El suceso físico de la muerte
Enviado por jimmdenham • 10 de Agosto de 2012 • 934 Palabras (4 Páginas) • 455 Visitas
está presente nosotros no existimos."
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Lógica cristalina que se hace añicos aladvertir que la supresión de toda experiencia en el difunto es solamente unasuposición del que sobrevive. Que el despojo putrescible en torno al cual sellora, que pronto será arcilla o planta, no es necesariamente
la
persona. Quela muerte, en suma, al menos desde el lado de los vivos en el cual se piensa,no es forzosamente la pura no existencia. Ni tampoco la certeza de lasubsistencia, hay que agregar. Vivos sólo podemos ser testigos del morir, ysin poder adentrarnos en él la experiencia
de
la muerte –no la experiencia
ante
la muerte– se aleja inalcanzablemente.Lo desconocido, como en el buen cine de terror, es el genuino objetodel sobresalto. No es ésta, en efecto, cualquier ignorancia o un misterio comopuede serlo la cantidad exacta de materia en el cosmos, o el comportamientode un minúsculo crustáceo debajo de los hielos polares. El fallecimientopersonal enfrenta una incertidumbre que no se contesta tranquilamente con laindiferencia: si sobrevivo, cómo puede mi vida de-acá repercutir en la de-allá;y si sucumbo, qué sentido tiene todo lo de-acá. A tamaño temblor se aúna, por si fuera poco, la única seguridad que cabe: la despedida del mundo quetambién somos, pues todo
partir
es una forma de
partirse
.Es evidente, en cualquier caso, que encarar el final es la máximaprueba de la vida humana. Sólo delante de la propia muerte se prueba elmetal de que estamos hechos. Yukio Mishima diría severamente: "Una vida ala que le basta encontrarse cara a cara con la muerte para quedar desfiguraday destrozada quizá no sea más que un frágil cristal."
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Solamente la vivenciadel morir puede dar la justa medida de nuestra condición.
2. El suceso físico de la muerte
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"Carta a Meneceo", en
Obras
, trad. de Montserrat Jufresa, Madrid, Tecnos, 1994, p. 59.
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Lecciones espirituales para los jóvenes samurais y otros ensayos
, trad. Martin Raskin Gutman,Madrid, La esfera, 2001, p. 74.
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Aplacadas las primeras impresiones, es útil calarse la máscara delcientífico, al menos momentáneamente, para acercarse a la muerte con laaplicada serenidad del entomólogo. ¿En qué consiste ella físicamente? Laplatónica idea del tránsito del espíritu y su liberación del calabozo de la carne,e incluso la mera indicación escolástica de la separación entre cuerpo y alma,son todavía intraducibles en el plano fenoménico. ¿Qué sucede exacta,tangiblemente cuando llega el final?El último instante sobreviene de muchas maneras: paro fulminante,serena dormición, agonía prolongada, accidente doméstico o de tráfico,infame asesinato, inmolación heroica, etc. Pero, al pasar de la circunstancia alhecho en sí, la cesación de la vida se presenta como la interrupción de todoindicio corpóreo que suponga animación intrínseca, automovimiento. Laverificación minuciosa a que esto llevaría –silencio cardíaco, ausencia depulsos periféricos, pérdida de conciencia, arreflexia, no contracción de lapupila por la luz, etc.– quedaría, sin embargo, simplificada con la identificaciónde las funciones esenciales que posibilitan y sostienen el conjunto de laactividad orgánica,
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