El Principe De Maquiavelo
Enviado por varr • 25 de Noviembre de 2012 • 655 Palabras (3 Páginas) • 360 Visitas
Capitulo XVII-XXI
Todo príncipe debe de ser reconocido por su compasión y jamás por su crueldad, jamás debe de preocuparse si adquiere fama de cruel, siempre y cuando su crueldad tenga como objetivo favorecer la unidad y la lealtad dentro de los súbditos de los estados; pero debe de ser medido en sus creencias y sus acciones, no temerse a sí mismo y actuar con moderación y prudencia, para poder evitar un exceso de confianza y lo lleve a la intolerancia. De aquí sale la duda si ¿es mejor ser amado que, o temido que amado?, la respuesta es que se puede ser ambas cosas a la vez pero es más seguro ser temido que amado puesto que el amar depende de la voluntad de los hombres y el temor del príncipe, debe este, si es cuerdo, apoyarse en lo que depende de el mismo y nunca en lo que depende de otros, pero tratando siempre de evitar el odio.
Existen dos maneras de combatir: una por las leyes y otra con la fuerza; la primera es propia de los hombres y la segunda de las bestias, pero muchas veces no basta con las leyes, es necesario recurrir a la fuerza. Por lo tanto un príncipe debe de saber comportarse como bestia o como hombre, tiene que elegir al zorro y al león, aunque el león no sabe defenderse de las trampas, ni el zorro de los lobos, puesto que hay que ser como el zorro para reconocer las trampas y parecerse al león para atemorizar a los lobos; los que solo sirven de las cualidades del león demuestran poca experiencia.
Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre a quien se deje engañar. El tenerlas y practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas, útil. Está bien mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso y asimismo serlo efectivamente; pero se debe de estar dispuesto a estar dispuesto a irse a otro extremo si ello fuera necesario.
Un príncipe debe evitar todo aquello que pudiera convertirlo en un ser despreciable u odioso, si hace esto habrá cumplido con su papel de príncipe y sus otros vicios no serán perjudiciales; debe de ingeniárselas para que en sus actos se conozca grandeza, valentía, seriedad y fuerza. No ser odiado por el pueblo es unos de los remedios más eficaces de que puede disponer un príncipe y un príncipe no tiene por qué preocuparse de las conjuras mientras tenga el favor del pueblo; pero si el pueblo está descontento y odia a su príncipe, este debe temer a todo y a todos.
Las armas del pueblo se convierten en las del príncipe y los que recelan se hicieron felices, los fieles continúan siéndolo y los súbditos se hacen partidarios. Un príncipe hábil debe fomentar con astucia ciertas resistencias para que al aplastarlas se acreciente su gloria. Elogiare tanto a quien construya fortalezas, como a quien no las construya, pero censuraré todo el que, confiando en las fortalezas, tenga en poco el ser odiado por el pueblo.
Nada hace tan estimable a un
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