Educación en el siglo XXI - relación con película Intensamente
Enviado por Micaela Marquez • 20 de Octubre de 2016 • Trabajo • 4.704 Palabras (19 Páginas) • 336 Visitas
Universidad de Buenos Aires[pic 1]
Facultad de Ciencias Sociales
Ciencias de la Comunicación
Tao Comunicación y Procesos Educativos
Parcial domiciliario
Cátedra: Minzi
2016
Siglo XXI: Nuevos desafíos para la educación
Los cambios que la llegada de la modernidad trajo consigo sin duda han hecho la educación más democrática. Sin embargo, cuando creíamos visualizar como continuaría el camino del desarrollo, la post modernidad irrumpió y trajo consigo una crisis de las instituciones debido a los importantes cambios en todos los ámbitos de la vida. En la actual coyuntura, las transformaciones son palpables y definitivas, y las instituciones no pueden desentenderse de ellas ni de los hábitos y prácticas que éstas acarrean. De todas las instituciones, creemos que la escuela debe adoptar de inmediato una mutación para acompañar los cambios y formar ciudadanos que tengan las competencias para desarrollarse que el mundo de hoy requiere. La aparición y el desarrollo incesante de nuevas tecnologías, las nuevas formas de producción y circulación de los saberes, los nuevos lenguajes que éstas articulan, la influencia que ellas tienen sobre las nuevas identidades y subjetividades, sobre la cultura y los consumos nos obligan, como docentes, a estar preparados y capacitados para formar alumnos críticos y responsables respecto a los usos de las herramientas que el nuevo entorno comunicativo e informacional nos brinda. En palabras de J.M.Barbero (2002) “Dos procesos están transformando radicalmente el lugar de la cultura en nuestras sociedades fin de siglo: la revitalización de las identidades y la revolución de las tecnicidades”. En este sentido podemos acordar con el autor cuando menciona que “los procesos de globalización económica e informacional están reavivando la cuestión de las identidades culturales-étnicas, raciales, locales, regionales” y al afirmar que “lo que la revolución tecnológica introduce en nuestras sociedades no es tanto una cantidad inusitada de nuevas máquinas sino un nuevo modo de relación entre los procesos simbólicos que constituyen lo cultural y las formas de producción y distribución de los bienes y servicios: un nuevo modo de producir, inextricablemente asociado a un nuevo modo de comunicar, convierte al conocimiento en una fuerza productiva directa”. Es decir, las nuevas formas que trae con ella la llamada “Era Digital” nos proveen tecnologías que no son meros “aparatos” sino nuevas formas de lenguaje y con ello nuevas formas de percibir el mundo, así como también de producir, de aprender, de sentir y, lo más significativo, tecnologías que desplazan a la escuela como único canal de legitimación de los saberes. Hoy los saberes se desplazan a velocidades inimaginables por diversos medios y cifrados en distintos tipos de lenguajes que circulan en forma masiva y que están al alcance de quienes utilicen las nuevas tecnologías.
Es por esto que “la educación, del nivel primario a la capacitación permanente de la fuerza laboral, es indudablemente, una prioridad estructural para nuestro proyecto de país. Siempre lo fue, es cierto, pero la Era Digital lo transforma, según Aguiar (2007), en una “urgencia de los tiempos”. Este autor nos señala que en estos tiempos y para el desarrollo del país en relación a un mundo que cada día ofrece más posibilidades a quienes poseen competitividad digital, “la fuente de riqueza de un país radica en la capacidad intelectual y operativa de su gente, en la creatividad con que usa los nuevos entornos tecnológicos en su provecho, en la formación recibida que le permite afrontar los nuevos cambios” (Aguiar, 2007, p.39).
La situación se suma al dato que nuestrxs alumnxs son nativxs de la Era Digital: nacieron, crecieron y se desarrollarán en un entorno cultural que es indudablemente muy distinto del que se nos presentaba 3 o 4 décadas atrás.
Inmersos en esta situación, la integración de la alfabetización multimedial a los contextos educativos formales se transforma en una prioridad y responsabilidad para los docentes y en una competencia esencial para nuestrxs alumnxs.
La educación multimedial no se termina en el simple conocimiento de las tecnologías, sino en el uso instrumental que podemos darle a ellas. La exposición constante a la tecnología nos pone a los docentes en un lugar decisivo donde debemos actuar para generar futuros ciudadanos conscientes y críticos respecto a lo que reciben, buscan, procesan y producen: la forma en que lo hacen y la utilización que hacen de las nuevas facilidades que nos traen las innovaciones. Allí está el eje en donde radica la mejora en la calidad educativa para convivir en el nuevo entorno que nos desafía: adaptarse para formar niñxs idóneos que puedan utilizar y poner a su servicio las nuevas tecnologías desde una actitud activa.
Ahora bien, la presencia de las nuevas tecnologías no ha hecho desaparecer las “viejas”: ambas conviven reestructurándose a medida que lo innovador pasa a ser antiguo. El mayor riesgo que nos plantea la inserción de las TIC al aula, lejos de creer que puede ser la reproducción de los intereses dominantes, es poner lo “nuevo” al servicio de lo “viejo”, es caer en la misma educación unilateral y plana pero con nuevos métodos. Si la tecnología se usa solo como soporte de un mismo modelo que se centra únicamente en el profesor, se encierra en reproducir mediante los nuevos medios el mismo proyecto de educación que ha dominado y prevalecido en el aula durante las últimas décadas.
Es necesario que reflexionemos constantemente sobre la idea de lo que la educación sí debería ser; pensar y accionar a favor de una enseñanza como un proceso interactivo, nunca acabado y donde el alumno se conciba como un sujeto activo de la misma y no como un mero receptor y acumulador de información, en términos de Freire debemos no reincidir en el modelo de una “educación bancaria”, ya que “en la medida en que esta visión bancaria anula el poder creador de los educandos o lo minimiza, estimulando así su ingenuidad y no su criticidad, satisface los intereses de los opresores” (Freire, 2008, p.4).
En forma similar lo apunta David Buckingham en relación a la fundamentación sobre el por qué de la importancia sobre la enseñanza de los medios de comunicación social. El autor sostiene que debe aplicarse el nuevo enfoque sobre educación mediática que intenta desarrollar un estilo más reflexivo de enseñanza y aprendizaje, “que permita a los estudiantes valorar atentamente su actividad como lectores y escritores de los textos mediáticos y comprender los factores sociales y económicos más amplios que están en juego” (Buckingham, 2005, p.35).
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