El Ultimo Grumete De L Baquedano
Enviado por aro_chillan • 17 de Agosto de 2013 • 2.760 Palabras (12 Páginas) • 629 Visitas
“El Ultimo grumete de la Baquedano”
Francisco Coloane
• Ficha Bibliográfica
Titulo : El Ultimo Grumete de la Baquedano
Autor : Francisco Coloane
Edición : 45ª Edición Septiembre de 2000
Editorial : ZIG-ZAG
• Describe un personaje física, sicológica y socialmente.
Alejandro Silva
El es un adolescente de 15 años hijo de madre lavandera y de padre marino fallecido. Vive en Talcahuano junto a su madre. Alejandro es un joven de cuerpo atlético, algo moreno, no muy alto ni muy bajo, de contextura delgada, nariz un poco aguileña como lo llama el narrador. Es una persona muy preocupada de la gente que quiere, sobre todo de su madre y en fin, muy respetuoso con todos los que lo rodean o conviven con el, profesores, su madre, etc. Tiene sueños y esperanzas, como el sueño de ser un marino y también encontrar a su hermano perdido, dos cosas que le quitan el sueño, puesto que prometio a su madre que sería grumete en el ultimo viaje de la corbeta chilena Baquedano, y aunque trato de entrar no pudo, por esto se embarcara en su viaje “infiltrado”. En el aspecto social, se puede decir que es un joven de una familia poco adinerada, hijo de una madre viuda, que vive de lavar ropa a los marineros, lo que le alcanza para mantenerse a duras penas con su hijo, que aún estudia, en general es un joven de una familia humilde, de un sector social medio-bajo, y que vive en Talcahuano.
• Resumen del libro en primera persona con el personaje escogido anteriormente
La Baquedano hace su último viaje, y yo no quede en el, aún cuando mi madre hizo todo lo posible, porque yo fuera un grumete. Ese día estaba lista a zarpar desde mi ciudad Talcahuano, cuando yo sabía que debía ir en ese viaje, mal que mal había prometido a mi madre, que sería un grumete, y que viajaría al Sur a encontrar a mi hermano, Manuel. Mi desesperación fue tal, que redacte dos cartas donde pedía disculpa por haberme embarcado escondido en la corbeta escuela, una a mi madre y otra a mis profesores. Durante un buen rato estuve escondido en un pañol del barco, cuando me encontraron, ya que obviamente algún día me iban a pillar, y los marinos que me pillaron, me llevaron donde el comandante Calderón. Al contrario de lo que pense que podía pasarme uno de mis sueños se cumplía en ese momento: fui nombrado grumete, “Ultimo Grumete”.
Era un grumete, el ultimo pero al fin y al cabo, un grumete en el último viaje de la Baquedano, así que sería el último, puesto que la Chancha como se le llamaba, no tendría más grumetes que educar. Al principio no fue nada agradable, por mi inexperiencia al contrario de mis pares. Algunos al otro día me miraron mal, muy despectivos, otros fueron mas bromistas, y uno que otro fue muy agradable y comprensivo y estuvo dispuesto a informarme de cómo funcionaban las cosas.
Dentro del buque en el viaje, aprendí muchas cosas, tuve anécdotas muy divertidas, como la de los tres bultos a estribor, etc. También aprendí y me interesó mucho la radio, un sub oficial me estuvo enseñando algo. Conocí tierras muy lejanas, costumbres marinas desconocidas para mi, leyendas que contaba el Sargento Escobedo, ya que había sido un marino toda su vida y casi toda en la Baquedano, de ahí a que después quedara medio loco con la noticia de que laChancha quedaba fuera de servicio y que jamas volvería a viajar en ella.
Aún entre aprender tanto y estar tan jubiloso, por ser un grumete de la Baquedano, me faltaba algo, que tal ves era lo mas importante para mi, y era que no había encontrado a mi hermano. Cuando por primera vez llegamos a tierra a una ciudad, en Punta Arenas, recuerdo que estaba muy feliz, y me puse a pensar en esto, y buscándolo en todas las partes donde podía estar, no estaba. Entonces le escribí a mi madre para que no se preocupara ella, tanto como estaba yo, aunque se lo escondí. Realmente estaba preocupado, porque la único que quedaba era buscar donde yo menos creía que podía estar, regiones desoladas, llenas de loberos, contrabandistas, y buscadores de oro. Partimos hacia el Cabo de Hornos.
Después partimos al lugar llamado “Detrás de los Témpanos”, nombre que e pusieron los yaganes, donde pasamos por unos canales muy estrechos; en un momento se decidió que no había que seguir navegando, porque el canal no estaba apto y era inseguro. De pronto, como me contó mi amigo que estaba de guardia, un oficial vio unos yaganes que venían en sus canoas, dentro de los cuales venía un blanco, lo que era totalmente raro. Este subió por la escalera del buque, y pidió al guardiamarina hablar con el Capitán del Buque. Este penso que venía a pedir víveres, y lo increpó, a lo que el blanco le contesto que el venía a comprar o cambiarlos, no a pedirlos. De pronto, pasó por mi lado, y nos quedamos mirando algo confusos, y de pronto viene un grumete, y me dice: Oye Alejandro, ni hermano que fueras del que entro; tu cara y la de el son parecidas. Entonces me di cuenta de mi confusión, así que fui y le pregunte su nombre, y el dijo que no era importante, y se fue. El oficial lo hizo detenerse y le dijo que se lo dijera, ya que de todas maneras tendría que hacerlo si quería comprar. Y lo dijo, y quede atónito, ¡era mi hermano!, no aguante mas y lo abracé llorando. El también reconoció su confusión, porque no penso que yo podría ser el “pequeño Alejandro” que un día el dejo en Talcahuano junto a mi madre.
En el buque me dieron permiso para salir tres días de la semana que íbamos a estar anclados en ese lugar. Salí con mi hermano, que vivía con una tribu Yagan y cazaban animales y buscaban oro, para vivir. El fue nombrado Jefe de ellos. Con el observe mas costumbres nuevas y conocí lugares que ningún grumete mas, ni nadie del buque conoció, ni conocería jamas, lugares hermosos, lleno de naturaleza, y yo conviviendo tan cerca con ella y con mi hermano por supuesto. Cazamos juntos, comimos juntos, conocí a su esposa y sus tres pequeños hijos. Pero después esos días terminaron, y tuve que irme y dejar a mi hermano, pero al menos estaba más contento, de hecho estaba muy feliz, porque se habían cumplido dos de mis sueños, y eso me ponía contento. Nos despedimos y me dijo que piadosamente le ocultara parte de la verdad a mi madre, que le dijera que buscaba oro, y que cuando tuviera mas plata el volvería donde ella. Ojalá fuera así. Me regaló unas pieles y unos sacos con pepas de oro, cosas de gran valor y que nos sirvieron a mi y a mi madre de sustento económico.
Llegué a casa, le conté a mi Madre todo lo del viaje, lo que aprendí, las anécdotas, y por supuesto lo de Manuel, y le entregué los regalos de mi hermano. Luego nos pusimos a llorar abrazados, yo me sentía como un niño, sollozando entre los brazos de mi madre.
Ahora, dos semanas después, me encuentro
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