El poder de la ficción del Conde para no dejar ir a Vera.
Enviado por Bar.gv • 1 de Diciembre de 2015 • Ensayo • 3.299 Palabras (14 Páginas) • 129 Visitas
Bárbara González Villegas
Segundo Semestre A
Narrativa y Contenido
21 de Octubre del 2015
El poder de la ficción del Conde para no dejar ir a Vera.
La ficción del Conde D’Athol mantuvo viva a Vera, hasta que se volvió su realidad.
La obra de Villiers de l’isle Adam “Cuentos crueles” se ubica en el año 1883, plena época del romanticismo, donde historias como “Vera” se dan mucho, una historia de amor y muerte, que contiene las características del romanticismo, tales como los colores, la sangre, la muerte, el ánimo sombrío, cementerios y la poca luz. Nos dejan ver que el amor es una ilusión.
La obra trata de una pareja de recién casados en donde la mujer (Vera) muere durante un acto de amor. El protagonista, no acepta la muerte de su esposa y por lo tanto crea en su mente la fantasía de traerla asegurándose de que su muerte no había sido algo definitivo. Si embargo, al pronunciar la palabra MUERTE, se da cuenta de que en realidad ella no esta viva y toda su fantasía (ficción) se desvanece y todo se torna gris.
Agonizando en dolor, descubre que la única manera de regresar a ella es muriendo también.
En este ensayo analizaremos el simbolismo en esta obra y como la ficción juega un papel importantísimo para mantener a Vera viva en el cuento, utilizaremos la hermenéutica como herramienta de interpretación en el lenguaje del cuento.
“Todo el tiempo a todas horas, no sólo percibimos nuestro entorno, si no que lo recreamos, lo manipulamos y lo reordenamos en el oscuro interior de nuestros cerebros.“[1] Es decir, todo el tiempo estamos interpretando, y cada cabeza es una realidad, mis vivencias son mi realidad y la manera en las que las interpreto, eso no quiere decir que la realidad de el otro no exista. Dentro de nuestra cabeza, en algún lugar existe un YO, que nos controla y hace ser quienes somos, el YO estructura mi vida. En el cuento de Vera podemos ver claramente que el Conde a través de sus pensamientos y sus ilusiones pretendía mantenerla con vida, su YO logró hacer que su ficción se volviera su realidad. Para el conde, Vera no estaba muerta, Vera se encontraba en cada uno de los artículos que alguna vez fueron de ella, él podía sentirla, seguir con ella, a través de sus objetos, gracias a la ficción él podía seguir con ella, a su manera.
Así como podemos darle vida a un personaje en un cuento, en una película, así como podemos sentirnos dentro de una historia, una obra, el sentimiento que causó leer la obra de Villiers de l’isle Adam, la ficción nos permite, por medio de palabras, vivir con pasión todo aquello que no es real en nuestra dimensión pero que de alguna manera existe porque lo estamos viviendo, es otra realidad. Es perspectiva, es poder, de mi dimensión, de mi punto de vista poder encontrar cosas nuevas viéndolo de otra manera y tener vivencias o experiencias tan reales como mi vida diaria, como lo tangible. Así como podemos darle vida a todo eso, el Conde D’Athol pudo a través de todos esos elementos seguir su día a día tan normal a lado de su amada, quien a pesar de no seguir latente, carnal, allí, para él ella estaba presente (viva) de alguna manera.
“Las ideas son igual que seres vivos.”[2] Generalmente consideramos que las ideas son abstracciones, pero una idea es una entidad vida, activa. Los efectos de una idea llegan hasta los más profundo de nuestro ser. Una idea puede transformarlo todo, no sólo en nosotros si no fuera de nosotros. Eso es algo que en el cuento de Vera podemos ver, el poder de una idea, de creer que esa idea es verdad, porque al fin y al cabo, lo es, es una realidad paralela a lo que estoy viviendo. Podemos observar lo maravilloso, ya que los personajes van naturalizando la muerte del personaje femenino, primero lo hace el Conde y luego su sirviente. Ambos viven como si nada hubiese ocurrido y lo maravilloso se hace presente, se admiten nuevas leyes, otra realidad.
Se puede ver como el amor llega de pronto y sin avisar, ambos personajes descubren el amor de manera instantánea, “¿No fue en el extranjero, en el baile de una embajada, donde la vio por primera vez? Sí, ese instante se recreaba ante sus ojos, pero de forma muy distinta. Ella se le apareció allí, radiante, deslumbrante. Aquella tarde sus miradas se habían encontrado. Ellos se habían reconocido íntimamente, sabiéndose de naturaleza igual, y en adelante se amaron para siempre.” [3] En Vera la historia ya comienza con el final del amor, es decir la muerte de Vera. Más allá de esto, este amor era un amor indudablemente pasional, era tan fuerte que lo espiritual penetraba en la carne y lo hacia carnal, además del hecho que ellos nunca dudaron el estar juntos. “Los propósitos engañosos, las sonrisas que observaban, las insinuaciones, todas las dificultades y problemas que opone el mundo para retrasar la inevitable felicidad de aquellos que se pertenecen, se desvanecía ante la certeza que ellos tuvieron, en aquel fugaz instante, de saberse el uno para el otro.” [4] Lo mágico de estas dos citas son como la interpretación de gestos, de miradas, de sonrisas, logró que dos personajes, tales como el Conde y Vera, solo con verse pudieran descifrar que debían estar juntos, que se pertenecían. Sabemos que la hermenéutica viene del verbo griego hermeneuien y de las funciones asignadas al Dios Hermes, a este le corresponde ser el mensajero que pone en comunicación a los Dioses y, sobre todo, transmitir la voluntad de éstos a los humanos.[5] Es como si los Dioses nos hubiesen dado la hermenéutica para seguir el hilo de un destino ya escrito. Como si ellos hubieran decidido desde antes que el Conde y Vera, por poner un ejemplo del cuento, tenían que estar juntos, y así ellos interpretaron gracias a la hermenéutica, la cual esta presente siempre, en todo momento, pudieron interpretar aquellos gestos que los unieron más allá de la muerte.
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