El Hombre Del Dorado

EL HOMBRE DE ELDORADO

Hace mucho tiempo un barco llegó a la Isla Copenhague con gente que iba a evangelizar los pueblos e iba a enseñarles la religión.

Martín Cáceres: ¡Que tierra tan linda! pero un poco caliente.

Todos bajaron de la nave y los nativos estaban muy impresionados.

Martín Cáceres: tranquilos, amigos venimos a enseñarles y a ayudarlos.

Nativo: Ustedes son invasores, no les creo.

Martín Cáceres: Enserio, somos sus amigos, tranquilos.

Algunos nativos tenían ciertas dudas al principio, pero después que les enseñaron cosas nuevas les fueron tomando confianza.

Un día, Martín Cáceres y su amigo nativo Kangua estaban en la selva y Martín se topó con unas plantas venenosas y entro en shock.

Kangua: Martín, ¿sentirte bien Tú?

Kangua: Martín ¡Oh no!

Martín: necesito un médico ¡urgente!

Después de unos minutos Martín cayó desmayado y Kangua lo llevó en sus hombres hasta la ciudad.

Kangua: Amigo, estar bien y con Doctor bien, amigo no preocupar, tranquilizar.

Doctor: Permiso, enfermera, sala, cirugía 2

Kangua: Yo acompañarte en todo momento

Doctor: Lo siento, pero usted no puede entrar

Después de un tiempo en la sala de cirugía salió el doctor y le dijo:

Doctor: Él se pondrá bien.

Kangua: Doctor, gracias!

Al salir de la clínica Martín sentía que le debía un favor a Kangua.

Al cabo de dos meses, mientras Kangua llevaba a Martín a conocer las ruinas, Kangua fue atacado por un tigre.

Kangua: Ahh… ayuda……. Por favor!!

Martín: tranquilo, yo te ayudaré

Sacó su escopeta, mató al tigre y luego llevó a Kangua a la clínica.

Martín: estará bien Doctor?

Doctor: me temo que no, a menos que encontremos un donante de corazón

Martín: No!!, ¿Por qué? (llanto)

Martín: Debo ayudarlo!, pero ¿cómo?

Martín ofreció donar su corazón para que Kangua pudiera salvarse.

En el día de la operación:

Martín: Kangua, sé lo que hago, además tú me salvaste la vida

Kangua: No lo hagas por favor (llanto), prefiero morir yo

En ese momento entró el Doctor y realizó la operación en el cementerio.

Kangua: gracias amigo, aunque no debiste hacerlo siempre te recordaré con este corazón, nuestro corazón!

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