¿En un país poco educado, será posible la paz?

¿En un país poco educado, será posible la paz?

“La persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero” (Mahatma Gandhi

“No hay camino para la paz, la paz es el camino” (Mahatma Gandhi)

A lo largo de la historia en muchas partes del mundo han realizado esfuerzos por construir una cultura pacífica a escala planetaria, la cual está orientada a progresar en los diálogos políticos, con el fin de alcanzar soluciones definitivas a sus problemáticas sociales y económicas, así como a lograr un mayor entendimiento y tolerancia hacia las culturas distintas a la propia y reconocer que dentro de la diversidad se construye la comunidad y esa aceptación contribuye a la paz mundial.

Ahora bien, en Colombia la crisis social, económica y política se ha vuelto una base para el desarrollo de una cultura violenta, por eso, es que el posible aumento de la violencia en el “post-conflicto” se vuelve un tema de conversación al finalizar un acuerdo de paz, a tal grado que cualquier muestra de violencia está relacionada con dicho conflicto, en ese sentido, para obtener una paz estable y duradera no es suficiente la firma de los acuerdos con un grupo insurgente, aunque, cabe reconocer que este paso contribuye a la búsqueda de la paz, es imprescindible tener presente que el único camino para llevar al país por el sendero de la tranquilidad es a través de la educación.

Es necesario decir, que a lo largo de su historia la educación para la paz ha sido un método utilizado para tratar de resolver los problemas originados por el conflicto, y se han ido cambiando sus objetivos, métodos y corrientes.

Si hacemos un análisis de nuestro país y la paz, logramos observar y tener como resultado que el diario vivir de muchas personas es ganarse la vida de una manera atroz, por ende, ya no es inusual para los colombianos ver expresiones brutales entre individuos y a veces, se sienten ajenos a esta problemática ya que están acostumbrados a vivir así. Para acabar con esta ola de violencia se debe: en primer lugar, empezar a cambiar la forma en que muchos colombianos perciben el mundo, es importante que en Colombia tengamos la mente y el corazón dispuestos a dejar atrás el pasado, y en segundo lugar, se debe ver la educación como un puente que nos facilita el paso de una cultura violenta a una cultura de paz, Jarex (1999) sostiene que en “la educación reglada y en la informal, tenemos que hacer posible el tránsito de una cultura de guerra y violencia a una cultura de la paz, que nos permita a todos vivir la paz como un proceso creativo que cambie nuestras vidas”, es decir que mediante la educación se puede brindar la oportunidad de generar un nuevo panorama en la forma de vivir de los más afectados por la guerra y los ayudara a dejar atrás el resentimiento causado por el conflicto armado.

Además mediante la educación se puede incluir en los jóvenes una nueva manera de resolver los conflictos dejando a un lado la violencia, utilizando ahora el diálogo para la resolución de las diferencias. Es por eso, que los padres de familia deben tener en cuenta que la educación de sus hijos no es únicamente obligación de las instituciones, ellos son los que tienen que ponerse al mando enseñándoles desde pequeños valores como el respeto y la tolerancia, “la construcción de una cultura de la paz es un proceso que supone un cambio de mentalidad individual y colectiva. Y en este sentido es fundamental el papel del sistema educativo, pues si se educa en valores desde temprana edad esto tendrá un carácter irreversible” (Calidad, 2016). En otras palabras, si se implementa la educación con base en la convivencia y en el manejo de las emociones (inteligencia emocional) desde niños enseñándoles y mostrándoles métodos pacíficos de resolución de conflictos, estaremos formando en ellos una personalidad proactiva, dinámica y principalmente propositiva para buscar alternativas de solución a las situaciones problémicas que se le presenten.

Otro fenómeno que contribuye a que Colombia esté en violencia permanente es la corrupción, que se despliega por todo el país como un cáncer que destruye nuestras posibilidades de progreso como sociedad a pesar de los múltiples recursos humanos y naturales con los que contamos para ser una nación desarrollada con altos estándares en la calidad de vida de sus habitantes. El expresidente de Uruguay Pepe Mujica dijo alguna vez que “La economía sucia, el narcotráfico, la estafa, el fraude y la corrupción son plagas contemporáneas cobijadas por ese antivalor, ese que sostiene que somos más felices si nos enriquecemos sea como sea”. Para erradicar esas problemáticas y particularmente la corrupción, se debe fundamentar un proceso de formación familiar, escolar y social de la niñez y la juventud sobre la importancia de la participación y la responsabilidad democrática, para que de esta manera se logre desarrollar seres humanos con vocación de servicio social y no individuos egoístas que solo piensan en el bienestar propio, restándole importancia al hecho grave de que esta conducta corrupta es uno de los principales promotores de pobreza y de violencia en nuestra sociedad.

Un ejemplo de esa situación sería ver cómo las personas que viven en zonas rurales se han visto afectadas tanto física como mentalmente, los lugares que tienen una baja calidad en la educación se vuelven más vulnerables y por ende más violentas, respecto a esto, uno de los factores a considerar es que el acceso a la educación es muy difícil en el sector rural, y trae como consecuencia que un índice de violencia sea superior al de las grandes ciudades, ya que ellos ven en su entorno bien sea por obligación

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