Eire

Éire, para bien o para mal, una clara representación de la cultura que llevaba en las venas. Nacida en una sociedad matriarcal como la celta, tenia profundamente arraigado la igualdad de derecho con los hombres de su edad y la lengua tan trabajadora como sus manos. Desde pequeña demostró un abanico de caracteres que adoptaba en diferentes situaciones como una segunda piel y que eran tan reconocidos por sus cercanos que solo hacía falta ver el modo en el que se erguía para reconocer su humor.

La personalidad que predominaba en ella era la de una joven algo alocada y un tanto traviesa que, más seguido de lo que los padres hubieran deseado, terminaba con algún castigo de parte de quienes le enseñaban. Era alegre y se le distinguía por tener siempre gran numero de amigo, algo que sobresalía por sobre todo para los grupos de caza que montaba cada vez que veía animales prometedores.

También estaba la Éire seria y responsable que era la encargada de ayudar con el cuidado de los más pequeños y que era capaz incluso de ir a guerras por defender su Conjunto. Que estudiaba y profesaba un gran respeto a los Dioses y que ya varios padres la deseaban como hija por matrimonio.

Al otro lado de sus aspectos positivos se encontraba su vena “oscura” por así decirlo. Esa parte que bien podía atravesarte con su arco y flecha si la hacías enfadar en demasía. Era la parte que si bien temía, también enorgullecía a su padre. Independiente y valerosa no le cabía duda que era muy capaz de defenderse y sobrevivir sin ningún tipo de ayuda cuando llegase el momento. Era muy vengativa pero extrañamente no rencorosa; se la hacías, ella exigía un duelo o una compensación y te dejaba en paz sin ningún otro recuerdo.

Ahora, a pesar de toda la bravuconería que era capaz de exhibir nunca fue tomada por una chica masculina. Se las arreglaba para diferenciarse en su aspecto, maneras y caminar de los hombres sin parecer más débil de lo evidente por su condición de mujer.

Éire nació aproximadamente en el siglo III a. C. en lo que ahora se conoce como Francia, para el momento en que ella llego al mundo el territorio era parte del pueblo Celta y a esa zona se la denominaba Céltica. Su madre se dedicaba a educar a todos los menores de 13 años, hombres incluidos, las labores de cocina y tejido de prendas. Su padre principalmente pescaba a base de arpón en las costas próximas al asentamiento.

Su niñez no disto mucho de la de cualquier niño en su época. Durante las mañanas todos los niños eran instruidos por igual en diferentes técnicas que iban desde costura a caza, durante las tardes se hacían todo tipo de recolecciones de acuerdo a las capacidades de cada uno y cerca de la llegada de la noche podías disfrutar de los bailes en honor a los dioses y las historias que contaban los más antiguos. Todos los días con

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