El Barroco: urbanismo y arquitectura.
Enviado por Maru_05 • 29 de Noviembre de 2012 • Tesis • 2.021 Palabras (9 Páginas) • 762 Visitas
Tema 2. El Barroco: urbanismo y arquitectura. Escultura y pintura barrocas
El paso del Renacimiento al Barroco significa el paso de lo claramente delimitado, lineal o plástico a lo menos delimitada, incluso a veces completamente borroso; de la forma cerrada a la forma abierta, de la claridad absoluta a la claridad relativa, de lo estático a lo dinámico.
El Barroco es el movimiento, lo profuso. La arquitectura, pintura y escultura se funden en una verdadera simbiosis de artes hasta el punto de que el ojo humano no sabe distinguir donde empieza uno y termina el otro.
Sin embargo, el barroco no progresará técnicamente en ninguna de las artes. En arquitectura, se mantiene el esquema del siglo anterior: columnas con basa, capitel, entablamento o arco. En pintura se siguen representando las figuras con fingimiento de realidad al que contribuye la perspectiva lineal, la aérea, o el claroscuro. En escultura se siguen los principios figurativos anteriores y los mismos materiales, mármol y bronce especialmente.
Frente al reposo, medida, cálculo, orden propios del Renacimiento, el Barroco será movimiento, gusto por el efecto y los contrastes, por lo escenográfico y teatral. Estos aspectos se manifestarán en todas las artes.
El BARROCO
Introducción
El barroco nace en Italia, en Roma, impulsado por los Papas, con el objetivo de manifestar la veracidad, validez y grandeza de la Iglesia y de sus tesis a través de las creaciones artísticas, sin embargo su difusión por Europa hace que el movimiento se diversifique y podamos diferenciar tres modelos de barroco según el área geográfica donde se desarrolle:
• El Barroco de la Contrarreforma: Extendido por los dominios de los Hagsburgo, Italia y España, cuyas temáticas coinciden con la finalidad de comunicar exaltadamente los postulados del Concilio de Trento.
• El Barroco del Absolutismo: Desarrollado en Francia y a partir de la entrada de los Borbones en España, de carácter más clásico, con una finalidad de actuar como argumento convincente del poder real.
• El Barroco protestante: Desarrollado en los Países Bajos y Holanda, dirigido a una clientela de carácter burgués, con una predilección por los temas costumbristas, naturalezas muertas, interiores y paisajes.
Con todo, básicamente podemos dividirlo en dos ámbitos: en uno predomina el espíritu del raciocinio y la abstracción, la sobriedad propia del ámbito dominado por protestantismo y en el otro, en el ámbito dominado por la Iglesia de Trento, se despliegan la imaginación, la sensualidad, el dinamismo y la riqueza.
1.1. Contexto histórico
El arte Barroco surge como manifestación del poder absolutista y también del poder de la Iglesia, lo cual se va a incrementar con el desarrollo del movimiento de la Contrarreforma, cuyo fin inmediato es exaltar la fe y la jerarquía eclesiástica. Las nuevas órdenes religiosas se convierten en portavoces de estas ideas. Se canonizan nuevos santos con lo que surgen nuevos temas
1.2. Características del arte Barroco
Entre las características generales del arte barroco están su sentido del movimiento, la energía y la tensión. Fuertes contrastes de luces y sombras realzan los efectos escenográficos de muchos cuadros, esculturas y obras arquitectónicas. Una intensa espiritualidad aparece con frecuencia en las escenas de éxtasis, martirios y apariciones milagrosas. La insinuación de enormes espacios es frecuente en la pintura y escultura barrocas; tanto en el renacimiento como en el barroco, los pintores pretendieron siempre en sus obras la representación correcta del espacio y la perspectiva. El naturalismo es otra característica esencial del arte barroco; las figuras no se representan en los cuadros como simples estereotipos sino de manera individualizada, con su personalidad propia. Los artistas buscaban la representación de los sentimientos interiores, las pasiones y los temperamentos, magníficamente reflejados en los rostros de sus personajes. La intensidad e inmediatez, el individualismo y el detalle del arte barroco -manifestado en las representaciones realistas de la piel y las ropas- hicieron de él uno de los estilos más arraigados del arte occidental.
Tenemos que dejar claro que fue el arte italiano el que dio respuesta inicial a estos nuevos planteamientos ideológicos, ya que su condición de principal escuela creadora de la etapa anterior (renacentista) y su vinculación histórica y geográfica al Papado, le convertían en el más preparado e idóneo receptor estético de las exigencias contrarreformistas. Asimismo, el deseo de convertir Roma en el símbolo del triunfo de la Iglesia Católica, también fue una de las causas del origen italiano de este estilo artístico.
Así nació y se desarrolló el Barroco en Italia, manteniendo su vigencia hasta bien entrado el siglo XVIII. Otros países europeos recibieron al nuevo estilo con distinto grado de aceptación, adaptándose a sus respectivas situaciones y peculiaridades (escuelas nacionales). De esta forma, en Francia, encontramos el aspecto más clásico y racional del Barroco, para ensalzar a la monarquía y para mostrar la pujanza económica del país. Flandes, de la mano de Rubens, encontró en el nuevo estilo la posibilidad de exaltar tanto el poder político como el religioso. La protestante Holanda vio en su acercamiento a la realidad concreta un camino para reflejar su forma de vida burguesa. La zona centroeuropea, alejada durante buena parte del siglo XVII de la creación artística como consecuencia de la guerra y la crisis económica, lo utilizó, aunque tardíamente, para expresar con extraordinaria intensidad sus sentimientos religiosos. En Inglaterra, el Barroco tuvo una menor aceptación, ya que este país permanecía muy anclado en su tradición a causa del aislamiento exterior. En España, los reyes de la casa de Austria fueron los herederos del ambiente del Concilio de Trento, y a pesar de la precaria situación económica, se llevaron a cabo las intenciones de prestigiar a la Iglesia Católica y a la monarquía.
La ciudad del Barroco es la imagen del poder del gobernante y su importancia se mide por el tamaño y el número de habitantes. Tiene diversidad de centros articulados por plazas amplias. Éstas son uno de los más importantes elementos del urbanismo barroco: embellecen la ciudad, son punto de referencia para el trazado de calles, son un reflejo simbólico del poder civil o religioso (como la Plaza de San Pedro), son, a su vez, escenarios de fiestas y representaciones sociales y teatrales. Se suelen articular en torno a un edificio principal, normalmente una Iglesia o un Palacio, para resaltar su importancia. Destaca, en este aspecto, las reforma urbanísticas de Roma durante el papado de Sixto V
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