EL ESCLAVO PRISCO EN LA ACCIÓN DEL PECULIO

EL ESCLAVO PRISCO

EN LA ACCIÓN DEL PECULIO

En Tarraco, la bella ciudad Romana. Mientras las calles estaban en callada paz, la guardia romana preservaba con celo la hermosa urbe, aún incipiente, para que el sueño pudiera ejercer su efecto reparador en los cuerpos y mentes cansada de los demás habitantes, pero a quienes más les ayudaba esto, era a quienes luchaban dando espectáculo en el coliseo romano, para que otros disfruten del circo de la lucha en la arena.

Uno de estos esclavos que servía a su amo en esa disciplina de la lucha era Prisco, buen esclavo, él cual cuando no luchaba trabajaba igual para su amo.

Prisco era gladiador y combatía en el Amphitheatrum Flavium, por lo que cuando diviso a Vero su compañero de batallas, solo lo saludo con un ademán ya que estaba ocupado Prisco en otra de sus tantas servidumbres; se encontraba realizando un contrato de compra de una embarcación marítima, estaba compareciendo en un acto Jurídico, es decir, estaba ejecutando una manifestación de voluntad, hecha con la intención de crear, modificar o extinguir derechos. En este acto Prisco compra un barco a su amo Livio a un muy buen precio, y mejor aún, lo adquiere con el peculio profecticio que Livio le entrega a su esclavo de confianza.

Prisco demuestra en su rostro y cuerpo, ambas sensaciones, de alegría por un lado y de tristeza por el otro, ya que este contrato celebrado, solo es otro producto del cual solo se beneficia su amo. Y piensa, cuando obtendré mi libertad tan anhelada. Se sienta a la sombra de un árbol a reflexionar.

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