El Problema Al Reves

Contextos racionales e intervencionales educativas

El niño ha comenzado a ubicarse en la situación y a percibirse en un contexto en el que los otros son activos y su actuar concurre para determinar el significado de todo el sistema de los comportamientos interactivos.

El ambiente escolar inserta al niño en un tejido protegido de relaciones; protegido tanto desde el punto de vista extra subjetivo, porque el contacto se circunscribe a un grupo de coetáneos y a uno o pocos adultos educadores, como desde el punto de vista subjetivo, porque las valencias emotivas, como ya vimos, resultan más controlables tratándose de un campo de relaciones que por lo menos inicialmente son neutras.

Las dinámicas del apego que caracterizaron la vida afectiva de la primera infancia están ahora integradas al área de las necesidades que ya no son sólo dependencia pertenencia porque evolucionan hacia la auto afirmación también de tipo opositor. Esto modifica la gama de las emociones y las modalidades de su expresión. En el contexto social, por ejemplo, el miedo puede evolucionar hacia formas abstractas antes desconocidas para el niño, como el temor a fracasar, al ridículo o a lo inadecuado. Así las explosiones de ira, típicas modalidades reactivas del primer período

La figura de la educadora, término único en el que convergen diversos vínculos diádicos, se integra en el! tejido de las interacciones del grupo como punto cardinal de referencia; su aptitud social, su competencia profesional, su compromiso educativo son fundamental sostén para las nacientes inclinaciones infantiles. Es necesario que ella cuide íntegramente el desarrollo del niño desde el ámbito motriz al perceptivo-cognitivo o lingüístico-expresivo para que todos concurran de manera inequívoca a llenar las funciones sociales; no obstante la dimensión relaciona! exige atenciones e intervenciones particulares dirigidas a facilitar la personalización de los vínculos a subrayar la dimensión expresiva y autorrealizativa del encuentro Ínter subjetivo, a hacer emerger la integridad y la coherencia de los significados de la inestabilidad de las emociones, tratando de definirlas mejor.

Las necesidades egocéntricas, incorpora ti vas, de potenciación del Yo, y las explorarías, son, a esta edad, un valioso potencial que, en el ambiente escolar, se transmutan en empujo motivacionales aptos para favorecer, al mismo tiempo, el desarrollo de las estructuras cognitivas y las relacional.

Se trata de encaminar al niño con el auxilio de las oportunas elecciones metodológicas y didácticas hacia experiencias relaciónales que satisfagan sus necesidades de realización en un tejido de relaciones interpersonales vividas en clave constructiva y realistamente abiertas a los otros y al ambiente, de manera de que él pueda adquirir una cada vez mayor disponibilidad a recibir y a tolerar también el regreso de informaciones no del todo gratificantes

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