El Profesional De Hoy

Mucho se habla hoy de profesionalismo y excelencia. Pareciera que bastara con graduarse en una universidad para alcanzar tan anheladas virtudes. Se concibe entonces el mundo laboral como un espacio idóneo para ejercitarse en el profesionalismo. Sin embargo, a través de las realidades cotidianas y mediáticas observamos que esto no siempre va de la mano. El país, las comunidades, las empresas, se contagian así de realidades caóticas y vergonzosas que nos dicen que ese mundo ideal no existe.

Y si pasáramos a realizar una especie de autoexamen, para entrar a determinar qué estamos haciendo para enfrentar esa realidad, nos quedaríamos cortos. La gran mayoría se queda con la crítica al estado, a la violencia, a la corrupción, etc, etc. La gran mayoría habla de “los colombianos”, “a Colombia le falta”, pero, ¿y acaso yo no soy colombiana? ¿Por qué yo no me incluyo en ese examen? ¿Por qué analizo la situación como una simple espectadora? ¿Por qué yo no veo en mí, esa falta de carácter, de identidad, de reconocimiento en el otro? ¿Por qué yo no veo la simulación en la que vivo a diario, la falta de coraje, de valentía, de honestidad?

Y es que estamos llamados a que cada uno de nosotros seamos protagonistas de esta historia, por acción o por omisión, por lo que hacemos o por lo que dejamos de hacer; por nuestras actitudes, por la marcada ausencia de reflexión; por esa búsqueda permanente de auto-justificación; por el autoengaño que empieza por ocultar nuestras faltas, por desconocer nuestros propios alcances y dimensiones.

En un libro de William Ospina, titulado ¿Dónde está la franja amarilla?, se hace una analogía con la bandera de nuestro país, al analizar el desarrollo histórico que con el Frente Nacional, convirtió a Colombia en una especie de dictadura donde liberales y conservadores se turnaban el poder. Sin embargo, la franja que ocupa más espacio es la amarilla. De ahí la pregunta: ¿dónde está la franja amarilla? Es decir, esa inmensa mayoría de ciudadanos colombianos que no pertenecen ni al azul ni al rojo pero que siguen siendo parte de nuestro país? Hoy esa dicotomía partidista es más amplia y tiene otros colores, pero igual, la pregunta sigue vigente. ¿Dónde están los ciudadanos, las ciudadanas en este proyecto aún de país?

Adecuándola al contexto universitario: ¿qué estoy haciendo yo, como estudiante universitario, para convertirme en sujeto de la historia? Que no nos vaya a suceder como a la Senadora Liliana Rendón en referencia a la agresión del Bolillo Gómez a una mujer, donde de manera irresponsable afirma: “Para provocar, las mujeres somos insoportables. Si mi esposo me casca es porque me la gané”… Creo que esa mujer pasó por la universidad, pero la universidad no entró en ella…

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