EL Hombre De Maíz

Barro, Madera y Maíz,

Ingredientes Inherentes del Ser Humano

Hoy día hablar de benevolencia en la sociedad es un tema que constituye un conjunto de variantes respecto a las visiones y conceptos que se manejan como ápice del deber ser de una cultura y/o sociedad; es por ello que al plantearnos la existencia de el bien y el mal como elementos representativos del ser humano y como núcleo del proceso de creación del mismo es proporcionar disyuntiva y bifurcación en lo que respecta a su axioma, ya que el bien y el mal del ser humano es relativo respecto a las exigencias que el contexto amerita.

Por lo antes mencionado, es menester tomar como elemento aprehensivo, la realidad que se nos muestra por medio del Popol Vuh como texto bíblico o como antecedente de la creación del mundo respeto a la visión que poseían las tribus Mayas, siendo éste un texto por antonomasia de tópico religioso, político y social donde el poder de los dioses como seres universales y creadores se da a conocer como único poder de creación en el universo, siendo los mismos constante en la búsqueda de la perfección o en este caso la benevolencia y constancia del ser humano como ser agradecido y creado, planteando la creación y a la vez eliminación de algunos “modelos” de seres humanos a fin de complementar lo que se pretendía por medio de la creación, seres con capacidad de raciocinio y con un completo agradecimiento y adoración a aquellos que dedicaron parte de su tiempo a crearlos y darles constantemente lo que consideren necesario para su bienestar.

Hoy por hoy, al momento de plantearnos como visión analítica el resultado de aquel esfuerzo de creación, podemos notar que el mismo fue complementado en todos sus aspectos, ya que al adentrarnos a la lectura del Popol Vuh, podemos notar la existencia de tres tipos distinto de seres humanos, hombres de Barro, Madera y hombres de Maíz; a pesar que los dos primeros fueron fulminados por los dioses en la época de la creación, pero de igual manera podemos recordar que gran parte de ellos lograron escapar y han trascendido a través del tiempo y podemos encontrarlos hoy día en las calles y aceras de nuestra sociedad.

Es por ello que la vigencia del hombre de Maíz como ser creado, benevolente y agradecido es una realidad de la que nos hemos cegado, esto por la mezcla insensata de aquellos elementos que de una u otra manera fueron parte inherente del ser humano en su principio generativo, o sea, barro y madera; pero que por su carencia de visión, pensamiento, amor y agradecimiento fueron deslastrados de la visión de los dioses. Aunque es indispensable tomar en consideración que hablar de vigencia de aquel Hombre de Maíz que se nos muestra a través del Popol Vuh, es proponer un análisis a las experiencias que como ser humano hemos tenido, ya que la misma y la visión personal de cada situación enfoca de una

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