El Ensayo. La redacción del ensayo

EL ENSAYO.

El ensayo es uno de los escritos que más se utiliza en la cultura moderna por los medios de comunicación, es posible que sea a causa de su flexibilidad y apertura para exponer ideas o defender una tesis conceptual acerca de cualquier tema desde varias ópticas. No se emparenta con un campo específico del saber (puede aparecer ligado al periodismo, literatura, ciencia, a lo académico, a la economía, al deporte…) su extensión es variada, algunos pueden ocupar cinco planas, mas hay otros casos en que la extensión supera las cien páginas. Otra de sus características es que los ensayos pueden ser difundidos en cualquier medio de comunicación.

Hay que establecer que es uno de los tipos de escritos que, desde la tradición científica o cultural, se relaciona con la libre exposición de las ideas. Ello se vincula a que el ensayo se considere cultural y socialmente como un texto que se orienta hacia alguna idea y reflexiona sobre un tema o motivo, pero donde no se agota totalmente la idea principal y que se expone.

La redacción del ensayo.

Todas las características señaladas nos permiten establecer una especie de columna vertebral de este tipo de escrito, que podemos considerarlas como premisas para iniciar su redacción. Como hemos visto no existe unanimidad en la consideración del ensayo como modalidad textual demostrativa o persuasiva, eso no le resta la posibilidad que en su base estructural exista una base argumentativa.

Hay que tener cuenta que el ensayo junto con persuadir al lector de aquello que pretende comunicar debe amenizar, en la medida de los posible, los contenidos. Por lo tanto, se hace necesario adecuar el tono y el estilo a las intenciones del que escribe al tema y al posible lector.. La finalidad del ensayo es hacerse entender, ya que aspira la atención del lector y el favor del receptor.

Al redactar un ensayo:

1. Se debe ser riguroso a la hora de organizar las ideas. Se puede elegir la fórmula deductiva o inductiva (aunque la primera es la forma más utilizada).

2. Mantener la unidad temática, que es la que marca su finalidad.

3. No olvidar motivar al lector. Hay que estimular al receptor para que pueda compartir nuestras reflexiones.

4. Usar los recursos estilísticos necesarios para ser originales de manera que el lector sea nuestro cómplice a partir de la amenidad del texto.

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