El Analfabetismo Funcional
Enviado por aobrown12 • 7 de Enero de 2013 • 628 Palabras (3 Páginas) • 595 Visitas
Hace poco, las autoridades educacionales de los Estados Unidos lanzaron una increíble e importante noticia sobre la que no se puede pasar a la ligera y que tiene mucha significación para el porvenir de nuestra civilización. La insólita noticia informaba escuetamente que la mitad de la población de Estados Unidos, estaba compuesta de analfabetos funcionales. Un analfabeto funcional es un ser que ha recibido en la escuela la enseñanza normal de la lectura y la escritura pero que en su vida ordinaria la usa muy poco, la maneja insuficiente y torpemente y no depende de ella para lo esencial de su información y comunicación. Prácticamente no lee libros, es poco y limitado su acceso a los periódicos, y experimenta dificultades insalvables para poner por escrito un pensamiento o un concepto.
Los hombres de la ilustración creían firmemente que la enseñanza de la lectura y la escritura era el instrumento fundamental para lograr la transformación de la sociedad. Danton afirmaba que, después del pan, la instrucción era la primera necesidad del pueblo. Esta concepción ha estado en la base misma de todos los programas de progreso y transformación social que el mundo ha conocido en los dos últimos siglos.
Leer y escribir son dos operaciones mentales extraordinariamente complejas y difíciles en su esencia, mucho más allá de los simples mecanismos que la escuela enseña. Nombrar, como decía Wibbgenstein, es nada menos que la tentativa de poner en términos lingüísticos un universo no-lingüístico. Cada nombre es el símbolo más o menos caprichoso que le ponemos a una cosa o una acción, de las que nunca llegamos a tener una noción cabal. Escribir es traducir a esos símbolos los complejos mecanismos mentales del conocimiento, y leer es tratar de regresar de aquellos símbolos al conocimiento que los inspiró.
No hay operación más compleja y atrevida en todos los intrincados mecanismos del conocimiento humano. De esto, precisamente, han tenido angustiosa noción los grandes poetas creadores. "¿Que hay en un nombre?", se preguntaba Shakespeare, en la tentativa desesperada de comprender. Y, mucho más tarde, otro gran poeta, Rimbaud, llegó a decir con rabia y desesperación: si los débiles de mente se pusieran a reflexionar sobre la letra A, podrían volverse locos.
Lo que está en juego en el fondo de todo esto es el destino de la escritura y la lectura en una civilización fundamental y crecientemente visual y auditivo como la nuestra. La inmensa y proliferante red de los medios de comunicación audiovisuales, particularmente la radio y la televisión, produce una verdadera inundación de mensajes visibles y audibles que cubre y penetra no solamente todas las formas de la vida social, sino la mente de cada uno de los individuos.
Hasta hace apenas un siglo, fuera de la palabra viva en la conversación directa, no había otro medio de comunicación
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