El hincha

El HINCHA

Soy una chica, sí, a la que le apasiona el futbol, la verdad es que no estoy muy segura de cuál fue el momento en que el amor por este deporte despertó en mí.  De niña mis padres todos los domingos  me hacían levantar temprano para ir a ver los partidos de mis hermanos, hace falta aclarar que en ese momento el único amor que yo sentía era hacia mi cama, amaba dormir y el futbol me quitaba eso todos los domingos, por lo cual se podría decir que había cierta enemistad entre el futbol y yo. Cuando fui creciendo 10, 11 años tampoco representaba un interés en mi vida, era devota a las telenovelas, si me cambiabas una novela para ver un partido, mi rostro se transformaba instantáneamente, yo era más como mi madre, a ella el futbol nunca le movió, aunque siempre decía ser hincha del cuadro contrario al de mi padre, solo para llevarle la contraria, aunque tampoco hay que desacreditar su esfuerzo por permanecer al menos 45 minutos frente  a la tele viendo un encuentro. Siempre tuve problemas con el futbol, y aunque parezca una locura estoy segura del que el futbol tenía algo contra mí, aquello era un odio mutuo. Siempre, siempre que alguien estaba jugando a la pelota cerca de mí, era justa que me daban un pelotazo,  en la escuela, en casa, en la playa, llego un punto en el que no podía soportar que alguien jugara a menos  de treinta metros de mí, le parecerá una locura pero entiendan era mi integridad física la que estaba en juego, aparte de la pelota. Por lo cual este deporte siempre representó una amenaza que atentaba contra mi tranquilidad. No fue hasta que cumplí  14 años, sí, fue ahí. Mundial Sudáfrica 2010. Fue la primera vez que mi corazón tembló de felicidad y no de miedo al ver una pelota rodar por el césped, fue la primera vez que mi piel se erizo de emoción por causa de un GOOL! Fue la primera vez que no vi en meses una telenovela. Uruguay, la celeste… despertó un amor en mí, que no conocía, que había estado ahí por años pero se negaba a brillar ante mis ojos. Con ese sol que representa el alma de nuestra bandera y que en ese mundial, alumbro con más fuerza que nunca el corazón de tres millones. Me hizo sonreír, sufrir, llorar, de una forma nueva, diferente, especial. Lo que no supe en ese momento era en lo que se iba a convertir para mí esta selección. Lo sé ahora, que ya he crecido, y me doy cuenta de otras cosas que tal vez por la edad antes no veía. Ahora que tengo esa lógica interna, sin rebosar de sabiduría, esa lógica de juventud que vamos adquiriendo con el tiempo, tiempos en los que tenemos una opinión y una respuesta para todo.                                                                                                                               Es la primera vez que voto,  un tema el cual ustedes se preguntaran, que tendrá que ver con el futbol, ¿no? Pues, bueno, ¿para mí?, todo. Al igual que el futbol, la política no simbolizaba una atracción en mi vida, hasta ese momento claro! Cuando las campañas comenzaron, empecé a notar, cierto fanatismo, sí leyeron bien “fanatismo” en ciertos grupos que votaban a cierto candidato, de cierto partido político ¿bien?, eso tiene un nombre, que no es fanatismo, es militarismo, gente militante de este partido. Yo creía que eso de ser “militante” era cosa de viejos, pero no! Hay mucha gente joven! Tal vez solo sea que los uruguayos nos apasionamos demasiado, nos arraigamos demasiado a nuestras ideas e ideologías, en lo que creemos y lo defendemos y no es que eso este mal, no Señor, pero yo he visto que llegan a un punto en una discusión en la que ni siquiera se respeta la forma de pensar, de sentir y de elegir de los otros. Muchos dicen respetarla pero en el momento en que deberían hacerlo, no lo hacen, ¿por qué?, porque se apasionan con algo, creen tanto en eso, que no conciben que los demás no lo puedan ver. Lo mismo pasa con el hincha de un club de futbol. Pongamos el ejemplo que más nos  identifica. Peñarol y Nacional. En mi familia un 98% es hincha de Peñarol, incluyéndome, algunos sienten la camiseta más que otros pero todos hemos derramado alguna lágrima de emoción, y todos hemos dejado el alma en un grito de GOOL. Ahora debo decir que por muy hincha de Peñarol que sea, simplemente no puedo soportar ir a un clásico, no puedo disfrutarlo. ¿Por qué?, porque no entiendo esa violenta rivalidad entre las hinchadas, no la entiendo y no la voy a entender nunca. “Quitar una vida por pensar distinto”, que te maten por sentir la camiseta de un club diferente al tuyo. Y que no satisfechos con eso, hagan canticos nombrando a esa persona, a la que identifican como “La gallina” sí, al parecer están tan drogados que ven gallinas en vez de personas, Aclaro que no estoy hablando de la hinchada de nacional, estoy hablando de la hinchada de Peñarol y Nacional. En esta ocasión. Y es irónico que no se den cuenta que lo único que los divide es el color de la camiseta que llevan puesta, porque fuera de ese estadio y sin esos colores puestos, son todos iguales. ¿Por qué significa tanto para mí la selección uruguaya? Porque cuando juega la celeste es el único momento en el cual el país se viste de un solo color, es el único día en el que los uruguayos somos hermanos y defendemos la misma ideología, la misma religión, el mismo sentimiento, es en la única oportunidad en la cual no veo a mi país dividirse entre los colores de diferentes partidos políticos o clubes de futbol. Es la única ocasión en la cual en este país somos todos iguales, en la que lloramos de felicidad, o tristeza, y abrazamos al que tenemos al lado sin importar quien sea, de que cuadro sea, o a quién vote.  Cuando juega Uruguay todos sentimos la camiseta con la misma emoción. Por eso la selección uruguaya significa tanto para mí, ellos unen a este país, ese plantel de jugadores, une a este plantel de individuos y termina con cualquier tipo de división. Por eso los quiero y les agradezco todos los días, por darnos su magia dentro de esa cancha. Así empezó mi amor hacia el futbol, por esto más que por cualquier título o copa que se pueda ganar, soy hincha de la CELESTE!.  

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