En Una Estación De Ferrocarril
Enviado por jjcordobag • 6 de Octubre de 2014 • 1.015 Palabras (5 Páginas) • 261 Visitas
Séptimo día del sexto mes veintiséis de Meiji
Ayer un telegrama de Fukuoka anunció que un desesperado criminal capturado allí sería traído hoy a Kumamoto para su juicio, en el tren pasado el mediodía. Un policía de Kumamoto había ido a Fukuoka para hacerse cargo del prisionero.
Cuatro años antes un fuerte ladrón había ingresado a algunas casas por la noche en la Calle de los Luchadores, aterrorizando y atando a los ocupantes, llevándose una cantidad de cosas valiosas. Rastreado hábilmente por la policía, fue capturado dentro de las veinticuatro horas, aún antes de que pudiera disponer de su botín. Pero cuando fue llevado a la estación de policía rompió sus ataduras, le arrebató la espada a su captor, lo mató y escapó. No se había oído nada más de él hasta la semana pasada.
Entonces sucedió que un detective de Kumamoto, que se encontraba visitando la prisión de Fukuoka, vio entre los trabajadores una cara que había estado grabada durante cuatro años en su cerebro.
-¿Quién es ese hombre? -le preguntó al guardia.
-Un ladrón -fue la respuesta- registrado aquí como Kusabe.
El detective se acercó al prisionero y dijo:
-Tu nombre no es Kusabe. Nomura Teiichi, se te reclama en Kumamoto por asesinato.
El criminal confesó todo.
Fui con una gran horda de gente a ver la llegada a la estación. Esperaba escuchar y ver ira, temí aún que hubiera violencia. El oficial asesinado había sido muy querido; sus parientes ciertamente estarían entre los espectadores, y una multitud de Kumamoto no es muy amable. También pensé que encontraría muchos policías en servicio. Mis presentimientos estaban errados.
El tren se detuvo en la escena usual de prisa y ruido, corridas y traqueteo de pasajeros usando geta, griterío de niños queriendo vender periódicos japoneses y limonada de Kumamoto. Esperamos afuera de la barrera por aproximadamente cinco minutos. Luego, empujado a través de la puerta por un sargento de policía, apareció el prisionero... un hombre enorme, de apariencia salvaje, con la cabeza gacha y los brazos sujetados en la espalda. Ambos, prisionero y guardia, se detuvieron frente a la portezuela; y la gente se apretujó para ver, pero en silencio. Luego el oficial gritó:
-¡Sugihara-san! ¡Sugihara O-kibi! ¿Está ella presente?
Una pequeña mujer parada cerca de mí, con un niño en sus espaldas, respondió "Jai!" y avanzó a través de la prensa. Esta era la viuda del hombre asesinado; el niño que llevaba era su hijo. Ante una señal de la mano del oficial la multitud retrocedió, para dejar un espacio para el prisionero y su escolta. En ese espacio se paró la mujer con el niño enfrentándose al asesino. El silencio era mortal.
Luego el oficial habló, no a la mujer, sino únicamente al niño. Habló bajo, pero tan claramente que yo pude captar cada sílaba:
-Pequeño, este es el hombre que mató a tu padre hace cuatro años. Tú no habías nacido aún; estabas en el vientre de tu madre. Que no tengas ahora un padre que te ame es obra de este hombre. Míralo -aquí el oficial, poniendo una mano en la barbilla del prisionero, lo forzó duramente a levantar la vista- ¡míralo
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