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El “nuevo” tipo de conflictos en la post-Guerra Fría


Enviado por   •  7 de Junio de 2015  •  Trabajo  •  14.948 Palabras (60 Páginas)  •  366 Visitas

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David García Cantalapiedra y Gustavo Díaz Matey

DT 54/2008 - 22/12/2008

Introducción

En este documento de trabajo analizaremos la importancia de la inteligencia en un tipo de conflicto asimétrico como es la contrainsurgencia, tomando como ejemplo la concepción estadounidense al uso de la misma, y tomando como referencia el caso de la invasión de Irak y las lecciones aprendidas en esta operación y en la Guerra Global al Terror (Global War on Terror, GWOT), y como éstas deben ser asimiladas para las operaciones en Afganistán. Mucho se ha hablado del papel de la inteligencia en contrainsurgencia, sin embargo, los trabajos que abordan de manera sistemática el uso de la inteligencia en este tipo de conflictos son escasos. No podemos perder de vista que la inteligencia no es más que otra de las herramientas en el desarrollo de las campañas de contrainsurgencia, junto con la correcta identificación del enemigo, el intentar limitar el apoyo popular de los insurgentes, evitando el uso de la fuerza militar indiscriminada y la opresión de la población civil, y fomentando la cercanía con la población. Tampoco hay que perder de vista los requerimientos de seguridad para el personal desplegado y los esfuerzos para neutralizar la propaganda de los insurgentes sobre la población civil, a lo que hay que sumar un entrenamiento adecuado a las fuerzas de seguridad locales, con el fin de aunar esfuerzos para conseguir una seguridad efectiva de la población civil, ya que como hemos podido comprobar en Irak, no hay libertad sin una mínimas condiciones de seguridad. El correcto uso de la inteligencia en las campañas de contrainsurgencia (COIN) sería otra herramienta más para su éxito.

El “nuevo” tipo de conflictos en la post-Guerra Fría

El colapso de la Unión Soviética en diciembre de 1991 simbolizó el paso a una nueva etapa en la diplomacia internacional. Las características del sistema internacional embebido en una globalización que muestra una debilidad progresiva en la capacidad del Estado, y la evolución de la llamada Sociedad del Riesgo,[1] han producido vulnerabilidades que no se pueden afrontar con los conceptos y mecanismos de la Guerra Fría. Éstas, basadas en las luchas de poder de dos gigantes como eran EEUU y la Unión Soviética, era más fácil de predecir que un mundo donde los centros de decisión se han dispersado enormemente.[2] El miedo a una escalada nuclear limitaba el uso de la fuerza activa.[3] Desde la Administración Truman, y en las sucesivas Administraciones, se ha diseñado una estrategia de primacía o preponderancia, ya sea dentro de las sucesivas versiones de la política de la Contención (Containment) o como resultado de una adecuación al nuevo escenario internacional tras el fin de la Guerra Fría. Estos caracteres se han mantenido y los principios de la postura de primacía se mantuvieron también en la Administración Bush cuando se introdujo la Guerra Global al Terror (Global War on Terror, GWOT) que va a impregnar todas las políticas de EEUU.

De este modo, liberados por el peligro que suponía una confrontación entre dos súper-potencias con capacidad nuclear para destruir el mundo, distintas tensiones enconadas durante años han emergido en el mundo, dando como resultado multitud de “conflictos de baja intensidad” que ponen en peligro la estabilidad de la esfera internacional. La caída de los bloques ha llevado a una perdida de control político. La descentralización de la toma de decisión y la difusión de la autoridad política ha incrementado la posibilidad de una escalada mucho más rápida en los conflictos y el surgimiento de un mayor número de crisis internacionales. Del mismo modo, y con el fin de la política de bloques, el nacionalismo ha entrado en una nueva fase. Hoy en día la mayor parte de los conflictos tienen gran parte de sus causas profundas en su etnicidad y no tanto en su ideología, carga política o territorio,[4] por lo que los conflictos han pasado a ser intra-estatales.

En este sentido, aunque en un principio se pensó que el final de la Guerra Fría podría derivar hacia un período en las relaciones internacionales donde el fin de la lucha de bloques traería una menor necesidad del uso de la fuerza y de la coerción militar,[5] las cosas han evolucionado de una manera muy diferente. En general, la situación tras la Guerra Fría es de una gran violencia en la esfera internacional, donde los conflictos son comunes y donde la cuestión de la intervención militar ha adquirido una gran importancia. El desarrollo de las nuevas tecnologías militares, así como el aumento de la capacidad de destrucción de las nuevas armas, están creando nuevas inestabilidades.[6] El desarrollo de la tecnología aplicada al arte de la guerra ha potenciado la idea del uso de la fuerza de una manera más “efectiva”[7] ya que, con mucho menos despliegue armamentístico, se puede conseguir la misma potencia de fuego que años atrás.[8] Por tanto, en los últimos 40 años se ha producido un gran desarrollo en las capacidades armamentísticas debido a la creciente aplicación de la tecnología a las capacidades militares, lo cual ha afectado enormemente al desarrollo de las operaciones militares. Las armas de precisión, el desarrollo del uso del poder aéreo a gran escala y el uso de fuerzas especiales, no sólo para acabar con objetivos específicos sino también para reducir el daño colateral y para aumentar la protección de las fuerzas desplegadas en operaciones de contrainsurgencia, requieren mucha y más detallada información.[9] Así, a pesar de que sólo EEUU tiene capacidad para intervenir decisivamente en la mayoría de las situaciones que requieren el uso de la fuerza militar, el poder de intervención es limitado, ya que hay muchos más intereses que proteger que recursos para hacerlo de una manera efectiva.[10] Sin embargo, a pesar del desarrollo armamentístico de potencias como EEUU, debido al cambio en las características de los conflictos con líneas e intereses menos definidos y enemigos difusos que se mezclan con la población civil, éstos no han tendido a reducirse, muy al contrario, se puede decir que han mutado adecuándose de la mejor manera posible a las nuevas circunstancias. Así, están aprovechando las ventajas estratégicas de su situación y, lo que es más importante, conociendo y aprovechando las debilidades de sus enemigos.[11] El predominio militar convencional de EEUU ha forzado a sus competidores y adversarios a perseguir otros medios para alcanzar sus objetivos. Lo que Rudyard Kipling llamó “guerras salvajes por la paz” ha sido redefinido como aquellas campañas en las que al menos una parte en el conflicto no emplea fuerzas regulares como su modo principal de lucha y por lo tanto no lucha de una forma que se podría llamar convencional.[12] Este

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