El valor de las materias comunes.

EL VALOR DE LAS MATERIAS COMUNES

        En el capítulo 28 del libro de Consejos para los Maestros, que por título lleva el valor de las materias comunes, se nos expone una gran problemática en la cual están involucrados maestros, alumnos graduados y alumnos en preparación. El cual estos no tienen el debido interés de aprender bien las materias comunes y conocer bien el idioma que dominan.

Las materias comunes a como lo dice su nombre son las materias básicas o el cimiento que nos ayudara a comprender las demás materias por venir, también sabemos que son las que nos dan el conocimiento más importante, ya que sin ellas no entenderíamos lo que sigue. En la lectura se nos cita que estas deben enseñarse cabalmente y con oración, para poder ver los resultados ya antes mencionados.

Veamos pues ejemplos; los jóvenes recién graduados en su mayoría salen con muy poco conocimiento gramatical, de que les sirve haber estudiado tanto, ser expertos en una determinada ciencia, si no conocemos  lo que es hacer una buena escritura y en el peor de los casos no poder expresarnos correctamente y como consecuencia, puede haber una mala interpretación.

Existen miles de idiomas, pero estoy de acuerdo en que primero debemos conocer de inicio a fin nuestro idioma natal, dominarlo, darle buen uso, ya que esto será el puente para poder entender las que nos propongamos. Nos hacemos seres más raciocinios, letrados y con un acervo cultural fabuloso.

También no hay que irnos mucho a lo gramatical, también se nos dice que lo correcto es conocer bien todas las materias comunes y no solo una, podemos decir sobre las matemáticas, qué tan importante son para nuestro diario vivir. En la lectura se nos cita que Dios nos pide que sepamos hablar y expresarnos correctamente así como también saber hacer cuentas, en sí saber lo básico para poder predicar y llevar la palabra de Dios debidamente. Por ejemplo hay personas que al leer la biblia no le dan el debido énfasis alas palabras, no respetan los signos de puntuación el cual como consecuencia no transmiten el debido mensaje que se quiere dar, la lectura o la evangelización se vuelve aburrida ya que al no darle el énfasis adecuado esta cae en lo monótono.

Si bien, nosotros estamos preparándonos para ser maestros, y nuestra labor será enseñar pero de manera que ese proceso sea adecuado, para esto en la lectura nos dice que tenemos la obligación de leer en voz alta, claro, que las palabras sean bien dichas, no caer en redundancias ni tecnicismos, ya que en caso de no ser así, en el momento de comunicarnos con nuestros alumnos, estos no podrán entendernos y mucho menos les quedará un conocimiento adecuado. Una palabra mal dicha puede cambiar todo el sentido de lo que queremos decir o dar a conocer.

También tenemos la obligación de hacer que nuestros alumnos aprendan el debido uso del idioma y sus ciencias aledañas, como la gramática, la ortografía, la caligrafía etc. Es nuestra obligación checar detalladamente sus actividades, mandar a corregir los errores y exhortar a mejorar su forma de escribir o expresarse. No debemos dejar pasar nada de lo ya antes mencionado, no caigamos en el error de firmar a ojos cerrados, de dar una calificación sin ver que estamos evaluando en el alumno.

En conclusión, estoy a favor de lo que el capítulo veintiocho nos dató, ya que como seres humanos estamos designados a ir aprendiendo día a día y todos los días de nuestra vida. El idioma forma parte de nuestra subsistencia en el planeta, con ella nos movemos, hacemos y decidimos y para esto debemos de dominar muy bien nuestro idioma, conocerlo, escudriñarlo y practicarlo con la debida forma.

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