Enseñar a niños dispersos
Enviado por martincris • 5 de Enero de 2016 • Práctica o problema • 1.816 Palabras (8 Páginas) • 440 Visitas
Sugerencias para trabajar con niños dispersos
El adulto (psicopedagogo, otros terapeutas, padres, docentes…) debe tratar de ordenar las acciones del niño. Este aspecto es muy importante: el niño disperso, para poder aprender, (y principalmente en la escuela) necesita de un entorno organizado por un adulto organizador.
1. Ordenar el contexto de aprendizaje (el aula) con más cuidados de los que suelen ser necesarios con un grupo de niños que no presentan atención dispersa:
- Asigne lugares estables donde los alumnos se ubican en el aula, tenga presente para ello criterios de afinidad entre los niños y de producción. Todos los días deben sentarse en el mismo lugar. El Docente, (haciendo uso de su lugar de poder en el vínculo asimétrico de la enseñanza – aprendizaje escolar) es el responsable del ordenamiento áulico. Este poder no debe ser delegado en los niños. De esta manera: A) se evita que los niños pierdan tiempo (en cada inicio de la jornada) en elegir y discutir soslayadamente entre sí por un lugar en el curso; B) se evita la “socialización improductiva” que es la que emerge cuando cada día se tiene nuevos vecinos de banco, C) se evita que durante la jornada, emerjan entre ellos recriminaciones por haberse apropiado un niño del lugar que otro también pretendía…
- Comunique sus expectativas en relación con la conducta y el desempeño. Al tener explicitados y bien definidas las reglas áulicas, como docente podrá comunicar (con mejor recepción de los alumnos) sus expectativas en torno a la conducta y el desempeño. También es importante comunicar a los padres de cada logro que el niño realice en este sentido, por más pequeño que haya sido lo logrado; esto suele favorecer que la familia refuerce la conducta esperada y elogiada por el docente.
- Establezca rutinas diarias. También se puede promover el orden en el aula, estableciendo rutinas, algo así como ritos (acciones repetitivas): Iniciar siempre la jornada sentándose todos en su lugar, dejar la mochila siempre en el mismo lugar, signar deberes (como juntar los papeles del piso luego de cada recreo), sacar el cuaderno (quizás para verificar las tareas hechas en la casa), ponerse en fila antes de retirarse, levantar la mano para hablar, esperar turno para hablar, esperar a que la docente pase por banco a corregir (y no que se amontonen alrededor de la docente y de su escritorio), o pasar de a uno según la fila en que están sentados para que la docente les mire el trabajo… Estas rutinas que parecen ser anticuadas (y de difícil instauración) ayudan no obstante a hacer que la clase sea más predecible, y el niño así se organiza mental y en su espacio físico inmediato.
2. Modificar la presentación de las tareas. El niño con dificultades de atención suele encontrar inconvenientes para seguir instrucciones en ámbitos numerosos. El simple hecho de tener que encontrar papeles y lápices con que escribir, o el libro que debe utilizar, suele convertirse en una labor complicada que no debe subestimarse. Si por estas cuestiones no inicia las tareas, los trabajos suelen quedar sin terminar y tienden a acumularse. Asimismo, en la medida que aumenta la cantidad de trabajo pedagógico acumulado (lo cual exige mayor concentración – organización y motivación) el niño se desorganiza más aún. Es recomendable en consecuencia:
- Presentar las actividades secuenciadamente: A) dar una consigna de trabajo…quizás de manera grupal (en un aula previamente organizada tal como se menciona en los ítems 1 y 5), y observar si el/la alumno/a responde a ella,… en caso de no hacerlo, dar la consigna individualmente… aquí parece válida una aclaración: ya sea en la instancia de dar la consigna de trabajo de manera grupal o individual, es recomendable mirar al alumno/a los ojos; B) no pasar a la etapa siguiente de la actividad hasta que no esté dado el primer paso. Y así sucesivamente durante toda la clase y en cada clase. Es importante saber con antelación, que la instauración de esta modalidad de trabajo áulica, suele demandar ciertos esfuerzos por parte del docente, pero gradualmente los alumnos la aprenden (incluso el niño disperso); es un trabajo de construcción de hábitos de estudio (aprendizaje), y como todo hábito, una vez aprendido, luego se ejecuta espontáneamente.
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