El Poder De Las Conversaciones

EL PODER DE LAS CONVERSACIONES

El lenguaje trae al ser humano la capacidad de relacionarse con otros. Es a través de la conversación que construimos nuestro mundo, damos nuestra opinión y punto de vista acerca de las cosas. Lo primero que aprende a decir un niño, después de mamá, papá y agua …, es mío. Así aprendemos a defender nuestros derechos, empezamos a construir nuestro “Yo” desde aquello que nos pertenece.

Y con esta búsqueda de pertenencia e identidad viene el conflicto. ¿Cuál quieres el tuyo o el de tu hermanito? La respuesta invariable es el de mi hermanito. La curiosidad y el deseo de poseer lo que no tenemos aflora en nosotros de manera natural.

Se dice que: “Un conflicto es una conversación pendiente”. ¿Por qué rehuimos a solucionar conflictos? Porque no nos sentimos fuertes en este tipo de conversación, no sabemos escuchar, no aceptamos que el otro pueda tener un punto diferente al mío, confundimos a la persona con el juicio emitido. Confundimos a la opinión con la persona. Cuando alguien no piensa igual que yo, creo que me está rechazando. De esta manera, dejamos la conversación pendiente. Es importante saber dialogar de manera cordial y sincera, escuchando para aprender desde donde el otro está observando la situación; si así lo hiciéramos, aprenderíamos otra mirada. Un punto de vista es solo una vista de un punto. Cada persona puede estar observando desde un diferente ángulo lo mismo que yo y podemos ampliar nuestro panorama intercambiando puntos de vista.

Al crecer vamos creando recursos para tener conversaciones, por ejemplo aprendemos a ser corteses y diplomáticos para conseguir o negociar lo que nos interesa, es cuando nos damos cuenta del poder que tienen nuestras palabras. Dice el dicho popular: “En el saber pedir está el dar”. Maduramos, como personas, cuando aprendemos a hacer peticiones, a compartir nuestros deseos, aquello que queremos. También requerimos la habilidad para hacer ofrecimientos, te ofrezco, de corazón, algo porque creo que lo necesitas. Aunque a veces con el pasar de los años lo que pensamos de una situación nos limita. Por ejemplo: Quiero pedir un aumento de sueldo, pero no lo hago pues creo saber lo que me van a contestar, como si leyéramos la mente de los demás, y me callo pensando, va a decir que no me lo merezco, que no hay dinero para eso, que me falta esto o aquello…. De tal manera que no hago mi petición por miedo y me siento víctima de las circunstancias, cómo si no pudiera yo hacer nada.

Cuando aprendemos a conversar, en cualquier tipo de circunstancia, tenemos el mundo a nuestro favor, pues no habrá problemática que nos detenga. Esto nos libera, nos da un poder de acción increíble, dejo de ser víctima para convertirme en responsable de lo que me pasa. Y ahora me vuelvo protagonista de mi historia, paso a ser proactivo, a proponer el cambio que deseo. Sin necesidad de ofender, sino construyendo

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