El rubi del amor

                    El rubí del amor

Era 23 de diciembre de 1890 Avella, Mi joven hermana Medellín de 22 años había llegado de su viaje de Berlín, Medellín era una joven de un gran aspecto ojos plomos, labios rosados y un largo cabello castaño oscuro, su personalidad era de una mujer inteligente, tenía una gran habilidad de observación y razonamiento deductivo. A Medellín le encanta leer y crear música, su instrumento favorito era el piano.

Yo no me podía comparar con ella, mi especialidad era la química, me gustaba mucho la ciencia, mi instrumento favorito era el violín, Medellín y yo hacíamos la pareja perfecta de hermanos investigadores, ella era la detective y yo su fiel ayudante.

Una tarde llego lady Penélope a nuestra casa dándonos una invitación a una fiesta en su mansión, lady Penélope era una joven refinada de ojos azules, piel blanca y cabello rubio cenizo, ella y su hermano eran grandes amigos nuestros desde la infancia, yo vivía enamorada de la señorita, mi hermana era mi cómplice me decía todo lo que le gustaba y desagradaba.

Lady Penélope no venía sola ahí estaba su hermano, Sebastián, era un chico inteligente y trabajador, de ojos cafés claros, alto y una mirada de un hombre seguro, él estaba enamorado de mi pequeña hermana, su deseo era casarse con ella, ya llevaban 15 años de amigos.

Ya había caído la noche fría, los dos estábamos listos para salir a la fiesta, cuando llegamos todo estaba bien ordenado y decorado, había mucha gente, al final de la sala había una caja de cristal con un diamante rojo en forma de corazón, era grande y muy reluciente.

Junto a nosotros se había acercado Sebastián, nos había contado que el diamante se llamaba “El rubí del amor”, nuestra duda fue de ¿por qué se llamaba así?, el amablemente nos había contado la historia de una joven pareja que fue asesinada por sus padres a través de disparos, antes de escaparse en medio de la noche él joven le dio aquel signo de amor, en medio de sus cuerpos se encontró el diamante, fue una historia muy hermosa y triste a la vez.

Al contemplar el diamante empezó a sonar la música, inmediatamente busque a la señorita Penélope para bailar, hasta eso mi gran amigo entusiasmado aprovecho para sacar a mi hermana, Medellín jalándome despacio de la manga del saco, con su mirada señalándome aquel hombre que estaba viendo fijamente al diamante, era el dueño del gran “Museo Horwich” el señor Jefferson Horwich y su esposa Adelaida. Sin pensarlo hubo un gran apagón, gritos y un fuerte disparo.

Al volver las luces se vio al señor Horwich en el suelo con una bala en la parte izquierda de su abdomen, mientras su esposa entre llanto pidió ayuda, mientras Medellín y Penélope intentaban detener la hemorragia. Sin más, me di cuenta que el diamante había desaparecido, pero ¿por dónde entraron? Todas las puertas estaban cerradas y no había ningún sospechoso, al llegar los paramédicos rápidamente se lo llevaron, Medellín sin más que esperar decidió investigar la zona del crimen, solo había encontrado un pedazo de tela rojo incrustado en los vidrios y sangre, al parecer el criminal se había cortado.

...