EL PERRITO

Así fue creciendo nuestro perrito, rodeado de mucho cariño, demasiada estimación, bastantes mimos y exageradas atenciones. Era un consentido, todo un engreído.

Muchas tardes, después del trabajo, perro y amo se enfrascaban en largas horas de amaestramiento.

Todos querían demostrar sus habilidades de domador con Chacalito, incluso Wilbert, nuestro primo.

Tantas cosas fue aprendiendo el animal: tirarse al suelo simulando ser un muerto; saltar a los brazos; traer la pelotita; jugar con nosotros al futbol. Era un animal muy inteligente. Quizá por eso se hacía querer por todos nosotros, hasta por la gente que no conocía.

Pero lo que le enseño mi padre quizá fue la lección mástraumática y dolorosa; algunos la calificaron de ‘CRUEL’, como dijo Nathaly.

Un buen tiempo, Chacalito andaba dejando sus regalos por todos lados: en la cocina, en nuestro cuarto, en la habitación donde dormían mis padres y en el cuarto de las herramientas.

Pero un buen día, en el que la gente cerro el mercado para apoyar dizque a un sindicato, mi papa se quedó en casa, y justo Chacalito dejo en su presencia una de sus acostumbradas caquitas.

Cada vez que le gritaba, le daba un chicotazo. El perro aullaba de dolor y nosotros con él. Finalmente, lo dejo y nos obligó a que limpiáramos el piso; y así lo hicimos, barrimos el obsequio que nos hizo el perro.

Definitivamente, el dejar de hacer sus necesidades dentro de la casa fue la lección más significativa, y a la vez dolorosa, que aprendió Chacalito.

Cada vez que deseaba hacer sus necesidades, salía al patio o a corral. Cuando encontraba la puerta cerrada, comenzaba a aullar; entonces, ya sabíamos que algo quería el animal y rápidamente corríamos a abrirle la puerta porque si no, nuevamente probaría el ‘dulce del sanmartín’ como decía mi padre.

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