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El Impacto De La Crisis En Mexico


Enviado por   •  19 de Febrero de 2013  •  3.735 Palabras (15 Páginas)  •  542 Visitas

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EL IMPACTO DE LA CRISIS EN MÉXICO

El desplome y el despertar post-crisis

por Emmanuelle Steels

“México ya superó la crisis”. El gobierno mexicano no ha desaprovechado una ocasión de propagar

esta idea a lo largo de los últimos meses. Abruptamente, se pretendía zanjar así las

tergiversaciones entorno a la situación económica de México, el país de América Latina más

golpeado por la tormenta financiera.

Aunque el optimismo del gobierno encuentra una base sólida en los datos arrojados al tercer

trimestre del año 2009, cuando el crecimiento dejó de ser negativo para alzarse al 2,93 % en

relación con el trimestre anterior, las opiniones de las instituciones internacionales y de algunos

expertos extranjeros que tienen autoridad en la materia no dejan de ser críticas en cuanto al

manejo de la crisis en México y a las perspectivas de recuperación.

En su informe titulado Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2009, la

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que México había

desaprovechado oportunidades para contener la recesión y había tenido el peor desempeño

económico de América Latina, al registrar un crecimiento negativo interanual de más de 7 % en

2009, cuando el promedio regional se limitaría a una recesión de 1,8 %. En otro informe,

Panorama Económico Mundial 2009, elaborado por la Organización para la Cooperación y el

Desarrollo Económico (OCDE), de la cual México forma parte, se subraya que el desempleo

seguirá extendiéndose en 2010. Además, pronostica que el país tendrá que esperar hasta el 2012

para recuperar el nivel de actividad económica que tenía antes de la crisis.

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, declaró en noviembre del 2009 que México era

uno de los países del mundo que peor había reaccionado frente a la crisis, al contrario de Australia

y Brasil, que supieron enfrentar la adversidad. “México reaccionó de manera tardía y débilmente”

acusó el prestigioso economista estadounidense.

Curiosamente, ahora, el gobierno mexicano se apresura en proclamar el fin de la recesión, aunque

nunca reconoció su existencia. “No pasará de ser un catarrito” o “Nadie tendrá que apretarse el

cinturón” son algunas de las afirmaciones disparatadas que valieron a sus autores respectivos,

Agustín Carstens, en aquel momento Secretario de Hacienda, y el Presidente Felipe Calderón, una

avalancha de caricaturas en la prensa. Desde el principio, las autoridades trataron de “tapar el sol

con un dedo” como suelen decir los mexicanos.

La recuperación de la economía estadounidense debería repercutir favorablemente sobre la

situación en México. Los pronósticos, tanto por parte de las instituciones internacionales como de

las autoridades económicas mexicanas, convergen para decir que el PIB subirá en México

alrededor del 3 % en 2010. La cifra es positiva, pero la base de comparación es baja. En efecto, las

caídas del Producto Interior Bruto (PIB) fueron vertiginosas en el 2009, sobre todo durante los dos

primeros trimestres.

En estas circunstancias adversas, el presidente Calderón realizó una demostración de fuerza a

principios de diciembre, llevando a cabo una especie de “golpe” en la cúpula económica del país.

Nombró como nuevo gobernador del Banco de México a Agustín Carstens, su fiel Secretario de

Hacienda. La maniobra no tenía otro objetivo que deshacerse del incómodo Guillermo Ortiz, cuyo

nombramiento al frente del Banxico1 era una herencia del PRI. Así, Calderón dejaba asentada su

intención de romper con la histórica autonomía del Banco de México, una institución que encarna el

equilibrio en materia económica, una especie de contrapeso tradicional a la visión de corto plazo

que trata de imponer el titular de turno de Los Pinos (residencia del presidente de México).

1 Banxico es una abreviación de Banco de México

Al frente de la Secretaría de Hacienda, en sustitución de Carstens, Calderón colocó a un amigo

muy cercano, Ernesto Cordero, un hombre de perfil bajo que, como señalaron los comentaristas de

la prensa, no es economista ni cuenta con el reconocimiento internacional que requiere el puesto.

Joven promesa del Partido de Acción Nacional, la derecha mexicana en el poder, Cordero ocupó

los dos últimos años el cargo de Secretario de Desarrollo Social. Su logro en este periodo:

alrededor de diez millones de mexicanos cayeron en la pobreza.

Una por una, se desmoronan las fuentes de ingreso de divisas

En México, las exportaciones representan 35 % del PIB. Si este pilar de la economía mexicana se

desploma, no es de extrañar que todo el sistema se vea afectado. En los diez primeros meses del

2009, las exportaciones se contrajeron en 26,9 % respecto al mismo periodo del año anterior y la

balanza comercial acumuló un déficit de más de 4 mil millones de dólares.

Los ingresos petroleros constituyen por sí solo casi el 40 % de los recursos captados por el Estado

y son fundamentales para la gestión del gasto público. Pero se redujeron tanto el volumen de las

exportaciones petroleras como el valor de estas, al caer los precios internacionales del petróleo. En

octubre del 2008, la mezcla mexicana se cotizaba todavía en 95,8 dólares por barril. Pero, en el

espacio de un año, registró una caída del 46,4 %, llegando a los 51,3 dólares por barril en el último

mes de octubre. Al mismo tiempo, la producción de crudo disminuyó un 7,3 % y las exportaciones

petroleras bajaron un 12,7 %. En consecuencia, los ingresos provenientes del petróleo se han

reducido en 28 % en 2009, y el país pasó a ser el cuarto abastecedor de Estados Unidos cuando

en 2007 ocupaba todavía la segunda posición en esta lista después de Canadá. Pero la Secretaría

de Hacienda explicó que estas pérdidas están parcialmente compensadas por los seguros

petroleros contratados por el gobierno mexicano en julio de 2008, cuando los precios del petróleo

estaban en su máximo nivel, para blindarse frente a una previsible caída de la producción: así, se

garantizó un precio de venta de 70 dólares el barril, cubriendo el 70 % de la producción.

La alta dependencia petrolera demostrada por México y el declive de los ingresos provenientes de

esta fuente fueron los argumentos en los que se basaron

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