El príncipe de los caimanes, resumen
Enviado por Jhoseline Denisse • 7 de Diciembre de 2015 • Resumen • 2.048 Palabras (9 Páginas) • 369 Visitas
El príncipe de los caimanes
Miguel es un muchacho de quince años que, después de haberse quedado sin familia y hogar, decide salir de Iquitos en dirección a Miami, en busca de un mejor futuro y fortuna. Miguel quiere ser aventurero y valiente como su bisabuelo (conocido también como el príncipe de los caimanes por contar historias impresionantes) Sebastián Pedrera, al único que admira. Parte de su hogar con una sola posesión: un collar de dientes de jaguar (que alguna vez estuvo completo, pero que ahora solo lleva un diente) que heredó de su bisabuelo.
El primer día fuera, después de haber pasado la noche solo y hambriento, es despertado por Tomás, un muchacho de una comunidad cercana, que intenta quitarle su collar. Tomás lo lleva a su hogar, en San Martín, pero, curiosamente, nadie sabe de dónde salió él ni cómo llegó hasta allí. Cuando Miguel cree que puede quedarse allí, Tomas lo obliga a irse con él para no afrontar su compromiso matrimonial. Cuando él intenta abandonarlo en la orilla de un río, dos policías los arrestan, les quitan sus pertenencias y los dejan en otro pequeño pueblo llamado Nuevo Pebas. Allí encuentran una secta religiosa, con la que pasan unos días. Luego, a costa de engaños, logran salir y llegar hasta otro pequeño pueblo cerca a Brasil. Ahora su objetivo es llegar a Brasil, pero en el camino se encuentran a los policías, quienes les piden a los pasar un paquete sospechoso. No respondieron sus preguntas sobre la mochila, pero les ofrecieron un buen pago a cambio de llevarlo solo hasta el otro muelle (que ya pertenecía a territorio brasileño) y entregárselo a alguien. Aceptan, cruzan, pero los engañan. Queman el bote en el que iban y saltan a un barco con camiones dentro. Así llegan a Manaos, donde lo primero que hacen es gastarse casi todo su dinero en comida. Ellos no saben que contiene la mochila, pero saben que es muy valioso, y naturalmente buscaban un comprador. Pero, cuando trataron de alojarse en un lujoso hotel, los echaron y los encarcelaron, porque los empleados del hotel no podían explicarse cómo dos jóvenes como ellos podían tener dinero como para alojarse allí. Tuvieron que arrojar la mochila a un barco al que habían querido subirse antes, que los llevaba hasta Santarém y Belén, porque si lo arrestaban con la mochila, no volverían a hablar con nadie. Pasan unas semanas en prisión, siendo golpeados Miguel descubre que Tomás tiene un collar exactamente igual al suyo, y se cuestiona si es su hermano. Se enferman debido a los mosquitos, golpizas y malos cuidados.
Cuando Miguel despierta (sin Tomás) está en casa de una mujer llamada Godiva. Ella, a pesar de ser anciana y pobre, no duda en curarlo, alimentarlo y cuidarlo. Miguel, ahora trabajando como pescador con un amigo de Godiva, cree que podría quedarse allí y construir una nueva vida, pertenecer a un lugar. Pero entonces, Miguel encuentra a Tomás robando, y decide dejar a Godiva y quitarle sus ahorros para continuar su viaje con Tomás, porque se había convertido en algo importante para ellos y no podían dejarlo inconcluso. Así que con mucha pena y esperando a que Godiva entendiera, Miguel se fue y compró dos pasajes en pasajes en el Almirante Salgueiro (el barco al que habían querido subir antes y donde habían arrojado la mochila). Afortunadamente, recuperan la mochila que habían dado por perdida y el barco los lleva hasta Parinstis, donde Tomás se hace amigo de Brito, un delincuente que lo persuadió para sacarle la piel a unos cuantos caimanes. Brito también lo invita a un viaje de negocios, donde se encargaban enteramente de robar junto a otros hombres. Tomás se vio obligado a llevarlo llevarlo con él porque no sabían cómo dividirse el contenido de la mochila.
Después de unos cuantos problemas y muertes en el nuevo barco (en donde Miguel empezaba a sentirse a gusto), ellos se ven obligados a abandonar la mochila y el barco, ya que la tripulación, desesperada, había querido quitársela y dejarlos abandonados. Entonces se enfrentaron y los otros dos terminaron muertos, y la mochila y su contenido con sangre.
Entonces, sin otro lugar al que ir y sin nada de dinero o provisiones, Miguel decide irse, por fin, a Miami con Tomás.
La historia de su bisabuelo (que va siendo narrada junto a la historia de Miguel, alternando los capítulos) es un poco más interesante y menos valerosa, no como su bisnieto la imaginaba. Para empezar, Sebastián había nacido en Villanueva de la Serena, un pequeño pueblo al que odiaba, y del que había salido huyendo en busca de fortuna. Así, Sebastián llega a Cuba, donde trabaja como supervisor de indios y donde conoce a Matilde. Se enamoran, pero ella al ser hija del dueño de la casa, lo único que pueden tener son encuentros furtivos y fortuitos, hasta que ella tiene que casarse y se ve obligada o vivir en Estados Unidos y separarse de él. Desde ese momento, solo pueden mantenerse en contacto mediante cartas que Sebastián le enviaba hasta la saciedad pero que ella se negaba categóricamente a responder. Él, desesperado por huir de su recuerdo, decide viajar a Brasil con Luis Alves, un portugués al que había conocido en Cuba, para internarse en la selva con el objetivo de encontrar caucho y explotarlo. Esa primera expedición no resultó nada bien, ya que terminó con múltiples heridas e infecciones. Se recuperó en casa de su amigo hasta que este logró a convencerlo de volver a internarse en la selva. Esta vez, Sebastián estaba más precavido y con una idea más clara de lo que debía buscar. Cerró trato con Winston, un americano, y Marcus, un alemán, que llevaban años viviendo del caucho. Llevaron todas las cosas necesarias a la expedición (comida, armas, regalos, etc.) más algunos indios que hablaban algunas lenguas nativas. Cuando se internaron lo suficiente, después de unos días, los encontraron los mundurucú: una tribu. Los tres hombres, sobre todo Winston (con ayuda de uno de los indios), lograron convencer al jefe de la tribu, Cuncagua, quien quedó como el resto de su gente fascinado por el alcohol y los regalos, de mostrarles las cosechas de caucho. Winston le prometió que si accedía a trabajar para ellos en la extracción de caucho, habría más regalos como esos. Él aceptó. Desafortunadamente, mientras se realizaba tal expedición, uno de los de la tribu mató a Marcus; entonces Winston se molestó y utilizó la fuerza para convencerlos de que trabajen para ellos. Sublevaron y maltrataron a todos, incluyendo a Cuncagua. El primer experimento no resultó bien, ya que los indios de la tribu se enfermaron por un virus que ellos habían traído de la ciudad. Cómo nunca habían estado enfermos y no sabían cómo lidiar con las molestias que trae consigo una enfermedad, empezaron a morir con facilidad. Winston y Sebastián se sumergieron en la bebida y en la lástima hacia sí mismos, sobre todo el primero, al haber realizado una inversión tan fuerte y que no haya resultado, hasta que despertó, dejó que los indios débiles murieran, mientras que los más fuertes se dedicaban a buscar otras tribus para sublevarlas y obligarlas a trabajar. No trataron negociar con ellas, simplemente usaron la fuerza. El campamento creció y se fortaleció. Había reglas, cargos y castigos. Si los indios hacían algo indebido, eran azotados, flagelados o matados. Sebastían vivía en una nebulosa, viendo actos injustos y no haciendo nada para detenerlos. Él solo quería ahorrar el dinero suficiente para un día ir a buscar a Matilde y decirle que tenía más dinero que su esposo, que podía darle todo eso y más, siempre esperando una carta de respuesta. Así pasaron 7 años. Sebastián ya estaba acostumbrado a ese estilo de vida. Se terminó cuando Winston, jugando póker con un posible socio, apostó la mano de Cuncagua. Para ese momento, él estaba muy débil, delgado y enfermo, al punto de no poder hablar. Ya no había brillo en sus ojos, y se culpaba por haber aceptado a esos extranjeron, que habían significado el sufrimiento y final para su gente. Fue entonces cuando Cuncagua, a punto de quedarse sin mano, le clava un cuchillo a Winston en el pecho. Ambos murieron esa noche. Sebastián, harto de todo, vendió el campamento y se fue a la ciudad. Él era perseverante respecto a Matilde, aun albergaba esperanzas. Hasta que un día le llegó carta de su esposo, explicándole que ella había muerto hace un año al dar a luz a su segundo hijo. Dijo que admiraba su amor por ella. Esto sumió a Sebastián en una depresión nunca antes experimentada y en el alcohol. Había perdido la dirección.
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