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En el que la utilidad de la sociología


Enviado por   •  21 de Mayo de 2013  •  Tutorial  •  2.014 Palabras (9 Páginas)  •  313 Visitas

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Por qué desde la sociología a diferencia de otras disciplinas surgen preguntas del estilo ¿para qué sirve un sociólogo? o ¿cuál es la utilidad de la propia sociología? Estos interrogantes a su vez interpelan: ¿Son estas preguntas cíclicas o evidencian un replanteo de posición de la sociología al interior de las ciencias sociales? Estas son algunas de las inquietudes que surgieron al leer ¿Para qué sirve la sociología? (dirigido por Bernard Lahire, y publicado por Siglo Veintiuno Editores), ¿Para qué sirve realmente un sociólogo? (de François Dubet, de Siglo Veintiuno Editores), y ¿Qué hacen los sociólogos? (editado por Lucas Rubinich y Gastón Beltrán, en Aurelia Rivera Libros). Obviamente los autores de estos libros son de profesión sociólogos.

“La sociología es como un deporte de combate: se utiliza para defenderse, no para dar golpes bajos”, la definió Pierre Bourdieu.

Ciencia polifónica, la sociología puede dar diversas explicaciones de un problema específico según el modelo explicativo en que se base. Pero, rara avis , está obligada periódicamente a explicar frente al poder su razón de ser. ¿Por qué dar cuenta de la utilidad de la ciencia? le consultó Ñ a tres especialistas. “Siempre está en duda la utilidad de una disciplina cuya ‘funcionalidad’ es ser disfuncional al poder, criticar estructuras de dominación, escudriñar el origen y la dinámica de la desigualdad. A la sociología se la cuestiona cuando incomoda”, señala Javier Auyero, desde EE.UU., donde enseña etnografía, sociología del sufrimiento, y política latinoamericana en la Universidad de Texas (Austin).

Desde luego, la sociología puede resolver problemas concretos en ámbitos como la salud o la vida rural y así surgen ramas o campos de trabajo como sociología de la salud, sociología rural o sociología del trabajo. Muchas veces, esas miradas no buscan resolver problemas inmediatos, sino que analizan diversas aristas de una situación y ponen en cuestión todas las relaciones. “Eso es molesto: una ciencia que no habla desde el poder, sino sobre el poder es problematizadora. Preguntarse sobre el poder produce desacomodamientos. Al trabajar contra la mirada convencional sobre lo social, que es la mirada política que sostiene determinado orden, la sociología, lo quiera o no, es problematizadora de ese orden”, dice Lucas Rubinich, sociólogo, profesor de Sociología de la Cultura y Sociología General en la Carrera de Sociología (UBA), desde una mirada ligada al núcleo de producción de conocimiento en autonomía.

Siguiendo a Bernard Lahire, la sociología tiene tantas más posibilidades de decepcionar o de contrariar a los poderes cuanto mejor cumpla con su función científica. Esa función no es servir para algo o para alguien. Pedirle a la sociología que sirva para algo es una manera de pedirle que sirva al poder. Mientras que su función científica es comprender el mundo social, comenzando con los poderes. Operación que no es neutra socialmente. Entre otras razones, porque no existe poder que no deba una parte –y no la menor– al desconocimiento de los mecanismos que lo fundan.

Por su parte, Ricardo Sidicaro, investigador del Conicet, especialista en teoría sociológica y problemas socio políticos de la Argentina, señala que el problema radica en “que la sociología puede ser cuestionada desde otras disciplinas en sus explicaciones, pero al mismo tiempo puede ser cuestionada porque algunos hacen ejercicio ilegal de la sociología, entonces ésta pierde reconocimiento frente a la sociedad”.

La cuestión del poder

La pregunta que irrumpe es a quién debe responderle esta serie de interrogantes la sociología como ciencia y práctica concreta. ¿Quién es su interlocutor potencial a la hora de dar cuentas? Para Javier Auyero, desde sectores dominantes, y desde el sentido común que muchas veces reproduce el punto de vista dominante, siempre se pone en duda la tarea intelectual, en general, la de las ciencias sociales críticas.

“Se le rinde cuentas a otras ciencias competitivas, y también a una especie de sentido común que cuestiona que la sociedad pueda ser pensada científicamente”, dice Sidicaro. Y agrega: “Cualquier poder está montado sobre una especie de mitología: puede ser que la justicia es ecuánime, que los lideres son infalibles, o que la democracia representa a todas las personas. La sociología cuando explica qué es eso, indudablemente se pelea con los poderes”. Acuñando conceptos del alemán Max Weber, da un ejemplo: “Si me preguntan qué es un partido político, digo: un partido político es una asociación organizada para llevar al jefe al gobierno para repartir prebendas entre sus seguidores”. Y añade: “Puedo decir que los laboratorios medicinales trabajan para la salud de la humanidad, o bien puedo decir que los laboratorios medicinales trabajan para ganar dinero, y que cuando hacen avanzar la ciencia, hasta que no amortizaron las patentes que tenían, no fabrican los medicamentos de las nuevas patentes. Y si uno afirma que la escuela en realidad les enseña a algunos chicos lo que saben y a otros lo que no saben, y por lo tanto perjudica a los más pobres porque les enseña contenidos que son más adecuados para la clase media, los maestros se ponen locos: cualquier tesis o cualquier aporte que plantea la sociología molesta a alguien: es mucho más lindo creer que si sos maestro sos un funcionario de la cultura”.

Rubinich coincide: “La mirada de la sociología, lo quiera o no lo quiera, interviene en las luchas por las miradas sobre el mundo. Cuando uno piensa una institución religiosa no como algo divino sino como una construcción histórica es problemático, sobre todo, para las instituciones religiosas. Y eso lo puede decir Durkheim, Weber, Marx, entre muchos otros sociólogos clásicos. Es una intervención indirecta en la lucha política más densa: la lucha por la imposición de visiones del mundo en una sociedad”.

Por ejemplo, la explicación acerca de por qué se producen diferencias sociales es un análisis teórico que circula por el campo científico, pero que tiene consecuencias políticas. Es justamente este tipo de intervenciones la que genera disputa y cuestiona el papel de la sociología. Se busca, entonces, redefinir sus objetivos y límites, en términos teóricos y de praxis. Se trata de acotarla y descalificarla.

Es que en toda relación social hay elipsis y silencios que ayudan a seguir adelante. Verdades que preferimos ignorar para que la vida se vuelva soportable. “Por eso se dice que la sociología es una ciencia que incomoda. Molesta porque nos dice lo que

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