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Ensayo Rek}ligiones Ante El Aborto


Enviado por   •  28 de Agosto de 2013  •  3.368 Palabras (14 Páginas)  •  454 Visitas

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LAS RELIGIONES ANTE EL ABORTO

Vamos a examinar aquí la postura de las grandes religiones del mundo respecto al aborto. De forma sucinta, revisaremos histórica y doctrinalmente la posición de la Iglesia Católica sobre el tema, así como las citas bíblicas en que apoya su inveterada condena del crimen en todas sus formas. También expondremos la postura de la religión judía, así como la del Islam. Finalmente, aunque no sea una religión, trataremos de la "doctrina" de la Nueva Era o liberalismo religioso que impregna todos los argumentos de la sociedad actual. Como raíz de esta nueva "doctrina", comentaremos también la actitud de las "religiones" orientales (hinduismo, budismo...) acerca del derecho a la vida.

La doctrina de la Iglesia Católica derivada de la Sagrada Escritura1 es que Dios creó al hombre, en cuerpo y alma a imagen y semejanza Suya; Que Dios nos ha conocido como personas incluso antes de ser concebidos - incluso da nombre a seis hombres antes de haber nacido: a Ismael (Génesis 16:11), a Isaac (Gen.17:19), a Josías (I Reyes 13:2), a Salomón (I Crónicas 22:9), a Juan el Bautista (Lucas 1:13) y a Jesús mismo (Mateo 1:21). La Iglesia también sostiene que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros y que nos valora a todos; Que es pecado interferir con los planes de Dios; Que los hijos son un don de Dios; Que los niños son los más inocentes de todos y que es un pecado abominable matar al inocente. En vista de este cuerpo doctrinal, es evidente que el aborto es un asesinato y que todos los cristianos deben evitarlo y condenarlo.

Sin embargo, hay cristianos (y no cristianos) que buscan agujeros en esta doctrina para justificar el aborto y argumentan que no está claro cuándo entra el alma en el cuerpo. Algunos sostienen que esto no ocurre hasta el nacimiento. Con este argumento consiguen su propósito de sembrar una duda insoluble, pues es evidente que no hay forma alguna de comprobar su suposición ya que es imposible medir la presencia del alma. Pero lo que sí se puede conocer científicamente es la presencia de un corazón y de un cerebro desde el primer mes de gestación, y ambos son considerados históricamente como la "sede" del alma. Más aún, el ser que existe antes de la formación de estos órganos, también es la "sede" del alma - en el caso hipotético de que no la tuviera ya. Así pues, ante la imposibilidad científica de determinar el momento de la "animación" del cuerpo, la Iglesia establece que "... es objetivamente un grave pecado atreverse a correr el riesgo de cometer un asesinato" (Declaración sobre el Aborto Provocado). En caso de duda, siempre hay que optar en favor de la vida y la seguridad de la persona.

Otros pro-abortistas alegan que los Padres y Doctores de la Iglesia no tenían una doctrina clara sobre el tema. Sin embargo, aunque San Agustín, Santo Tomás de Aquino y San Jerónimo tuvieron dudas acerca del momento de la insuflación del alma en el cuerpo debido a la teoría de Aristóteles de que los niños en gestación no se hacían humanos hasta 40 días después de la concepción, la Iglesia ha sostenido desde sus inicios la sacralidad de la vida en gestación. Así en la Didajé II, 2 se lee: "No matarás a un niño no nacido ni a un niño recién nacido" y en las Epístolas de Barnabás, que vivió entre los años 70 y 138, dice: "Amarás a tu prójimo más que a tu propia vida. No matarás a un niño por medio del aborto" (Vol. II, pg 19). También Tertuliano (A.D. 197) en su obra Apologeticus (pg. 9) afirmaba: "Para nosotros (los cristianos) el asesinato está terminantemente prohibido; por lo cual, incluso cuando el niño está en el vientre, mientras la sangre de la madre sirva para formar el ser humano, no nos es lícito destruirle. Prohibir el nacimiento no es más que un asesinato... Es hombre aquél que se convertirá en un hombre; el fruto está siempre presente en la semilla".

Atenágoras de Atenas, en carta a Marco Aurelio en el año 177 conocida como Legatio pro Christianis (Súplica en favor de los cristianos) decía así: "Aquellas mujeres que utilicen drogas para abortar cometen un asesinato, y tendrán que dar cuentas a Dios por su aborto". Clemente de Alejandría (c. 155-220), sacerdote y "Padre de Teólogos" dice así en sus escritos: "... si no matáramos la raza humana que nace y se desarrolla según el plan de Dios, viviríamos toda nuestra vida en armonía con la Naturaleza. Las mujeres que hacen uso de alguna clase de fármaco abortivo mortal, matan, no sólo al embrión, sino, con él, toda la bondad humana."

El teólogo Minucio Félix (c.200-225), en su obra Octavius (pg. 30) pone el dedo en la llaga de la verdadera naturaleza del aborto: "... hay mujeres que, por el uso de pociones medicinales, destruyen la vida no nacida en sus entrañas y asesinan al hijo antes de darle a luz. Estas prácticas derivan, sin duda, de una costumbre establecida por vuestros dioses. Saturno, aunque no abandonó a sus hijos, ciertamente los devoró". Esto recuerda la frase de San Pablo acerca de los sacrificios antiguos a los dioses: "lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican" (I Cor.10:20). Sin duda que los dioses modernos a los que se sacrifican los niños en el siglo XX son los mismos demonios del egoísmo, la lujuria, la pereza, la cobardía, la avaricia... Y sin duda que los cuerpos descuartizados de los niños abortados no se distinguen en nada de los sacrificios humanos que los paganos ofrecían a sus dioses.

De ello ya advertía San Agustín en su De Nuptius et Concupiscus: "A veces esta crueldad lasciva o lascivia cruel llega tan lejos como para provocar una perniciosa esterilidad, y si esto falla, el feto en el vientre es asfixiado o evacuado de una forma u otra, en el deseo de destruir al vástago antes de que tenga vida o, si ya vive en el vientre, matarlo antes de nacer." También Santo Tomás afirmaba que "el aborto es un pecado grave contra la Ley Natural", y lo mismo han afirmado todos los Papas y Concilios que se han pronunciado sobre este tema a lo largo de la historia. El más señalado de ellos fue el Papa Pio IX, que en 1869 equiparó todas las penas por aborto en cualquiera de sus etapas, eliminando del Derecho Canónico la distincción entre feto animado e inanimado. Es en esa fecha que la Iglesia establece formalmente la doctrina de que el alma llega al cuerpo en el momento de la concepción, aunque tal doctrina no era una novedad, pues ya en 1621, el médico oficial del Vaticano, Paulo Zacchia (Quaestiones Medico-Legales: Cuestiones 7 y 16) sostenía que la animación se producía en el momento de la concepción y que el desarrollo físico del niño

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