El Estado Actual De La Lengua Española (castellana) Y El Principio "escribo Como Hablo"
Enviado por xeldonx • 10 de Febrero de 2012 • 1.619 Palabras (7 Páginas) • 813 Visitas
El estado actual de la lengua española (castellana) y el principio “escribo
como hablo”
Para caracterizar la situación actual de la lengua española (castellana), en España se
habla de “degeneración”, “crisis”, “marasmo”1.
Las genialidades de presentadores y locutores de la TVE (sobre todo, la pésima
entonación del español hablado en la televisión). El habla de las clases dirigentes que en la
actualidad es de hiriente ramplonería y, en ocasiones, de escandaloso mal gusto. La erosión de
la parla de los hombres públicos que necesitan acumular muchas palabras con el menor
número posible de ideas. La lengua mediocre de la prensa. La pérdida del interés por la
lectura por parte de los niños. El eco, estrepitoso a veces, de la voz de la calle en la creación
literaria española. La incapacidad (o falta de deseo) de escribir de modo que lo que se escribe
se diferencie de lo que se habla. La confusión en el habla cotidiana de conceptos tan
diferentes como “probabilidad” y “obligación”, que impide a muchos hispanohablantes
interpretar correctamente la frase “El jueves debe de ser fiesta y, si es fiesta, debe ser un día
para descansar”. Lindezas gramaticales como“contradizcan”, “hubieron toros”,
“siéntensen”,“la dio una torta a la mujer” . El penoso espectáculo de las faltas de ortografía.
La irrupción en el habla cotidiana de voces extranjeras. La generalización de la palabra vulgar
o soez fuera de contexto, palabra que puede aludir a lo religioso. La vertiente hipócrita de la
mentalidad que prevalece en España y que se muestra asimismo en el lenguaje2.
No es sorprendente que, al referirse a la situación actual de la lengua española
(castellana), A. Zamora Vicente, escritor, filólogo, académico y secretario vitalicio de la Real
Academia Española, se vea obligado a constatar:
Se habla mal, se escribe peor y se adorna todo, charla o
escritura, con toscos ribetes de zafiedad.
Y continúa:
La enseñanza de la lengua se ha convertido en una tortura.
Llenan las cabezas de una caricatura de ciencia lingüística, pero no se
adiestra en el hablar, en escribir con rectitud y soltura. Menos aún se
inculca un ideal de lengua al que agarrarse 3.
Don Alonso no es el único lingüista español de prestigio a quien preocupa la
situación actual de la lengua española (castellana). En noviembre de 1995, en el acto de presentación en Madrid del libro La lengua española hoy: 24 autores (presentaron la obra
nada menos que los académicos Manuel Seco y Gregorio Salvador) se constató lo siguiente:
1) el español no es una lengua que se enseña adecuadamente a sus propios hablantes; 2) en
el rigor, la exigencia y en el tiempo dedicado a la educación lingüística de sus usuarios, a la
española le gana no ya media docena de lenguas, sino muchísimas más, incluso las otras
lenguas de España; 3) quizá esa desidia tradicional y consagrada por las leyes educativas
tenga algo que ver, aunque no la justifique, con el hecho de que no es el español precisamente
una lengua donde el registro coloquial y el literario, o sea el oral y el escrito, estén
perfectamente delimitados.4
Es interesante señalar que no sólo los lingüistas plantean el mismo problema. Así,
por ejemplo, Amando de Miguel, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, escribe:
Una de las esencias de una lengua civilizada es que se distinga
su forma escrita y su forma hablada... A menudo se sostiene que hay
que borrar esas barreras en aras de la espontaneidad. Gran tontería es
ésa. ... Grabamos lo que decimos y, al transcribirlo, nos damos cuenta
de que el lenguaje oral admite unas tolerancias que son insoportables
en el lenguaje escrito. Hay que echarse a temblar con esas
transcripciones literales de coloquios y mesas redondas. Lo peor no es
eso, sino que mucha gente cree que, en efecto, escribir como se habla
es gran mérito estilístico. Bien está que una novela reproduzca una
conversación tal como se habla; lo que resulta estragante es que ese
mismo recurso lo emplean el ensayista, el periodista y el hombre
público cuando ponen por escrito sus ideas. Ha entrado esta moda
nefanda de escribir como se habla y poco podemos hacer contra ella.
Si se remansa en costumbre, corremos el peligro de regresar a nuestro
remoto pasado en el que nuestros antepasados se comunicaban con
sonidos guturales5.
En cualquier sociedad, el estado en que se encuentra su idioma siempre refleja el de
la sociedad misma. En este sentido es importante el testimonio de A. Zamora Vicente, que ha escrito lo siguiente:
Vivimos en una agobiante falsificación. Todo es cáscara,
engaño a los ojos y al corazón. Mucho me temo que una mañana
cualquiera reviente tan fermosa cobertura y nos despertemos dentro de
la desnuda realidad, y no podamos volver a cerrar los ojos ni la boca,
ya nunca. Recurriremos a tanta y tanta maravilla como hemos visto a
nuestro lado, pero no saldremos del hoyo, porque todo habrá dejado
de ser la ficción que aparentaba... Todo polvo, ceniza, nada. Y nos
volverá a sitiar la amargura del fracaso, y no lo podremos tomar a
risa... 6
Es sabido que en la evolución y en el carácter del español el factor más activo fue el
habla popular, más o menos localizada en Castilla y acatada sin apenas resistencia por los propios escritores y por la aristocracia cortesana.7 Pero, a finales del siglo XX, la no
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