminó en la Revolución Francesa, que acabó para siempre con el Antiguo Régimen. En literatura, el siglo llamado “de las luces” se inclinó por una vuelta a los modelos clásicos y a sus normas. Se trataba de hacer una literatura útil, racional, que enseñara deleitando, quizás por ello se dejó de lado la lírica y la prosa de ficción, mientras se revalorizó el ensayo, la comedia de costumbres o la tragedia.

En la I mitad de siglo, aparte de Diego de Torres Villarroel, que siguió admirando a Quevedo y cultivó obras tan personales como “Vida” de estética barroca, la figura principal es Benito Jerónimo Feijoo. Tanto en “Teatro crítico universal” como en “Cartas Eruditas”, con una prosa sencilla y limpia recorre una variedad de temas con espíritu ilustrado, atacando costumbres de la sociedad como las supersticiones. También es de destacar, por su influencia posterior, la “Poética” de Francisco Luzán. Manual sobre lo que debe ser la buena literatura: sencilla, útil, respetuosa con las normas, fruto del trabajo y del conocimiento. Especial importancia dará al teatro, al que ve una herramienta de educación para el pueblo. Conceptos como el decoro, la separación de los géneros o las unidades teatrales se desarrollan a través de su ensayo.

Pero va a ser en la II mitad del siglo donde el Neoclasicismo tenga sus mejores exponentes como Melchor Gaspar de Jovellanos, aunque autor de poesía y teatro vio a estos como una diversión y prefirió el ensayo. “Informe sobre la Ley Agraria” o “Memoria sobre los espectáculos públicos” son perfectos ejemplos de prosa ilustrada. Su amigo, José Cadalso, destacó por “Cartas marruecas”, obra epistolar entre la ficción y el ensayo en las que critica los vicios y costumbres de la sociedad. Muy distintas son sus “Noches Lúgubres”, donde reina un tono desesperado y pesimista con abundantes motivos nocturnos y decadentes que han permitido incluirla dentro del prerromanticismo.

Los ilustrados se centraron mucho en el teatro por su poder de educación para el pueblo. Primero se dedicaron a erradicar las comedias de magia y figurón barrocas, muy degradadas ya. Cultivaron la tragedia, que fue ignorada por el público. “Raquel” de Vicente García de la Huerta fue la mejor obra. También cultivaron comedias dedicadas a la censura de vicios sociales, pero tampoco tuvieron éxito. Un ejemplo son sátiras como “La petimetra” de Nicolás Fernández de Moratín o comedias sentimentales como “El delincuente honrado” de Jovellanos. El público seguía prefiriendo el teatro posbarroco. El único autor que consiguió responder a la estética neoclásica a la vez de agradar al público fue Leandro Fernández de Moratín. Comedias de costumbres como “El sí de las niñas” todavía son leídas hoy en día a la vez de ser perfectos ejemplos neoclásicos.

Podemos concluir diciendo que el s. XVIII no ha dado grandes obras debido a ese carácter didáctico y racional. Pero le debemos rasgos propios de la literatura actual como la prosa sencilla y natural, la verosimilitud o el desarrollo del ensayo.


EL ROMANTICISMO.

El Romanticismo es un movimiento artístico que nació en Alemania e Inglaterra a finales del XVIII y se extendió por toda Europa hasta mediados del XIX e inauguró una nueva forma de entender el arte de la que aún hoy podemos considerarnos herederos.

Varios rasgos lo caracterizan. En primer lugar, una reacción ante el arte repetitivo y academicista ilustrado, busca impactar y conmover al público. El arte ya no será un instrumento de enseñanza, sino como cauce de expresión de un “yo” doliente e incomprendido. Se valorará la originalidad, el genio creador, la sinceridad, etc. Pero lo que más le caracteriza es su espíritu rebelde, su ansia de libertad. Libertad en las formas (nuevas métricas, mezcla de géneros, ruptura de las unidades teatrales) y libertad temática (personajes marginales, desprecio de la verosimilitud, del decoro, etc.).

Los géneros predilectos del Romanticismo fueron la poesía lírica (baladas, rimas), la más idónea para expresar la subjetividad del Yo; la poesía narrativa (romances, leyendas), largas novelas en verso ambientadas en tiempos remotos favorables a la acción heroica; la novela histórica, con el mismo afán escapista; y sobre todo, el drama romántico. Consiste en el conflicto irresoluble de un protagonista casi siempre proscrito al que una fuerza irresistible lleva a la tragedia. Los motivos que caracterizan a este movimiento son su gusto por los sepulcros, los castillos, los calabozos... Con una naturaleza hostil, llena de tormentas y bosques impenetrables que es utilizada como metáfora de los sentimientos del poeta. Ambientes nocturnos, mujeres enigmáticas, duelos a espada... pueblan sus páginas.

Aunque se habla de un prerromanticismo en autores ilustrados como Juan Meléndez Valdés o José Cadalso, hay que esperar a la muerte de Fernando VII (1833) para que este movimiento triunfe en España con autores como Martínez de la Rosa (“La conjuración de Venecia”) o el Duque de Rivas (“Don Álvaro o la fuerza del sino”). Quien mejor encarna la figura del Romanticismo exaltado es José Espronceda, autor tanto de lírica (“Canto a Teresa”) como de narrativa (“El estudiante de Salamanca”). José Larra cultivó el drama (“Macías”) y la novela histórica (“El doncel de don Enrique el valiente”), pero destacó sobre todo por sus artículos costumbristas (“Vuelva usted mañana”) donde de manera amena pero pesimista describe una sociedad atrasada. La última gran figura de este primer Romanticismo es José Zorrilla, cultivo con mucho éxito la poesía narrativa (“Elvira”) pero hoy le recordamos por su drama “Don Juan Tenorio”, versión romántica del mito del don Juan.

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