Ensayo: El falso temblor del final

El falso temblor del final

Eran las 11:53 a.m. en el banco central de una gran metrópolis de un país de América, todo transcurría normal, la planta baja repleta de gente a todas horas del día; en el segundo piso, gente que se encargaba de cuentas de los principales benefactores de la ciudad; y en el tercer piso se encontraba el impulsor de la ciudad, el gobernador, y el dueño del banco. Para mala fortuna de la ciudad era la misma persona, un hombre que moriría en dinero, al igual que unas cuantas generaciones que seguirían su legado. Era muy avaro y prepotente con todas las personas incluso su familia.

Pasaba de las 12:00, y el tráfico de vehículos afuera del banco era inmenso. La ciudad había crecido tanto que las áreas verdes y parques habían sido destruidos para construir imponentes edificios que se levantaban como fortalezas en vertical, era raro ver un árbol en las calles, parecía que estaban en peligro de extinción.

Dentro del banco, una mujer en el segundo piso paseaba contoneando una escultural figura pagada por su padre, el dueño de una fábrica textil que daba trabajo a muchos ciudadanos. Cargaba con ella un bolso y en él un pequeño perro que se había convertido en un lujo que muy pocos podían costear.

Eran las 12 con 5 minutos y el pequeño perro comenzó a ladrar. La dueña no comprendía el porqué se había alterado su mascota, hasta que sintió en sus altos tacones un temblor que terminaría por derribarla, soltando el bolso, haciendo que el perro huyera del lugar. –Manténgase en el suelo- le decía el gerente de ese piso, mientras que la mujer despavorida gritaba a su perro –Ven con mami, ¡regresa!-

En el tercer piso, el hombre con mayor poder estaba aturdido tras haber caído por el temblor. La edad en él ya había hecho lo suyo, por lo que adolorido el hombre trataba de alcanzar una pequeña caja que estaba en su escritorio; dentro de ella estaba una llave, la cual abría su caja fuerte ubicada en un Banco suizo. Era importante esa llave porque al ser un hombre muy desconfiado solo tenía una llave única, y al sentir cómo su imperio se desplomaba sobre él acudió a algo que haría hasta qué estuviera muriendo; deshacer la llave en un pequeño recipiente con ácido para que no la pudieran encontrar y obtener su fortuna.

Siendo las 12:10 todo se había calmado, se detuvo el temblor y cual acto sincronizado los gritos se callaron: en el segundo piso la chica aún con unas cuantas lagrimas de terror logró ponerse en pie, y tras acomodar su vestimenta decidió marcharse a su casa; en el Tercer piso, el hombre adolorido se incorporaba en su silla, agobiado por adelantar su única acción, la cual terminaba con su fortuna, al perder esa llave perdió todo, quedándose su fortuna y monopolio en manos de un Banco suizo.

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