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EL PAPEL DEL MAESTRO EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD


Enviado por   •  15 de Junio de 2014  •  1.595 Palabras (7 Páginas)  •  263 Visitas

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EL PAPEL DEL MAESTRO

EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD

La primera e ineludible tarea de la educación

es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento.

Debemos enseñar a evitar la doble enajenación:

la de nuestra mente por sus ideas y

la de las propias ideas por nuestra mente.

Edgar Morín

El Texto que presento a continuación, son reflexiones que surgen a partir de mi experiencia y observación como docente en la Normal del Instituto 5 de mayo. Situación

Ordinaria concepción de Maestro: Tratar de explicar y valorar la función docente dentro de un sistema educativo que contribuye a la construcción de una sociedad, no es una actividad sencilla. Para empezar, porque es difícil erradicar un concepto cargado de estereotipos y lugares comunes negativos que la mayoría de las personas tienen acerca de los docentes y más por cuanto se trata de una concepción basada en la observación superficial del ensayo y el doble error de los maestros.

Considero que debemos concebir al docente como un ser individual con carencias y necesidades, que posee actitudes y habilidades como cualquier otro ser humano, las cuales lo distinguen y hacen diferente de otros docentes. No menciono los defectos particulares, pues estos, por actitud consuetudinaria son juzgados diariamente.

Si bien es cierto que el maestro es un sujeto de suma importancia en el proceso educativo, también es cierto que no es el único ni, por asomo siquiera, el más importante. En consecuencia, no es el principal culpable de nuestra mala educación.

Como muchos otros sectores de nuestra sociedad, el cuerpo denominado Magisterio está atestado de escollos casi imposibles de librar. En ocasiones, algunos docentes, sobre todo recién egresados, se convierten en ilusos guerreros al tratar de luchar contra las instituciones previamente estructuradas y los vicios ya legitimados. Desafortunadamente el tiempo suele ser, en este caso, el peor aliado, pues la mayoría llegan a ser devorados por el aparato escolar.

No utilizaré estas líneas para redimir o sentenciar a los docentes, máxime que son seres amados y odiados hasta el hastío, sino para tratar de entender su rol en nuestra sociedad.

Rol del docente: Como parte de una estructura a los docente les corresponde el rol de reproductores de la sociedad, muchas veces sin quererlo ni estar plenamente consciente de ello. Esta reproducción pretende ser de clases sociales, de la ideología dominante, de políticas públicas o sencillamente de una sociedad acorde a los intereses políticos del momento, es decir, conveniente al modelo económico que posea nuestro país actualmente. Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, en su libro La reproducción de la educación, analizan el papel simbólico del aparato escolar y los autores exponen que las relaciones de aprendizaje, los contenidos, las evaluaciones y el lenguaje ayudan a reproducir una sociedad dominante, afirmando que la educación es un medio de reproducción. La educación sistematizada tiene entre sus tareas reproducir patrones sociales, que se reproduzcan o no, dependerá del contexto en el que se desarrolle la educación y la persona que esté inmersa en él.

En cuanto al rol del maestro, sucede que el docente no cobra verdadera conciencia de su papel y se vuelve un cuidador de esa reproducción social, sin conciencia ni participación genuina en ese proceso, mientras se ve controlado por un sistema educativo manipulador, enajenante y tecnócrata. Sin darse cuenta (o tal vez sí) que su participación no pensada es una especie de acción que contribuye principalmente a algo totalmente diferente de lo que se puede llamar educación.

El quehacer docente es una actividad que requiere preparación constante, carácter, actitud, tenacidad, creatividad, vocación y mucha paciencia para sobrellevar adecuadamente la misión asignada. Todo maestro que se precie de serlo sabe perfectamente esto: “educar no es tarea fácil”.

Dichos maestros aunque sean entes distintos, lo quieran o no, deben conformar una unidad sistemática para cumplir planes y objetivos afines.

Los objetivos afines: Son marcados por programas donde, la mayoría de las veces, quienes los elaboran no están en contacto con la realidad que vive el común denominador de los maestros. Con frecuencia, el docente encuentra estos objetivos –y las estrategias para llevarlos a cabo– difícil, ininteligible e incluso incongruente con la situación vivida en su centro de trabajo. Esta situación se da porque la mayoría de los planes de estudios son copias fieles o infieles de planes extranjeros, implementados y dirigidos arbitrariamente sin un previo análisis y sustento teórico metodológico. Esto provoca que el engranaje –por llamarlo de alguna manera- de la educación no marche como algunos quisiéramos.

Engranaje mal ensamblado: Lamentable o afortunadamente –pues la crítica contribuye en el mejoramiento de las cosas–, hay gente que opina que su educación fue interrumpida por sus años escolares; otros, más burda y cruelmente, han expresado que después de la escuela no saben cómo son capaces aún de seguir pensando. ¿Respondió la educación a los intereses particulares de ésas personas? Evidentemente no.

La

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