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El pacto de estabilidad y crecimiento económico (PECE)


Enviado por   •  20 de Mayo de 2015  •  Informe  •  3.930 Palabras (16 Páginas)  •  603 Visitas

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PECE 1988-1994

PACTO DE ESTBILIDAD Y CRECIMIENTO ECONOMICO.

• Era una continuación del PSE.

• Mantener la estabilidad de precios.

• Recuperar el crecimiento economico.

• Aumento a los precios de los productos y servicios del sector publico, sin incluir los que tienen un mayor impacto inflacionario, como gasolina y otros derivados del petroleo.

• Impulsar actividad agropecuaria mediante estimulos regionales y revision de precios privados que presentan rezagos.

• Renegociacion de la deuda para reducir el peso de esta.

DESARROLLO

PAC

El 23 de junio, Carlos Salinas y Gustavo Petricioli dieron a conocer, en una conferencia de prensa conjunta, el Programa de Aliento y Crecimiento, con el fin de hacer explícito el rechazo definitivo del gobierno al estancamiento económico como medio para enfrentar la crisis. Plantearon, en cambio, la posibilidad de lograr un moderado crecimiento económico con control de la inflación.

El PAC propuso una estrategia para recuperar el crecimiento económico, fundada en una mayor cooperación de los países acreedores. Planteó que el servicio de la deuda sólo podría cubrirse una vez que estuviera asegurada una tasa moderada de crecimiento de la economía, lo que suponía un aumento de los recursos financieros disponibles para el sistema, disminuyéndose así las tasas de interés nacionales y liberalizando el crédito al sector privado, lo que a su vez alentaría la inversión de este grupo.

En cuanto a los ingresos públicos, el PAC anunció que se procedería a revisar la política tributaria para evitar que la inflación disminuyera la recaudación real. Sugirió también una reorientación selectiva del gasto público, a fin de aumentar los recursos destinados a la inversión.

Por otro lado, el PAC reafirmó la política de reordenación económica y cambio estructural, esto es, el control de la inflación, la protección de la planta productiva y el empleo, el saneamiento de las finanzas públicas, la disminución del tamaño del Estado, la reconversión industrial y la promoción de las exportaciones.

El programa fue, en general, bien recibido. En términos psicológicos, su sola presentación dio aliento. Este aspecto es fundamental, sobre todo si reconocemos el ambiente depresivo que reinaba en el país y, en consecuencia, la necesidad imperante, en términos políticos y económicos, de abrir una esperanza al futuro, de reanimar a la población.

El estancamiento económico era insostenible, tanto porque significaba un descenso en los ingresos reales de la población como porque desprestigiaba la acción del gobierno, que ya no le podía dar nada a nadie. Ello nos llevó a reconsiderar los términos de nuestras obligaciones financieras internacionales, pues además de llevar cuatro años de transferir recursos al exterior, ahora teníamos que enfrentar la dramática caída de los precios del petróleo. La conjunción de estos fenómenos auguraba una profundísima contracción económica, con el consecuente malestar político.

Fue por ello que la sola enunciación del Programa de Aliento y Crecimiento resultó muy positiva. Además, dio a la población, después de meses en que sólo oían que las negociaciones con los acreedores estaban estancadas, la idea de que tenemos un plan de acción y que éste no ignora sus problemas. Así, abrimos una esperanza al hablar de “aliento sólido al proceso de recuperación económica”, “satisfacción mínima de necesidades” y otros conceptos que permitían apreciar un enfoque positivo en la acción del gobierno.

Otra consideración importante fue la necesidad de crear un ambiente adecuado para la sucesión presidencial. El candidato necesitará espacio y tiempo para buscar sus fórmulas y soluciones, y a mí me corresponde creárselo.

Para los conocedores de temas económicos, el PAC plantea dilemas aparentemente irreconciliables, como lo es el crecimiento sin generar más inflación; en todo caso, abre el cuestionamiento de hasta dónde se permitirá que aumente la inflación en aras del crecimiento económico.

La realidad es que no hay una respuesta clara. Simple y llanamente concluimos que el fantasma de la recesión es tan amenazante como el de la inflación y, en consecuencia, asumimos la necesidad de buscar un espacio intermedio para nuestra supervivencia.

Por otro lado, quienes habían seguido de cerca los planteamientos económicos de los diversos secretarios de Estado entendieron que el PAC acababa con las distintas posturas dentro del gabinete económico, al definir que el gasto público ya no se contraería más, y que el crecimiento económico era un requisito para servir a la deuda. Sin Silva Herzog, el gabinete económico volvió a funcionar en equipo, lo que necesariamente trajo efectos tranquilizantes en la coyuntura de emergencia que vivimos.

Entre los análisis que mejor enfocan los problemas de 1994 y su secuela, ocupa un lugar muy importante: ¿Transición o Crisis? Las Contradicciones de la Política Económica y el Bienestar Social, de David Ibarra; Ed. Aguilar, México, 1996.

PIRE

El gran reto para el nuevo gobierno era vencer la grave situación económica y, al mismo tiempo, tomar las medidas necesarias para evitar su repetición en el futuro. En su discurso de toma de posesión, Miguel de la Madrid dio a conocer el conjunto de medidas de orden económico que su gobierno adoptaría para enfrentar la crisis y que enmarcó dentro del Programa Inmediato de Reordenación Económica (PIRE). Este reconocía que si bien la economía mexicana enfrentaba una situación grave que requería de acciones inmediatas era igualmente necesario dar los primeros pasos para resolver los problemas estructurales. Aunque algunas de estas dificultades no habían llegado todavía a su límite, si se ignoraban, tarde o temprano constituirían problemas serios que podrían desembocar en situaciones de crisis semejantes.

Los objetivos centrales de corto plazo del PIRE -que comprendía diez puntos- eran combatir la inflación, proteger el empleo y recuperar un ritmo elevado de crecimiento económico. Para alcanzarlos, el gobierno se propuso: disminuir el crecimiento del gasto público; proteger el empleo; continuar las obras en proceso; reforzar las normas que aseguraran disciplina en la ejecución del gasto público; proteger y estimular el abasto de alimentos básicos; aumentar los ingresos públicos; canalizar el crédito a las prioridades del desarrollo nacional; reivindicar el mercado cambiario a la soberanía del país, y reestructurar la administración pública.

Este programa estaba enmarcado dentro de una política de "realismo económico". Esta manera de enfrentar la realidad implicaba, entre otras cosas,

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